Por: Walfy Antonio Serrano Santos
En un país donde la improvisación ha sido una constante histórica en la gestión gubernamental, resulta preocupante que se proponga la eliminación del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), para reducirlo a un viceministerio del Ministerio de Hacienda y traspasar otras de sus funciones al Ministerio de la Presidencia.
Esta iniciativa, lejos de representar una medida de
eficiencia administrativa, constituye un retroceso institucional de alto
riesgo. Atenta contra la capacidad del Estado dominicano para planificar
estratégicamente el desarrollo nacional, articular el gasto con visión de largo
plazo y evaluar el impacto real de sus políticas públicas.
Planificar no es un lujo, es una obligación del Estado
El MEPyD es el órgano rector del Sistema Nacional de
Planificación, del Sistema Nacional de Inversión Pública y de la Cooperación
Internacional para el Desarrollo. Así lo establece la Ley 496-06, que le otorga
competencias estratégicas como motor de articulación entre políticas públicas,
presupuesto y objetivos de desarrollo.
Suprimir esta institución sería como quitarle el timón
al barco del Estado. Hacienda administra recursos. La Presidencia coordina la
gestión cotidiana. Pero solo el MEPyD formula, prioriza y proyecta el rumbo
nacional de mediano y largo plazo.
Centralización no equivale a modernización
Plantear que sus funciones sean absorbidas por otros
ministerios no solo implica una peligrosa concentración de poder, sino que
también genera una fragmentación de competencias técnicas que debilita la
coherencia del accionar público. Se quebranta, además, el marco legal vigente y
se ignoran los principios de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, la cual
exige planificación como eje transversal del Estado.
La experiencia internacional demuestra que los países
que han alcanzado mayores niveles de desarrollo —como Chile, Uruguay o Corea
del Sur— han fortalecido sus instituciones de planificación, reconociendo que
la calidad del gasto público depende de una visión estratégica bien diseñada, y
no únicamente de un control financiero eficaz.
Menos planificación, más desigualdad
Un Estado que no planifica adecuadamente gasta mal,
improvisa, y termina profundizando las brechas sociales y territoriales. Pierde
legitimidad y abandona a sus ciudadanos más vulnerables.
La República Dominicana no necesita menos
planificación. Necesita más capacidad técnica, más visión de futuro e
instituciones fuertes que orienten el gasto y garanticen la continuidad de las
políticas públicas.
Un llamado a la reflexión
Eliminar el MEPyD sería como desmantelar el cerebro
técnico del Estado dominicano. Una medida regresiva que pondría en riesgo
avances institucionales logrados durante más de dos décadas. En lugar de
debilitarlo, el desafío real es modernizarlo, dotarlo de mayores capacidades y
asegurar su independencia técnica frente a los vaivenes políticos.
Porque los países que progresan no son necesariamente
los que más gastan, sino aquellos que planifican mejor, priorizan con
inteligencia y actúan con visión.
El autor es Politólogo y magíster en Gestión Pública
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