Por GRETHEL DELGADO,
LIETER LEDESMA
Amantes de la obra
martiana reciben la edición facsimilar de esta revista para niños hecha con amor
y desvelo
MIAMI.-
José Martí (28 de enero de 1853 - 19 de mayo de 1895) fue una de las figuras
más notables de Cuba. Se entregó a la literatura, a la filosofía, defendió la
libertad y la independencia de su isla y dejó un enorme legado.
Sin
embargo, como afirma el escritor y editor Luis Enrique Valdés Duarte, a Martí
"se le ha sesgado y se le ha interpretado de manera fragmentada". De
ahí que hace unos meses tuviera una idea para homenajear al ilustre cubano:
publicar la primera edición facsimilar de La Edad de Oro, 130 años después de
que este título saliera a la luz.
Hace
tiempo que no vemos a Luis Enrique, desde nuestros años de estudios en el
Instituto Superior de Arte, en La Habana. Pero como los buenos corazones no olvidan,
por estos días hablamos con él por teléfono y sólo las palabras fueron
suficientes para emocionarnos.
No
es para menos, somos profundamente martianos y sabemos, como dijo el poeta
cubano, “lo que debe sentir una margarita cuando se la come un caballo”. De
esas y otras sensibilidades se alimentó un interesante proyecto que rescata la
edición original de los cuatro números de la revista mensual La Edad de Oro, de
José Martí, publicada en Nueva York entre julio y octubre de 1889, y que vio la
luz justamente 130 años después.
El
escritor cubano, una de las mentes (y de las almas) más notables de Cuba, se
entregó a la redacción de esta revista para que los niños supieran "cómo
se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras; y cómo se hacen
tantas cosas de cristal y de hierro, y las máquinas de vapor, y los puentes colgantes,
y la luz eléctrica".
“La
Edad de Oro va a tener cada seis meses una competencia”, apuntaba un Martí
ilusionado con su proyecto en el primer número de la revista, “y el niño que le
mande el trabajo mejor, que se conozca de veras que es suyo, recibirá un buen
premio de libros”.
El
poeta organizó aquella revista como si todos los lectores fueran sus hijos, con
la ternura de quien advierte que "hay gente loca, por supuesto, y es la
que dice que no es verdad sino lo que se ve con los ojos".
Y
quería más, esperaba que los niños de América fueran “hombres que digan lo que
piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros”. Alertaba que “un
hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un
hombre honrado”, como no lo es “un hombre que obedece a un mal gobierno, sin
trabajar para que el gobierno sea bueno”.
Valdés
Duarte quiso rescatar esos mensajes de humanismo, libertad y cultura contados
con delicadeza en aquella edición original que ahora se cae a pedazos,
literalmente, en muy pocos archivos del mundo.
La
empresa no ha sido fácil, como no lo fue para Martí cuando, mientras planeaba
una guerra, se dio a la tarea de publicar una revista mensual para los niños
del futuro; como suele ocurrir con esos proyectos que nacen del alma y se topan
con los obstáculos de una realidad muchas veces ingrata.
“No
nos paramos nunca”, dijo Luis Enrique sobre el proceso. Él y Carlos Martín han
sorteado no pocas tormentas, eso nos consta. Vale reconocer su labor editorial
y documental a la hora de reproducir al detalle, con lupa y amor, cada
centímetro de las páginas originales. De modo que esas manchas, rayitas o
pequeños puntos que el lector pueda encontrar en estas revistas son las mismas
de la impresión de finales del siglo XIX en la Tipografía de William Street 77.
Pero
en medio del oleaje ya pueden ver, después de tantos meses, el resultado de
todos sus desvelos. La edición facsimilar de La Edad de Oro, la “revista
mensual de recreo e instrucción”, es una realidad.
Según
nos contó Luis Enrique, el mejor regalo ahora que tiene el libro entre sus
manos es poder hacerle una ofrenda espiritual a Martí, y también toparse con el
agradecimiento de quienes confiaron en el proyecto desde varios lugares del
mundo.
