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Rosario Espinal dice Miguel Vargas labró su derrota

jueves, 10 de marzo de 2011

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

En su artículo de esta semana, la politóloga y catedrática analizó los resultados de la Convención del PRD en la que Hipólito Mejía resultó ganador con el 53 por ciento de los votos, frente a un 47 por ciento de Miguel Vargas, a pesar de que parecía que el segundo controlaba las estructuras del partido blanco.
Rosario Espinal estima el estilo “populachero” de Hipólito Mejía como una de las fortalezas que le ayudaron a ganar esta convención, pese a la impopularidad con que salió del gobierno en 2004. El estilo de Mejía, de acuerdo a la analista, hace empatía con un amplio segmento de la población dominicana.
Contrario a esto, Vargas, como presidente del PRD, quiso aplicar una dirección corporativa conservadora, lo que lo alejó de las bases de ese partido, inspiradas en el liberalismo y acostumbradas al populismo de sus líderes.
“Embarcado en ese proyecto para forjar un PRD no combativo, afín a los sectores conservadores que apoyan a Leonel Fernández, Vargas apagó la mecha de inspiración perredeísta. Recibió un alto porcentaje de apoyo para la candidatura en el 2008, y luego para la presidencia del partido en el 2009, pero esos números reflejaban más la falta de opciones que un real apoyo a su liderazgo”, dice Espinal en su artículo.
Tras tres derrotas, 2004, 2006 y 2008, los perredeístas se sentían abatidos, “perdieron la mística política... Luego vino el desatino político de Vargas de ser ungido por Leonel Fernández, quien necesitaba desesperadamente la validación de su reforma constitucional”.
“El pacto constitucional Miguel-Leonel simbolizó la imbecilidad de esa estrategia política. En vez de utilizar la reforma constitucional para avanzar un proyecto democrático que sintonizara con el legado socialdemócrata de José F. Peña Gómez, Miguel Vargas reafirmó su proyecto corporativo-conservador. Bajó línea para que sus legisladores votaran a favor del Artículo 30, y disfrazados de defensores de la vida, casi todos los legisladores perredeísta votaron como borregos a favor de ese infame artículo”, dice la autora.
“Pero además, y sobre todo negativo para Vargas, el pacto incluyó la eliminación del nunca jamás de la reelección, motivo principal por el cual Fernández había promovido la reforma constitucional. Así, Vargas se clavó un doble cuchillo: validó la futura repostulación de sus dos principales contrincantes, Fernández y Mejía”.
A todo esto, Miguel Vargas le cerró el camino a dirigentes tradicionales del PRD, como Guido Gómez Mazara, que aspiró a la Secretaría General, de modo que este no le hiciera sombra en sus aspiraciones por la nominación presidencial del partido para las elecciones del año próximo. Tanto Guido, como otros importantes dirigentes del PRD, incluido Tony Peña Guaba, no se identificaron con el proyecto de Vargas, y más que eso: le pasaron factura.
Vargas, que también buscaba el respaldo de los sectores conservadores que apoyan al PLD y ya siendo presidente del partido, no hizo oposición al PLD en las elecciones congresuales y municipales, lo que le valió perder la representación congresional: El PRD no ganó ninguna senaduría, con lo que también perdió representación en el Consejo Nacional de la Magistratura.
“El triunfo de Hipólito Mejía en la convención muestra la necesidad perredeísta de fogosidad política. Con su retorno al frente del PRD, la política dominicana vuelve a la polarización, no ideológica ni programática, sino de estilo. Ahora el PLD tendrá un real contrincante”.
Ahora bien, y como recuerda la autora, habrá que estudiar si para las elecciones presidenciales del año entrante los dominicanos revivirán los malos recuerdos de la gestión de Hipólito Mejía (2000-2004) o se dejarán llevar de la euforia del “Llegó papá”.

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