ESPAÑA. Un estudio sobre
30 asesinos (condenados y con sentencia firme) realizado por Isabel Marzábal,
una investigadora que ha trabajado por años como secretaria judicial en
Barcelona, revela que “hay elementos en el tratamiento periodístico que pueden
estar ayudando al asesino a considerar que el objetivo cumplido por un homicida
anterior coincide con el suyo y, al mismo tiempo, pueden estar provocando que
individuos con “tensión conductual” alta ejecuten la misma conducta en cuanto
tienen conocimiento de que otros la han puesto en práctica”. ¿Las informaciones
producen un efecto imitación o un refuerzo de la idea de matar? “No son
excluyentes”, responde la autora.
Paralelamente, la
investigadora analizó las informaciones que ofrecieron los medios de
comunicación sobre esos 30 casos, a través de los archivos de los diarios El
País y La Vanguardia y del canal de televisión Tele 5, de España. E hizo algo
más, analizó todas las noticias de agresiones o muertes de mujeres que se
divulgaron con anterioridad a cada uno de los casos analizados; con ello
estableció dos baremos, las noticias de muertes de mujeres desde cuatro días
antes al asesinato y desde diez días antes para determinar si hubo algún efecto
imitación.
Marzabal descubre que, en
el 92,1% de las informaciones sobre asesinatos de género, nunca se cita las
condenas que sufren los agresores. Y ese es un dato que debería considerarse.
“Por regla general, las
informaciones abundan en datos de la víctima, incluso divulgan una foto suya,
casi nunca del asesino. A veces se recrean en aspectos morbosos del crimen,
aspectos todos ellos que terminan infundiendo miedo en las mujeres. Y, nunca o
casi nunca”, concluye, “se citan las consecuencias”.
Marzabal recomienda
ofrecer el teléfono de asistencia a maltratadas en este tipo de informaciones y
anima a que se divulguen las sentencias. Respecto a las condenas, un reciente
estudio del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) señala que las penas han
ido en aumento: la media ha subido a 18 años y tres meses, a diferencia de los
señalado en el estudio anterior (de 2012), cuando el promedio de las condenas
estaba en los 17 años. Sobre este punto, se aprecia en diversos estudios cómo
los jueces son cada vez más severos con la violencia de género.
Cómo progresa la idea de
matar a la pareja en la mente del asesino es un asunto por estudiar, que haría
necesario algo así como un estudio forense de los casos.
“Habría que remontarse muy
atrás, estudiar la conducta del asesino con mucha anterioridad, a veces se
pueden tener algunas señales en las visitas que hace la pareja al médico”,
apunta Antonio Andrés Pueyo, criminólogo, psicólogo forense y director de la tesis
de Marzabal.
Pueyo asegura que las
estadísticas de Sanidad son más fiables que las de Interior a la hora de
calibrar los casos de maltrato de mujeres, e incluso los de asesinatos.
“La Guardia Civil ha hecho
algún intento de hacer un análisis forense, pero en realidad la investigación
se limita a la instrucción del caso, que acaba con la detención y la condena
del agresor”, señala Marzabal en un artículo publicado por el peiódico El País
bajo el título: “30 asesinos de mujeres bajo la lupa”.
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