Muchas
manos hicieron posible esta edición, de modo que los mecenas que estamos
anotados al final del cuadernillo introductorio somos parte de una familia.
Están aquí la energía cubanísima de Celia Cruz gracias a Omer Pardillo; la
generosidad de Cuban Heritage Foundation, de la Universidad de Miami; la
compañía de Zoé Valdés; el abrazo de Armando Correa; el amparo de la redacción
de 14ymedio; y el apoyo de Antonio Piedra, Bobby Batista, Karen Caballero,
entre muchos otros.
-¿Luis,
qué ha sido lo más gratificante y lo más difícil durante todo este proceso de
edición?
El
regalo del trabajo hecho y que la gente lo agradezca. De manera interna, en el
alma, habérselo dado a Martí, y me dan ganas de llorar. Sentía alguna vez que
él lo pedía, que pedía un acto limpio de todos nosotros, sin política, sin
polarización, un acto de hermandad que nos uniera en lo tierno. Conozco gente
profundamente comunista que habla bien de ese proyecto. Conozco a Zoé Valdés,
que es todo lo contrario, y se ha enamorado y se ha volcado con él. Entonces es
una cosa ecuménica, todos confluimos. Es un Martí neutro, como lo es la Caridad
del Cobre, como es la bandera, cuando no está manchada de nada. Lo más ingrato
ha sido recibir ciertos mensajes de acusaciones graves. Lo más difícil fue
chocar cuatro o cinco veces contra el muro de que no iba a aparecer, de que
varias bibliotecas importantes dijeran “no existe”. Hasta que no apareció en
Miami, era inviable.
-¿Has
pensado enviar algunos de estos ejemplares a varias bibliotecas del mundo para
que lo tengan?
Lo
primero es que todos los mecenas lo tengan. Lo siguiente es mandarlo a
bibliotecas nacionales o muy importantes del mundo.
-Muchos
preguntan cómo pueden adquirir el libro ahora que ha pasado la etapa del
crowdfunding.
Después
de que se envíen a las bibliotecas, si algunos quedaran, quizás 30, se podrían
vender.
-¿Tienes
otro proyecto de edición entre manos?
Queremos
hacer dentro de dos años la edición facsimilar del Ismaelillo, porque cumple
140 años. El Ismaelillo nunca se ha hecho con la portada en su apariencia
original. Es un libro bastante demodé porque parece ser un libro forrado en
tela, blanco, con las letritas doradas. Creo que es así porque quien lo tiene
me lo ha descrito, pero yo tengo que verlo.
-¿Qué
crees que los cubanos todavía le debemos a Martí, qué podríamos hacer los
cubanos de hoy por Martí?
Respetarlo.
Leerlo bien y ponernos a hacer lo que fue su designio porque estoy seguro de
que es lo mejor para Cuba. Los invito a leer -y es algo a lo que ni siquiera
los más martianos hacen mucho caso- las Bases del Partido Revolucionario
Cubano, y fijar bien las ideas de los artículos 4 y 5, sobre todo aquellos que
estamos fuera del país, para que vean qué importancia le daba Martí a lo que
podían hacer los cubanos, sobre todo los que estaban fuera, por cambiar los
destinos del país. Si todos los cubanos hicieran caso de las bases de ese
Partido -aunque tuvieran ideas diferentes- para conseguir la libertad, el
respeto, la anuencia política de las diferentes ideas en ese país, Cuba sería
una maravilla.
Como
se le ha sesgado tanto y se le ha interpretado de manera tan fragmentada, y
cada uno lo que ha hecho es usarlo para llevar a su terreno una frase
contundente de un hombre tan inteligente, pues lo único que hemos hecho es usar
a Martí para reafirmarnos en nuestras estúpidas ideas, en lugar de respetarlo o
por lo menos conocerlo.
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