Por:
Rafael Díaz/De la Fundación Expresión Libre
Como en un círculo, los acontecimientos políticos
están conectados, no se puede ver el principio ni distinguir el fin. A veces
las repuestas a los problemas más complejos son las más simples, aunque otros
responden a una madeja de condiciones.
Platón argumentaba que no podíamos percibir la
realidad de las cosas porque nuestros sentidos no eran de fiar, y las
apariencias nos engañaban. Argumentó también que para formar una república y
sostener las necesidades crecientes de sus ciudadanos, se haría necesario robar
espacio a los vecinos, y estos a su vez harían lo mismo para con ellos. De ahí
se hacía evidente que el crecimiento demográfico generaría fricciones por los
recursos, y de esto se derivaría la necesidad de una milicia fuerte para
defender lo adquirido.
El orden internacional actual no responde a la
realidad de Platón; la sociedad post-1945 interactúa con reglas distintas, y a
menos que quienes usurpen las tierras formen parte del P5 ó sus aliados, las
consecuencias son funestas. De igual forma, la fricción por recursos naturales
y abuso del Medio Ambiente continúa hasta la fecha.
Thomas Malthus, advirtió que el crecimiento
poblacional humano aumentaba en proporciones geométricas, y la capacidad de
abastecer sus necesidades alimenticias matemáticamente. Esto significa que la
raza humana crecería con mayor rapidez que la producción de recursos para
abastecerla; y que por uso, el rendimiento de las tierras fértiles se reduciría
progresivamente.
El éxodo hacia Canaán, léase España, Alemania,
Francia, Estados Unidos o Dominicana se debe a la búsqueda continua de
recursos, a escapar de realidades infrahumanas, a dejar los terrenos áridos e
inhóspitos que profetizó Malthus, y, sin necesidad de hacer guerra, salimos a
buscar legítima e ilegítimamente recursos a las tierras vecinas.
En Economía hablamos de “Barrera de Entrada”,
refiriéndonos a los obstáculos que enfrentará una firma para entrar a un
segmento de actividad económica. Desde la perspectiva migratoria, existen
barreras similares, endurecidas bajo argumentos múltiples; ahora escuchamos
hablar de incrementos en las deportaciones, y cambio de reglas de juego para
las estadías legales en los países económicamente fuertes.
El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo
la imposición de reglas de juego nuevas, diseminadas y fiscalizadas por
organizaciones orientadas a mantener el nuevo orden mundial, y la
universalización de conceptos occidentales que impusieron los estados
ganadores: Estados Unidos, Reino Unido y Rusia.
Éste nuevo orden ha demostrado ser un
Neo-Feudalismo de facto. Se han creado tres capas de países: los
del P5, que parece haberse fraccionado creando un P3+2 (EEUU, Reino Unido y
Francia) + (China y Rusia). En la segunda capa están los aliados tradicionales
del P3 y Estados Cimarrones que gozan de cierta independencia de acción; la
última capa corresponde al resto del mundo.
Las Naciones Unidas y sus organismos, especialmente
la OEA y su apéndice la CIDH, el FMI, la OMC, además de doctrinas como los
Derechos Humanos, han respondido históricamente a los intereses del P3 y sus
aliados. El bombardeo de la OTAN a los objetivos Serbios forjó una nueva
doctrina “La Responsabilidad de Proteger o R2P”; no queda claro de quienes son
los intereses que protegen.
Ofrecemos el caso dominicano como ilustración de la
interacción de los países de la tercera capa con los Organismos
Internacionales. A simple vista, la definición de pertenencia al conjunto
República Dominicana, expresada por la Ley 168-13 era un asunto sencillo,
orientado a ordenar la esfera pública nacional.
Al parecer no tomamos en cuenta como nuestra Ley
afectaría la “Capacidad de Carga” de otros países, o los efectos negativos de
un cambio de ruta de navegación hacia sociedades con conflictos raciales y
heridas que no cicatrizan. La respuesta del sistema internacional es de todos
conocida.
Esta sociedad actual organizada por países con
prerrogativas especiales, capacidad de veto, con gran poderío militar y político,
y mostrado celo por sus intereses nacionales, parece que utilizan los
organismos internacionales para proteger y mantener el status quo.
¿Qué
hacer ante ésta realidad?
Debemos forjar nuevas alianzas y asegurarnos que
las relaciones bilaterales tengan más alcance que convenios de reciprocidad
comercial y consular, que promoción del turismo. Necesitamos nuevos socios,
claves, con influencia política global, y utilizar el río revuelto en el P5 a
nuestro favor.
Necesitamos una diplomacia proactiva, con participación
constante en foros internacionales, con capacidad de promocionar nuestros
logros: historia sin esclavismo, compromiso con la democracia, mediación en
resolución de conflictos, pioneros en derechos humanos, y una política de buen
vecino inigualable.
Hemos gastado demasiada pólvora en garzas, dando
pan a perro ajeno y participando en foros anacrónicos. Identifiquemos nuestros
aliados, con quienes compartimos una herencia cultural e histórica y forjemos
relaciones bilaterales fuertes. Solidifiquemos organismos multilaterales
funcionales y equitativos, que velen por nuestros intereses comunes, sin
redentores ni profetas sociales y financieros, ajenos a nuestras realidades.
Los recursos naturales no son todos renovables,
muchos son perecederos y a pesar del avance tecnológico, con el que contradijo
Marx a Malthus, a medida crecen las poblaciones, el agua potable, los terrenos
arables y el medio ambiente limpio serán cada día más escasos. Las migraciones
continuarán desde países cuyos recursos naturales escaseen, con instituciones
frágiles, y cuya ubicación geográfica no diste de centros de poder.
Nuestro país, en una situación geopolítica
estratégica, con recursos abundantes aún, con áreas verdes, tierras de cultivo,
minerales, bancos de pesca, resultará atractivo a miles de ciudadanos de otros
países que no cuentan con estos recursos, ni nuestra infraestructura. Esto nos
hará vulnerables si no somos capaces de controlar nuestro espacio y defender
nuestras fronteras.
Como sociedad Cristiana, pidamos a Dios que no nos
roben la Patria, ni la Libertad.
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