Por Ramón Mercedes
NUEVA
YORK.- El exceso de cadáveres de neoyorkinos fallecidos por el COVID-19
mantienen las morgues de los hospitales de esta ciudad “full”, y cientos de
cuerpos también permanecen en camiones refrigerados estacionados afuera de los
centros de salud.
Asimismo,
las funerarias y cementerios se mantienen abrumados, tomando más de una semana
para poder velar una persona en una capilla, si no murió del virus, o recibir
cristiana sepultura en cualquiera de los camposantos de la ciudad, lo que
imposibilita mayormente a deudos enterrar familiares, amigos y relacionados.
Las
funerarias solo aceptan cremar cuerpos o transportarlos directamente desde el
hospital al cementerio, informaron a este reportero desde algunas de estas
empresas fúnebres.
La
ciudad está acortando el tiempo, la oficina del médico forense dice que ahora
mantendrá los cuerpos durante solo 14 días antes de que sean enterrados en una
fosa común en la isla Hart, ubicada al norte de El Bronx y en cuyo interior han
enterrados más de un millón de personas en los últimos 150 años.
“Alrededor
de 30 cuerpos al día, principalmente de personas que no son reclamadas por
familiares o cuyas familias no pueden pagar un funeral, son sepultados en dicha
fosa común”, dijo Jason Kersten, un portavoz del Departamento de Corrección,
que supervisa los entierros.
Prisioneros
de Rikers Island, el principal complejo carcelario de la Gran Manzana, suelen
hacer la labor de enterramiento, pero la creciente carga de trabajo ha sido
asumida recientemente por contratistas.
El
primer uso público de esta isla fue como campo de entrenamiento para las Tropas
de Color de los Estados Unidos en 1864; luego un campo de prisioneros de la
Guerra Civil estadounidense; una institución psiquiátrica; un sanatorio
antituberculoso; un campo de alfareros con entierros masivos; un refugio para
personas sin hogar; un reformatorio para niños; una cárcel y un centro de
rehabilitación de drogas, entre otras funciones.
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