VIENA.- Ludwig van
Beethoven (1770-1827) ha trascendido la música para convertirse en la imagen
misma de la genialidad. Y Viena, la ciudad en la que compuso sus grandes obras,
abrió hoy un museo para descubrir su lado más humano en el mismo lugar en el
que vivió y creó.
El influjo de Beethoven
llega hasta nuestros días: es el compositor del himno de la Unión Europea, su
música obsesiona al protagonista de “La naranja mecánica” (“A Clockwork
Orange”), de Stanley Kubrick, su rostro fue serigrafiado por Andy Warhol e,
incluso, aparece parodiado en Los Simpson.
El primer Museo de
Beethoven en Viena abrió sus puertas con la propuesta de descubrir al
compositor a través de seis salas que reflejan distintos aspectos de su vida
desde que llegase a la capital austríaca en 1792 hasta su muerte en 1827.
El museo se sitúa en la
casa de las afueras de Viena a la que Beethoven se mudó en 1802 por
prescripción médica, para intentar calmar las molestias que le causaban las
distintas enfermedades que padecía, sobre todo su incipiente sordera.
“Hemos atendido en detalle
la composición de cada sala, para que cada una tenga su propia atmósfera y su
visita sea una experiencia en sí misma” apuntó en una rueda de prensa William
Kinderman, comisario del museo.
La exposición muestra cómo
afectó al músico mudarse a Viena cuando era un joven de 22 años impresionado
por la Revolución Francesa, admirador de los valores liberales y de Napoleón
Bonaparte.
Su traslado no solo
implicaba convivir con la ausencia que había dejado la reciente muerte de Mozart,
de quien quiso ser discípulo, sino adaptarse a las rígidas formas de la corte
de los Habsburgo.
El compositor pasó toda su
vida entre dos mundos totalmente herméticos, la burguesía a la que pertenecía,
y la aristocracia, que le aceptaba por su fama pero que siempre marcó barreras
sociales que el compositor no podía traspasar.
El hilo conductor de las
seis salas que componen la muestras es, lógicamente, la obra de Beethoven, que
es la banda sonora de cada una de las salas.
La exposición permite al asistente
asomarse al proceso de composición del músico. En la estancia “Composición”
encontramos bocetos originales y pantallas interactivas muestran las distintas
variaciones que hizo Beethoven a la hora de crear grandes obras como la
sinfonía “Heroica” o la sonata “La Tempestad”.
En la misma sala conviven
sus grandes obras con el lado más oscuro de su vida, su progresiva sordera.
La exposición permite al
usuario hacer uso de unos auriculares que reproducen en bucle la Novena
Sinfonía, que va perdiendo volumen y nitidez, reflejando el proceso de pérdida
de audición del artista que le dejaría completamente sordo en 1818.
Las diferentes cornetas
auditivas que usó Beethoven conforme avanzaba la enfermedad y los instrumentos
que utilizó para poder seguir componiendo tras quedarse sordo comparten espacio
con el “Testamento de Heiligenstadt”, una carta dirigida a su hermano que nunca
envió y que refleja la desesperación de Beethoven ante su pérdida de oído.
Lisa Noggler-Gürtler,
comisaria de la exposición subrayó a Efe que el objetivo de este museo es
llegar a todos los públicos.
“Nos pusimos en la mente
de un chico de 16 años al que Beethoven solo le suena por ‘La naranja
mecánica’. Para ello hemos potenciado, entre otros, la interactividad de la
muestra”, explicó.
El museo busca, en
definitiva, mostrar al hombre detrás del mito, pero de una manera particular.
Lejos de los museos clásicos que piden distanciarse de las obras, invita al
visitante a conocer al compositor por su propia mano.
El museo pide a sus
visitantes a través de pantallas táctiles, pequeños gramófonos y grabaciones de
conciertos que toque, sienta y oiga al compositor, para que, en palabras de
Noggler-Gürtler, “todo el mundo viva a Beethoven y que no solo recuerde a una película
de Stanley Kubrick”.
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