Por
Geraldo Fernández
El
autor es arquitecto
No sólo vivimos un cambio
de época sino una época de cambios, hemos pasado de la era del libro y el
concepto a la de la pantalla y la imagen. Con un emoji (esas caritas amarillas
que vienen en las redes sociales😏) podemos expresar lo que antes
hacíamos con letras o palabras.
Los "emoji" han
salido de las pantallas y uno se los encuentra donde quiera, individuos con
emociones predeterminadas y listas para usar ante cualquier ocasión, siempre
tendrán la cara que usted quiere ver, la que corresponde a cada ocasión, nada
es espontáneo, todo está fríamente calculado.
Los "emoji" no
opinan sobre nada, pero en especial sobre nada que divida o despierte pasiones.
No producen ideas, evitan fijar posiciones, no dejan claro sus puntos de vistas
(cuando tienen) y son un completo enigma.
Estos personajes están
donde quiera pero en la política proliferan, de hecho, una nueva disciplina
llamada "marketing político" presenta todo un recetario para
convertirse en un líder en base a estrategias de mercadeo, igual que se hace con
un shampoo, aceite o refresco que se quiera introducir y consolidar en el
mercado. No es de extrañar que los expertos en marketing político le llamen
"productos" a sus clientes.
¿Es esto malo? no del
todo, quien escribe estudió marketing político pero una vez salí de las aulas
me declaré practicante del anti-marketing, del "muéstrate como eres"
pues creo que si algo le falta a nuestra sociedad es franqueza y sinceridad.
Los actores que hagan películas, no política.
El marketing está
produciendo "líderes" al por mayor, individuos tipo "emoji"
que en su afán de caerle bien a todo el mundo no se comprometen con nada pues
siempre una opinión u acción a favor de una cosa va en contra de otra. No se
abren frentes, pues en su lógica "nunca se sabe".
Los "emoji"
desprecian las ideas pues saben que contra estas no hay pose ni imagen que
valga y además saben que las ideas son indestructibles, no como la imagen que
se destruye en un tris, como un objeto de barro.
Nuestro mundo es una lucha
sin cuartel entre la imagen y la idea, la imagen deslumbra y parece, la idea
deslumbra y permanece, una idea puede auxiliarse de la imagen para convertirse
en una acción, pero una imagen sin ideas nunca será más que algo que parece ser
y quiere ser, pero no será.
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