Milton Ray Guevara, Miriam Germán Brito, Eduardo Estrella, Víctor D´Aza, están entre ellos
Este Viernes Santos la Iglesia católica realizó su tradicional eucaristía en la que lee el Sermón de las Siete Palabras. Las expresiones de Jesús camino al calvario fueron analizadas por religiosos y personalidades del país.
El
padre Pelagio Antonio Taveras, Milton Ray Guevara, presidente del Tribunal
Constitucional; Luis Henry Molina, presidente de la Suprema Corte de Justicia;
Miriam Germán Brito, procuradora general de la República; Eduardo Estrella,
presidente del Senado; Luisín Mejía, expresidente del Comité Olímpico
Dominicano; Jesús Castro, obispo de la Diócesis de La Altagracia; Román Jáquez
Liranzo, presidente de la Junta Central Electoral y Víctor D´Aza, secretario
general de la Liga Municipal Dominicana, fueron las personas que reflexionaron
sobre las palabras dichas por Jesucristo en el mismo orden que fueron
pronunciadas.
Primera palabra: “Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen”
La
primera palabra, que analiza la expresión de Jesucristo en la cruz: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen”, fue leída por el padre Pelagio
Antonio Taveras. En esta reflexión, la Iglesia criticó que se viva en una
sociedad donde se quiere desplazar a Dios del centro del universo, de la
comunidad y de la sociedad, y se pongan los intereses y creencias por encima.
Criticó
que se le dé más atención al cuidado y a la vida de un animal que a la vida
humana. “Por eso hay tantas muertes innecesarias, por eso hay abortos”, leyó el
padre Taveras.
En
la primera palabra la Iglesia católica también reflexionó sobre cuando los
funcionarios laboran cuatro años en una función del Estado “y se ponen
pensiones escandalosas”, mientras que el obrero de bajo salarios labora 30 años
“y le ponen pensiones de miseria”.
“Es
escandaloso cuando un funcionario labora tres y cuatro años, y sale con
pensiones exorbitantes. Ellos sí saben lo que hacen”, afirmó Taveras.
“Padre,
ellos saben lo que hacen cuando se endeuda la nación y el pueblo ni disfruta de
esos recursos, y tiene que pagarlos con altos impuestos para que un grupo se
los embolsille”, dijo.
Agregó:
“Cuando el pueblo tiene que pagar combustibles caros y energía cara, mientras
que a las grandes empresas se les exonerara y les dan gratis combustible”.
En
la primera palabra también la Iglesia criticó que se deleguen las riquezas
naturales del país a intereses foráneos “con contratos amañados, “y el pueblo
no puede disfrutar de esas riquezas que le pertenece”. Afirmó que “Loma Miranda
no se negocia”.
Taveras
también se refirió al servicio público. “Cuando ofrecen sus servicios de pésima
calidad en las oficinas públicas, hospitales, escuelas, transporte, cuando el
pueblo merece dignidad. Padre, perdónales, pero si saben lo que hacen”, dijo.
En
el sermón mencionó detalles como cuando se burocratizan “excesivamente los
trámites para los ciudadanos realizar cualquier papeleo”. “Cuando se mantiene
un caos en el transporte y no se implementa el cumplimiento civilizado de las
leyes, convirtiendo las ciudades en una selva de cemento”, dijo.
“A
veces pensamos como que no hay voluntad para organizar las ciudades”, aseguró.
Condenó
que se quieran quitar los valores que han sostenido la sociedad, como la
familia, el matrimonio y la fe cristiana.
“La
gente piensa que hablar de un estado laico es quitar a Dios de nuestra nación,
cuando lo que dio origen a nuestra nación fue precisamente esos principios
morales y cristianos que tenían los patricios”, expresó.
En
el sermón también se incluyeron los jóvenes graduados que no consiguen empleo.
“Cada vez que se gradúan cientos de universidades uno se pregunta: ¿dónde van a
trabajar?”, dijo.
La
Iglesia también criticó el contenido musical que se difunde en los medios de
comunicación. “Es escandaloso escuchar la música que se compone hoy”, enfatizó.
