Las olas del océano
Atlántico dan la bienvenida al llegar a Nagua, un pueblo que se distingue por
su belleza natural, tradición pesquera, buena gastronomía y el sonido de un
perico ripiao’ en cada esquina.
Y es que la música típica
juega un papel de primer orden para los nagüeros, quienes aprovechan cada
oportunidad para exhibir su pasión y destreza con la güira, la tambora, el
acordeón y la marimba.
Este municipio de la
provincia María Trinidad Sánchez se considera “la cuna” de los mejores
merengueros tradicionales de la República Dominicana, pues ha dado al mundo
grandes representantes del género.
Aquí nació Tatico
Henríquez, “La Reyna”, María Díaz; Yovanny Polanco, “El Prodigio”, Bartolo
Alvarado, conocido como “El cieguito de Nagua”; y otros grandes de la música.
Llama la atención que
muchos de estos artistas lograron el éxito, pese a que aprendieron a tocar
merengue empíricamente, a temprana edad, o con condiciones especiales.
Un vivo ejemplo es “El
cieguito de Nagua”, pues a pesar de que nació no vidente, antes de los nueve
años tocaba tambora, armónica y acordeón. Su arduo trabajo le premió con una
larga carrera de éxitos por la que en 2013 fue declarado ”Activo Cultural de la
Nación”, por el Ministerio de Cultura.
“Otra referencia es Tatico
Henríquez,que se destacó como merenguero siendo iletrado. Falleció en 1976,
pero hoy día sigue siendo reconocido como un símbolo musical en el país”,
señala el gestor cultural Ricardo Paredes.
Para el profesor Paredes
éste fenómeno tiene una explicación:
“Los nagüeros llevan el
ritmo en la sangre y desde pequeños están involucrados con instrumentos
musicales”. “Aquí nacen con un acordeón
en la mano”.
Sin embargo, el
folclorista y antropólogo social Dagoberto Tejeda explica que no es una
cualidad única de los nagüeros, sino del ritmo en sí.
“Fefita La Grande es un
ejemplo. Nació en Santiago Rodríguez y aprendió a tocar el acordeón siendo una
niña. A los siete años de edad ya era conocida como acordeonista y a los nueve
ya amenizaba fiestas con acordeón, güira y tambora”, asegura el sociólogo.
De hecho, Tejeda considera
que esto se debe al cambio que sufrió el merengue tras la sustitución de los
instrumentos de cuerda por el acordeón.
“Éste sólo tenía dos tonos
a nivel musical, lo que facilitó el aprendizaje del ritmo, por lo que con su
llegada el músico o el campesino no tenía que ir a la escuela o universidad a
aprender, sino que de oído desarrolló una capacidad creadora extraordinaria”,
asegura.
Cabe destacar que este
patrón de empirismo no se cumplió en el cantante Krency García, conocido como
“El Prodigio”, pues tuvo formación musical en Washington, EE.UU.
¿Dónde nace el merengue
típico dominicano?
Actualmente no existe
registro que asevere dónde se tocaron las primeras piezas de merengue típico en
el país, ni quiénes fueron los primeros autores.
“No hay documentación que
permita identificar dónde nace, pero no hay duda de que Santiago, por la venta
del acordeón, se convirtió en un centro de difusión del merengue”, afirma
Dagoberto Tejeda.
A su vez, el profesor
Ricardo Paredes plantea que existe la discusión sobre dónde se tocó primero, si
en Santiago o en La Vega, pero ambos coinciden al señalar que el acordeón llegó
al país desde Alemania a la Ciudad Corazón.
Aunque no se ha logado
definir a qué pueblo o a quién se le debe el mérito, la realidad es que
República Dominicana es marco de referencia cuando se habla de merengue.
Es por eso que la
Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), declaró el merengue y su baile como Patrimonio Cultural Inmaterial de
la Humanidad, en 2016.
Nagua ha contribuido
significativamente a este reconocimiento con sus valiosos representantes y sus
tradiciones.
Cada año son miles los que
visitan sus “Patronales Altagracianas”- realizadas en enero- o la “Semana de
Tatico Henríquez”, en el mes de julio, donde a ritmo de distintos géneros
musicales, especialmente de merengue, amanecen bailando.
Es justamente por su
inagotable espíritu festivo que a este pintoresco pueblo se le acuña la frase
“entra si quieres y sal si puedes”.
A su gracia se suma el
hecho de contar con cautivadoras áreas turísticas como la Laguna Dudú, la Gran
Laguna o Laguna Perucho y un sin número de playas de arena blanca y aguas
cristalinas, convirtiéndose en un destino idóneo para disfrutar y conocer.
LIZ REYES/COLABORACIÓNEL
PAÍS
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