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Sobre Faustina Rodríguez, viuda Luna.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com
Esta semana, sorpresivamente como suelen ser las vueltas de la vida, partió de este mundo Faustina Rodríguez, viuda Luna, madre de mis dos amigas Zoila y Josefina Luna, comunicadora y pediatra social y de Abraham Emilio, un hijo que es militar de carrera, general del Ejército Nacional. Pero esta mujer que se ha ido, tiene méritos propios y previos a la importancia social de sus dos hijas.
Faustina fue una madre amante de su familia, denodada en el esfuerzo de hacerla avanzar hasta ver en sus hijos los frutos de su esfuerzo premiados con carreras profesionales socialmente reconocidas y meritorias. Doña Faustina, cuyos restos descansan ahora por la eternidad, estudió Enfermería por años 50 y trabajó Clínica Internacional, centro líder y legendario en salud. En Nagua, era la farmacéutica del Nagua. Había estudiado esa carrera a nivel universitario y fue encargada de la farmacia del Instituto de Seguros Sociales y se mantuvo por más de 40 años. Desde su farmacia San José en Nagua sirvió a la provincia y pueblos aledaños. Cuando llamaban a la puerta de mi casa a altas horas de la noche para comprar un medicamento, nunca se negó atender, pensando que se trataba de una emergencia, que alguien necesitaba de sus servicios. Fue una mujer empática, servicial y solidaria, toda persona que se acercaba a ella en busca de ayuda o un consejo relacionado con la salud conseguía una ayuda, una solución. Enfrentó la adversidad cuando enviudó en el inicio de la madurez de su vida, y logró formar una sólida familia a pesar de la partida a destiempo y de manera violenta e inesperada de su compañero de vida. Sus tres hijos: Josefina, Zoila y Abraham Emilio (General EN), a quienes ofreció la mejor educación que pudo. Los formó hombre y mujeres de bien, destacados profesionales que se han convertido en referentes en la sociedad dominicana.
Las muestras de afecto y condolencias a sus hijas e hijo, no han sido un ritual repetido.
Se trata del reconocimiento a una mujer buena.
Un ser noble y luminoso.
Uno que no buscó nombradía pública nunca y que se limitó a hacer lo correcto siempre.
Que en paz descanse Doña Faustina.
Por José Rafael Sosa


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