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EL ARQ. GERALDO FERNANDEZ HACE UN RETRATO PARA LA RECONSTRUCCION DE BOBA

sábado, 16 de septiembre de 2017

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com
Mi parecer sobre la reconstrucción de Boba
Hay una etapa de la vida de cualquier naguero o naguera en que la palabra Boba es sinónimo de quipes y empanadas, ¡vamos pa' Boba! significa sentarse en el viejo rancho a la orilla del río y frente al puente a darse una “buena jartura” sin embargo pasa mucho tiempo para que alguien se motive a doblar a la derecha y llegar hasta el hoy archifamoso pueblito.
Boba es un caserío que aprovechando que nadie lo ve desde la pista se ha ido metiendo al mar “chin a chin”, atento a su gracia se ha adueñado de las arenas hasta conformar un paisaje colorido y pintoresco que se expande a lo largo de un serpenteante camino que muere en las arenas de la Gran Laguna entregándose al mar como un desahuciado consciente de su destino que en vez de evitar su fin lo ansía con desespero.
Mil historias sobre el mar tienen sus moradores, ayer me contaba una señora con la cara quemada por el sol y un viejo rosario en manos que en el 1946 cuando el terremoto aquel, el río cambió su curso y corrió al revés, que el mar arrasó lo poco que había, que ella era una niña y no se recordaba del suceso pero que después de Irma solo puede pensar en eso. La entendí porque la catástrofe aún se siente en el aire espeso y en los ventarrones, en las miradas y en los temores.
Al llegar al pobladito se observa la destrucción, todos los escombros, troncos gigantescos, basura y ruinas de otros lugares que el mar trajo con sus olas aun reposan en las arenas, techos sin muros y muros sin techos se observan por doquier, “esto fue increíble, el mar se fue para atrás y cuando vino fue a acabar” me dijo José Miguel un joven con el que conversé, “mire critiano, aquí Dio' metió su mano poique cuando pensabamo' que ya no íbamo' a jodei la brisa comenzó a soplai ai reve, o sea de la tierra pai la mai, eso nos saivo” me dijo un señor aún asustado.
“El mar no entró a Boba, fue que Boba entró en el mar” me dijo un hombre alto y huesudo con la piel tostada, “aquí no se puede vivir, aquí no se puede vivir, lo sabía cuándo llegue aquí con papá siendo un muchachito”, agregó y como un tiro de gracia enfatizó “es que todo esto es de la mar mi hijo, todo esto es de la mar”.

A pesar de que en Boba la asistencia de las autoridades y de la sociedad ha sido ejemplar se debe tener cuidado en no ejercer una solidaridad que más temprano que tarde traiga consecuencias fatales, está bien que las viviendas que han sido semi-destruidas sean reconstruidas y habilitadas pero no se le debe otorgar carácter definitivo, hay que pensar en una reubicación total de las familias que habitan en el área más vulnerable, (digo “más vulnerable” porque en Boba no hay lugar seguro).
Esa reubicación que debe abarcar no solo las viviendas semi-destruidas y destruidas sino aquellas que aunque no sufrieron daños se encuentran en la zona crítica debe hacerse en un lugar seguro previamente analizado a través de los estudios topográficos y geotécnicos necesarios y esto puede tomar un poco de tiempo pero es la manera como se ejerce una autoridad responsable, la nueva Boba debe ser segura, sustentable y sostenible.
Dios, que no improvisa sus acciones, les presenta a quienes ejercen el poder una oportunidad única para hacer las cosas bien y sentar un precedente que pudiese multiplicarse y reproducirse en todas nuestras zonas vulnerables. Las autoridades deben buscan una solución temporal a las familias que han quedado sin techo que les permita tomarse el tiempo prudente para preparar un proyecto integral y no sucumbir ante la desesperación y la prisa la cual siempre es mala consejera.

Geraldo Fernández L.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente narrativa bañada de niveles de lenguas literarias: coloquial y culto... Penetrando en nosotros para concienciar!