“Uno se pregunta: ¿y no hay quien controle el contenido de lo que se difunde
por los medios de comunicación?”.
“Padre,
ellos saben lo que hacen cuando hospitales no tienen medicamentos”, dijo.
Criticó
que en la gente no puede andar con un celular “sin ser asaltado”, y no se le
pone paro a la “delincuencia creciente”.
“¡Hay
de aquellos que siguen entregando al hijo del hombre! Más le valdría no haber
nacido”, concluyó la primera palabra.
Segunda Palabra: “Te aseguro que hoy estarás conmigo
en el Paraíso”
Milton
Ray Guevara, presidente del Tribunal Constitucional, analiza esta expresión.
“Jesús,
acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino” (Lc23,42). Esta fue la petición del
denominado buen ladrón, crucificado al lado de Jesús en el Calvario. La
respuesta dada por el Señor a esta súplica fue: “Te aseguro que hoy estarás
conmigo en el Paraíso” (Lc. 23,43). Estas palabras son reflejo del amor y la
misericordia infinita de Dios. Ofrecen una esperanza inigualable en momentos
donde todo parece perdido. Imaginemos un momento la escena: Jesús, en medio del
dolor y la angustia extrema por la crucifixión y el rechazo de los
destinatarios de su amor, no se deja vencer por el odio de quienes se burlaban
de él y sigue amando hasta el extremo. La cruz no fue impedimento para acoger
la petición de quien sabiéndose culpable vio en Jesús la esperanza de su
salvación.
A
diferencia del otro malhechor crucificado junto al inocente Jesús, el buen
ladrón reconoce sus faltas y le pide al Señor con fe que se acuerde de él. Se
siente necesitado del perdón y la misericordia de Dios y dirige su petición a
quien podía salvarlo. Esta súplica trae consigo el reconocimiento de la
grandeza del Señor, pero también de la propia pequeñez e incapacidad del ser
humano de salvarse a sí mismo. Jesús, con sus palabras, ofrece una buena
noticia. Con ellas demuestra la fidelidad de su amor y una única respuesta de
misericordia y compasión ante el grito desesperado de quien cree haber perdido
la esperanza. Confirma que el dolor no es el final y que el amor es capaz de
rescatar lo que parecía o estaba perdido. Demuestra que el rechazo de las personas
no entra en la dinámica del amor. Jesús optó por la acogida sincera y plena
ante la actitud del pecador arrepentido. Siguió haciendo el bien a pesar del
profundo dolor provocado por el rechazo y las burlas de las masas que pidieron
a gritos su crucifixión.
Recordando
las palabras del Papa Francisco, decimos que “El calvario, lugar de
desconcierto e injusticia...se transforma, gracias a la actitud del buen
ladrón, en una palabra, de esperanza para toda la humanidad. Las burlas y los
gritos de sálvate a ti mismo frente al inocente sufriente no serán la última
palabra; es más, despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y
se decidan por la compasión como auténtica forma para construir la historia”.
(Homilía del 24 de noviembre del 2019, Estadio de Béisbol, Nagasaki). En estos
momentos de pandemia, hoy más que nunca es preciso asumir la compasión y la
solidaridad como motor de la propia existencia y como la vía para construir una
sociedad más justa. La consolidación del Estado Social y Democrático de Derecho
solo es posible cuando estos valores penetran realmente en el espíritu y la
conciencia de una sociedad.
Ojalá
que nosotros, al igual que Jesús, asumamos el amor al prójimo como norte y la
compasión como estilo de vida. Que sepamos reconocer nuestros errores y pedir
perdón. Que nos tratemos con respeto y conciencia de nuestra dignidad humana.
Demos espacio a la reflexión sincera y abramos los cauces para un diálogo
abierto y profundo sobre la República Dominicana que queremos y soñamos. No
somos seres omnipotentes, nos necesitamos para subsistir. Esta escena bíblica
nos invita a dejar de lado el orgullo y la soberbia para abrir nuestros
corazones al amor y la acogida. Unámonos en el amor que todo lo puede y que es
capaz de sanar las heridas provocadas por la falta de perdón y la injusticia.
