Todos nacemos en el Corazón de un pueblo donde crecemos y
nos desarrollamos como personas útiles, hacemos amigos, disfrutamos nuestras
familias, nos gozamos nuestro lar nativo, pero llega el día en que los nuestros
preparan maletas en busca de nuevos horizontes.
Es una forma muda de indicar que la fiesta terminó y todos
se fueron, un grupo a una ciudad lejana y a veces cercana y lo peor, otros al
exterior donde la lejanía y costumbres de un país distinto se convierten en
barreras frías. Cuando nos separamos de nuestros amigos de infancia una herida
se abre en el silencio que hace posible recordarlos.
Cuando somos niños nunca pensamos que seremos adultos y
hacemos de esas primeras relaciones amistades con ribetes dorados de la
eternidad.
Queremos ser bomberos, choferes, cantantes, peloteros,
policías, guardias en fin de todo ligado a los juegos de la minga, la
cantarita, las escondidas, la placa y otros más. Un día la nostalgia nos visita
y el aire mágico nos trae como película los capítulos de episodios únicos e
irrepetibles.
Amores de niños sin la prisa de un orgasmo, pleitos de
compañeritos de escuela sin consecuencias de muertes, excursiones a los campos
y montañas para hacer canción de la brisa fresca, pero hoy esos hermanos de
aventuras y sueños viven en otra nación.
Algunos murieron al naufragar la yola que servía de
plataforma para alcanzar el sueño americano, otros se fueron y no le interesó
volver aunque solo de visita a traernos el abrazo y calor extrañados por años.
Hoy se aleja el velero en el que hace un tiempo una
generación que crecía junta lo tripulaba y lo peor ya se perdió en alta Mar y
nadie lo puede alcanzar. Se ha marchado hasta la señora que nos botaba la
pelota de media cuando daba en el techo de su casa.
Se nos ha ido la libertad de una amistad cultivada por la
pureza de niños. No pudimos detener el tiempo y cada quien como dueño de su
accionar voló y ya no nos queman el mismo Sol, no jugamos a ver una Estrella
fugas y pedir un deseo.
La ciudad ha quedado sin el grupo completo de nosotros,
solo nos vemos en navidad o en ocasiones especiales y por poco tiempo. El
barrio es una sinfonía desierta ante el crepúsculo dormido por el adiós de sus
hijos.
Si éramos los dueños de una ciudad que abría para
nosotros, si éramos una familia grande y unida, si éramos felices en medio de
precariedades, quien fue el de la idea motivadora de que algunos de los
nuestros, provoque que el titulo de este escrito como sentir de todos se
pregunte ¿Por qué tenemos que separarnos?
Autor Miguel De Jesús/Comunicador y Abogado Dominicano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario