Orlando Gil/Listin Diario
Realidad
La candidatura de Hipólito Mejía es una realidad, comprobada y confirmada. Comprobada en la consulta interna del pasado 6 de marzo y confirmada en las dos encuestas (de las llamadas independientes) que se han publicado desde entonces. La Gallup y la Penn. Cada una tiene fallas y aciertos, pero ambas permiten apreciar las tendencias. Respecto a Mejía, por ejemplo, no hay dudas de su superioridad, ya no solo en el PRD, sino en todos los escenarios en que debe competir.
A Danilo Medina se le fue lejos, muy lejos. Incluso aclara dos situaciones. La primera, que las quejas de sus adversarios, como excesos de necedad, nunca fueron acogidas por las bases. De no ser así, sus números no fueran tan auspiciosos y espléndidos. Y la segunda, que la integración fue, más que inmediata, instantánea. Puede haber uno que otro caso sin resolver, pero nadie en el partido blanco se halla en condiciones de afectar su campaña y sus posibilidades de poder. No puede predecirse el destino, a un año de las elecciones, pero lo cierto es que el avión de Mejía arrancó con todos los motores encendidos...
Los expedientes
Falta mucho cielo por volar o mucho terreno por caminar, pero para obstaculizar o estropear la candidatura de Hipólito Mejía, sus adversarios van a tener que empeñarse a fondo. Hay quienes no se contienen, y como andan a la caza fuera de temporada, tiran a todo lo que se mueve. No es verdad que a Mejía lo van a sacar de juego o descalificar con el caso Baninter o el expediente de Paulino Quirino Castillo. El segundo pasó a manos de los norteamericanos, y ellos lo arreglaron a su manera, que tal vez no fuera la mejor, pero fue a su manera. El primero tampoco procede, pues no solo de por medio está el tiempo, y consecuentemente el olvido, sino que la economía del mundo padece mayores tormentos que la dominicana. Si ese tema volviera a la palestra, no sería la política el aspecto a tener en cuenta, sino la aplicación de una justicia entonces aleve. Con decir que las partes de entonces están más que avenidas, y que incluso desde las cárceles o desde el Palacio Nacional podrían redimirse culpas que nunca quedaron claras. Con otras circunstancias, otro sería el veredicto...
El cambio
Danilo Medina no anda tan mal como aparenta. Las encuestas (antes mencionadas) lo colocan detrás de Hipólito Mejía, y eso no es bueno. Pero igual le dan un lugar, ya no privilegiado, sino único dentro del PLD, que le aprovecha en las actuales circunstancias. Medina está en condiciones de echar el pleito. Y no solo lo cree él, sino muchos de sus compañeros de partido, incluyendo al presidente de la República. Ese movimiento de los últimos días tiene que ver con la nueva percepción de sus posibilidades en las instancias de dirección del PLD. Es decir, que mientras desde afuera se ve a Medina en un segundo lugar, y el consabido si las elecciones fueran hoy da a Mejía como seguro presidente, entre sus iguales ven un repunte. Hay un cambio evidente, oportuno y convincente que de pronto apresura el panorama. Las encuestas oficialistas, o las que maneja directamente el jefe de Estado, o las que sirven de base a la unidad de estrategia para diseñar planes, favorecen a Medina. Desde que salió a caminar, se nota el tropel...
La percepción
No es que Danilo Medina haya alcanzado a Hipólito Mejía, o esté cabeza con cabeza o le lleve ventaja, sino que sus actuales números y la tendencia que acusan sus porcentajes lo convierten en un candidato confiable. En un aspirante con amplias posibilidades. La percepción anterior era otra: de que solo con Leonel Fernández se ganaba. La razón no hay que repetirla, pero era evidente que las bases del PLD estaban aturdidas, y si se quiere, secuestradas. Desde que desapareció la presión, y se asomaron al vacío, se hizo imperativo el reacomodo. El presidente Fernández está convocando a los candidatos del PLD, pero ¿por qué ahora y por separado? Medina al parecer no entendió una cosa ni la otra, y Radhamés Segura, tampoco, pues reaccionaron con ingenuidad. Faltan los otros, que ñse suponeñ no tienen inteligencia superior. Con sutileza el mandatario está acometiendo el proceso, y lo hace para controlarlo, ánimo que no se corresponde con su condición de neutro. Sin embargo, para él la situación está clara: No tiene sentido que corran seis, si solo hay cansancio para uno...
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