Dejemos atrás el pesimismo y miremos con esperanza renovada el futuro que nos
espera.
Tercera Palabra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo,
ahí tienes a tu madre”
Luis
Henry Molina, presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) es la persona
que reflexiona sobre esta palabra:
Con
estas palabras Cristo entregó el cuidado de su madre a su discípulo. Con ello
resalta la altura de la mujer en la agenda del cristianismo universal.
Con
ello nos envía un mensaje que cobra relevancia hoy, conociendo la situación en
que viven las mujeres en nuestro país y el mundo. Una agenda por terminar. La
posibilidad del pleno ejercicio de sus derechos se ve limitada por un modelo de
sociedad que alimenta exclusión y en donde las mujeres viven el dolor de la
violencia y la desvalorización de su trabajo.
Es
entonces cuando debemos rescatar el valor de estas palabras en las que Jesús le
pide a su discípulo expresamente que se comporte con su madre como un hijo. Y a
través de él a todos los hombres les pide entregar a las mujeres amor, tal como
se ama a una madre.
El
mensaje del Evangelio nos lleva a pensar en la hermandad con el prójimo, en la
verdad de que estamos hermanados como humanidad y por esto debemos vernos en
los demás y hacer del servicio una forma de amor. Pero sobre todo dar a las
mujeres el amor que Jesús profesaba. Lo que incluye replantear su lugar en la
sociedad y el hogar.
La
frase asume a la madre de Jesús, Dios encarnado, como la madre de todos sus
hermanos. La mujer que, en amor, Jesús nos convoca a honrar.
El
Poder Judicial ha impulsado e implementado políticas ancladas en valores de
identificación cristiana, por su sentido relacionado con la solidaridad y la
consideración de las personas como parte de una sola familia.
Por
eso, en procura de aumentar las condiciones de acceso y en identificación o
empatía con el sufrimiento humano, se han habilitado mecanismos para que las
víctimas o personas envueltas en procesos no tengan que volver a sufrir largos
interrogatorio para recoger la prueba. Se habilitaron centros de entrevista y
la posibilidad de tomar estas en todo el territorio. Así como otras políticas
que perfilan una opción preferencial por las personas más vulnerables.
Pensar
en el servicio público desde la solidaridad es una forma de responder al
llamado de humanidad de Jesús. Es posible en la convicción de que todo lo que
hacemos tiene una dimensión social y un empuje en su legado de sabiduría:
porque todos somos hermanos y hermanas.
En
el legado de la cruz lo que es injusto para las mujeres es injusto para todos.
Cuarta Palabra: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has
abandonado?”
A
continuación el parecer de la procuradora general de la República, Miriam
Germán Brito; Eduardo Estrella, presidente del Senado, y Luisín Mejía,
expresidente del Comité Olímpico Dominicano.
Germán
Brito:
Oh
Señor, ¿por qué me has abandonado?
Así
clamaste al Padre y así te clamo hoy a ti.
Porque
nos sentimos abandonados cuando vivimos en una sociedad, en la que las personas
valen más por lo que tienen que por lo que son.
Oh
Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque
la sociedad se siente abandonada cuando los que deben protegerla se comportan
como fieras sedientas de sangre inocente, y llenan de balas a una pareja con un
amor que florecía.
Oh
Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque
permites que el alma se llene de soledad y rabia, sin lugar para la ternura, para
la compasión por el otro...
Oh
Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque
soy mujer y cada día veo morir asesinadas, sin que los periódicos paren de
contar, a mujeres a las que me une un vínculo de sororidad.
Señor,
en medio del dolor clamaste al Padre por haberte sentido abandonado.
Yo
te clamo que entiendas el dolor de vivir sin el pan de la esperanza, sin el
vínculo de la solidaridad y de la compasión, que no es más que colocarte en el
lugar del otro comprendiendo su dolor y apoyándolo.
Oh
Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque
permites que el desamparo y el hambre sean lo que a diario vivan los humildes.
Oh Señor, ¿por qué me has abandonado?
Porque
tenemos que vivir en donde se vuelve difícil la esperanza.
Luisín Mejía:
Esta
es la cuarta palabra, en lo que se refiere al episodio del Sermón de las Siete
Palabras, ¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Eli Eli Lama
Sabachthani, esta es la expresión en arameo, y esta expresión en arameo que es
como primero se conoció en esa época, en esos tiempos, pero esto no se trata de
una expresión ni del idioma, porque traducido en todos los idiomas del mundo
vendría siendo lo mismo, es una expresión de Jesús en un momento fundamental,
en un momento céntrico de su pasión y su muerte.
Para
muchos, han visto esto, lo pueden ver y lo verán como un reclamo de Jesús a su
Dios, pero nada más incierto que este pensamiento, por igual, algunos podrían
establecer que fue un abandono de Dios. ¡No! Dios quiso que Jesús hiciera y
cumpliera lo que vino a hacer a la tierra porque Cristo cargó con los pecados
que había en la tierra, Cristo Jesús cargó con los pecados, y Dios quiso que
eso ocurriera, y cargó con el sufrimiento.
No
es que a Cristo el padre lo abandonó, no es que se produjo un acontecimiento y
lo dejó sólo, eso además de ser interpretación erróneo, es totalmente
impensable, que pensemos que a su hijo Cristo lo abandonó de semejante manera,
No esa es la forma que hay que ver como éste Jesús cargó con nuestros pecados,
y cumplió con ese sufrimiento , y por eso ésta frase, “ Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?, no es solamente la más impactante de las siete,
sino que es la frase que más se menciona en más de un evangelio, porque está
citada por el evangelista Mateo, está citada por el evangelista Marcos, y es la
frase que inicia el Salmo 22, es el sustento del Salmo 22.
Eduardo Estrella:
Estas
palabras pronunciadas por Jesús en la Cruz es una de las más conocidas de las 7
que pronunció hace más de dos mil años.
Es
una plegaria al Cielo qué hacemos los mortales ante cualquier adversidad o
problema que se nos pueda presentar y es qué en estos tiempos tan difíciles qué
está atravesando el mundo y por ende nuestro país nos urge reorientar nuestras
vidas en el servicio desinteresado hacia los demás; Si recordamos las palabras
pronunciadas por el Papa Francisco el Domingo de Ramos del pasado año
asegurando que DIOS nos salvó sirviéndonos a su propio Hijo y nos sirvió de tal
manera que dio su vida por nosotros.
Cuando
sufrimos: es Él; cuando nos vemos solos: es Él; cuando perdemos a alguien: es
Él; cuando somos incomprendidos: es Él; cuando un hermano sufre: es Él; cuando
viene la tentación de cualquier tipo: también Él la sufrió.
Redescubramos
qué la vida no sirve sino la utilizamos para servir,
Y
aprovechemos estos días de recogimiento en esta Semana Santa para a ser mejores
personas, qué volvamos a ser dominicanos solidarios, respetuosos, alegres y
entusiastas y dejemos a un lado toda esa violencia intrafamiliar y exterior
para que sigamos siendo un País hospitalario, hermoso y de paz.
Quinta palabra: Tengo sed
Monseñor Jesús Castro Marte:
“Después
de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, para que se cumpliera la
Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y sujetando
una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la
boca” (Juan 19, 28).
Esta
palabra de Jesús —tengo sed— sigue resonando en nuestros oídos con el mismo
ímpetu con que fue pronunciada por el Cordero inocente desde aquel lugar de
padecimientos y dolores. Es el Siervo de Yahvé que anunciará la salvación, que
será luz para las naciones, que se ofrecerá él mismo a la muerte para salvar a
todos y que finalmente será glorificado por Dios, cumpliendo así una función
intercesora por toda la humanidad.
Es
el mismo de quien las Escrituras habían dicho “que sería llevado como oveja al
matadero, sin abrir la boca para quejarse y entregaría su vida por todos
nosotros”.
Jesús
desconocido, abandonado y crucificado tiene sed. Es una sed espantosa. Ha
tenido que soportar el tormento de la flagelación y la crucifixión y no ha
comido ni bebido nada desde la noche anterior. La pérdida de sangre produce
sed.
El que
había invitado al pueblo de Israel: “Si alguno tiene sed que venga a mí y beba”
y le había dicho a la mujer samaritana: “El que beba del agua que yo le dé, no
tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente
de agua que brota para la vida eterna” (Jn 4,10.14), es el mismo que grita
desde la cruz: tengo sed.
Pero
no se trata simplemente de una sed fisiológica, la clave para entender la
naturaleza de la sed de Jesús crucificado se encuentra en el mismo relato de la
samaritana, pues, sucede que, cuando la mujer se interesa por aquella agua que
le había ofrecido, a Jesús se le pasa su sed.
Saciaremos
la sed de Cristo si nosotros respondemos como la samaritana.; si nosotros en
primer lugar, arrepentidos de nuestros pecados, nos acercamos a su Corazón para
beber de él; si somos sensibles con el hermano necesitado.
Saciaremos
la sed de Jesús cuando se erradique la cultura de la corrupción política en
nuestro país, que les ha robado por generaciones, principalmente a los más
pobres, educación de calidad y salud digna. Como he expresado en ocasiones
anteriores “es una lacra que está destruyendo la sociedad de República
Dominicana, y favorece el crecimiento del narcotráfico, y del mal manejo del
patrimonio que hemos creado.” No puede seguir teniendo vigencia la malsana
práctica del “borrón y cuenta nueva”, en donde se encubren los actos de corrupción
de un gobierno a otro, pues como denunciaron los obispos dominicanos “el robo
sistemático del erario por políticos sin escrúpulos y empresarios aprovechados,
que exhiben grandes fortunas adquiridas sin sacrificio alguno y de manera
impune, es uno de los grandes atentados contra el pueblo dominicano”.
Saciaremos
la sed de Jesús cuando exista una administración sana de la justicia, que los
gobiernos de turnos han secuestrado para garantizarse impunidad colocando sus
cuadros políticos en las instituciones que la aplican, donde también la
corrupción tiene su espacio, “sea porque los procesos están viciados desde su
raíz o porque algunos jueces se han quitado la venda de los ojos para ver según
su conveniencia a quién aplicarla” (cf. Mensaje de los Obispos, 27 de febrero
2018).
Saciaremos
la sed de Jesús cuando no tengamos que volver a presenciar como sociedad un
crimen tan horrendo y abominable como el llevado por la Policía Nacional que le
sesgó la vida a Joel Díaz y Elizabeth Muñoz cuando regresaban de predicar el
Evangelio y llevar palabras de vida eterna a otros hermanos en la fe cristiana.
Esto nos ha consternado e indignado, pero no puede quedar ahí, la reforma
integral policial no se puede seguir postergándose, ni puede quedarse en un
tema de discurso y promesa política. Sr. Presidente, usted tiene la
responsabilidad histórica de transformar esa institución, en donde se anidan
estructuras mafiosas y criminales al servicio de los intereses más oscuros de
nuestra sociedad.
Jesús
grita desde la cruz: tengo sed, luego inclina la cabeza y entrega el espíritu,
confirmando su muerte un soldado romano. Que mensaje tan contundente sigue
siendo el de Jesús crucificado para un mundo que aprueba la muerte al inocente.
Todo cristiano debe encontrar aquí la fuerza necesaria para defender el valor
de la vida desde la concepción hasta la muerte, en un momento en que los
legisladores y el Poder Ejecutivo reciben fuertes presiones de poderes externos
para legislar en contra de la vida. Jesús siendo inocente fue condenado como un
criminal por las autoridades de ese entonces. De igual forma, grupos pretenden
que las actuales autoridades condenen a muerte a vidas inocentes al permitir el
aborto en tres causales. A aquellos legisladores que legislen en contra de la
vida y a favor de la muerte de vidas inocentes, les recordamos, que luego no
podrán lavarse las manos como Pilato y el bien siempre triunfa sobre el mal.
Señor
danos hambre y sed de justicia, de amor, de misericordia, de perdón y unidad.
Que siempre tengamos sed de ti Señor “Como busca la cierva corriente de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo” (S
42,2s). “¡Oh Dios! Mi alma está sedienta de Ti, como tierra reseca, agostada,
sin agua” (S 63,2).
Sexta Palabra: “Todo está consumado”
El
presidente de la Junta Central Electoral, Román Jáquez Liranzo, analizó esta
palabra.
La
sexta palabra que dice Jesús a la hora de su muerte es que “todo está
cumplido”. Él está terminando su vida, su historia, su misión. Mira la obra que
el Padre le encomendó: ser el Redentor de la humanidad, ser el cordero que se
entrega y se inmola para dar la salvación a todos los hombres. “Todo está
consumado”, significa que Él realizó, siendo obediente hasta la muerte, la
misión que el Padre le confió.
Pero
en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestro sistema democrático no todo
está cumplido. Ni en la iglesia, ni en el mundo, ni en nuestra familia, sino
que todo está por cumplirse. Ojalá también nosotros podamos, al final de
nuestras vidas, de nuestros proyectos, de nuestras funciones públicas,
pronunciar esta misma frase de Cristo, con alegría y con la certeza de haber
descubierto y cumplido nuestra misión. Que podamos asumir nuestra existencia y
nuestros deberes con responsabilidad e integridad hasta las últimas
consecuencias.
Nuestro
país espera que nosotros le sirvamos, la familia espera que cumplamos nuestro
deber. Esperan que el poder político y el sistema electoral a través de sus
órganos de administración, jurisdiccional y partidos, agrupaciones y movimientos
políticos se comprometan y cumplan la misión que la sociedad le ha confiado. Y
que al final, lleguemos a la meta y cumplido el objetivo, pudiendo decir “todo
está consumado”.
Séptima Palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu”
Víctor D ´Aza, secretario general de la LMD, habla
sobre esta expresión.
Es
la séptima palabra, con la que se pone fin a la Pasión y vida terrenal de
Jesús. Representando la entrega, la paz, la serenidad, la confianza y el amor
de un hijo que se abandona a los brazos de su padre. El sacrificio de Cristo es
la evidencia tangible de lo que significa el verdadero amor de Dios para con
nosotros en la tierra: un amor que se dona, que se entrega, que sobrepasa el
sufrimiento y lo glorifica.
Jesús
parte entregando su cuerpo físico, pero no su alma. Porque devolvió su espíritu
a su Padre no con reproches, ni soberbias, sino con un grito triunfante de
entrega y sumisión. Es evidente que las Siete palabras reflejan su dolor en la
cruz, pero también su confianza en Dios.
En
la época actual el mundo atraviesa por grandes retos, hemos tenido que
adaptarnos a una realidad que para muchos probablemente resultaba impensable,
la pandemia causada por el Covid-19, que ha cambiado la forma de vivir y el
modo de relacionarnos, muchas personas han perdido a familiares, sus empleos,
sus ahorros, su normalidad.
Esta
semana de recogimiento y reflexión nos encuentra abrumados aún por la pandemia,
pero con la esperanza de un cambio por la vacuna que aplica el gobierno en la
población.
El
país recupera su economía y el activismo de su desarrollo, aunque de manera
progresiva, que el Banco Central anuncia un crecimiento económico, pese a las
restricciones.
Que
Dios siga brindando sabiduría a nuestro presidente Luis Abinader para que siga con
bríos aplicando medidas en combate al COVID 19, y que continúe el cambio en la
nación, con un gobierno ético y moral, de combate a los males de la corrupción
y la impunidad.
Esta
semana mayor que los dominicanos tomen las previsiones para protegerse y
mantener el distanciamiento para evitar los contagios, así como mantener
prudencia cualquiera que sea su destino en este asueto.
Aprovechemos
estos días para reflexionar, cuidarnos y encontrar la paz en Cristo Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario