Lincy
Kasahara
Apreciado Euri, el pasado
sábado 2 de mayo recibí tempranito por correo electrónico una carta que hiciste
pública dirigida al expresidente de la República Dr. Leonel Fernández Reyna,
aconsejándole que como presidente del PLD “debe poner todo de su parte” para
evitar una división en esa organización política que ponga en riesgo inclusive
la permanencia en el poder y quién sabe cuántas otras consecuencias más.
Observo que sostienes la
misma teoría de la mayoría de los “opinólogos” defensores de reformar la
Constitución (y otros que dicen que como son reeleccionistas también la apoyan,
como si una cosa y otra fuera lo mismo)... de que la autoridad de Leonel se ve
cuestionada ante la insubordinación de los legisladores seguidores suyo por no
acatar la orden impuesta por una mayoría (23) del Comité Político. Argumentas
que se debe cambiar la Constitución para restaurar la reelección consecutiva, y
permitir de esta manera que el presidente Danilo Medina sea el candidato, por
ser más potable y mucho más seguro para que el PLD pueda permanecer en el poder
hasta el 2020... y no más de ahí, según una “cláusula” que se agregaría.
La carta a Leonel, en
donde especificas la escribes por el nivel de afecto, admiración, respeto,
agradecimiento y que nunca le harías daño, le invitas y hasta le persuades a
reflexionar sobre lo grandioso que sería modificar la Constitución, porque
aunque le abriría las puertas de la reelección a Danilo Medina, también es
cierto que la alta tasa de rechazo de Leonel dificultaría ganar en primera
vuelta al PLD, mientras que Danilo sería un clavo pasa’o y aquí lo importante
es que ellos como partido sigan gobernando para continuar con los proyectos del
PLD.
Todo luce razonable para
aquellos que analizan la política desde la óptica de la ausencia de valores y
principios en su práctica, sin ningún tipo de miramiento ni pudor en si podría
ser ético o no tal o cual tema. Total, ya la población tiene la percepción de
que “todos los políticos son iguales”. Si piensan que se compraron alguna que
otras voluntades, aunque no sea así, no importa, si esto implica abrir heridas
fuertes en esa organización... eso se arregla en el camino...
Pero mi pregunta, Euri, a
propósito de la coherencia de la vida de nuestro señor Jesucristo, es la
siguiente... ¿Por qué mataron a Jesús?... ¿No se dio cuenta Jesús de las
consecuencias de sus actos y aun así no dio un paso atrás y las aceptó
plenamente?
Leonel siempre ha sido
coherente respecto al tema de la reelección, él no favorece modificar la
Constitución para que el Presidente de turno sea favorecido porque no es ético,
y así lo demostró en el 1998 y de nuevo en el 2011, cuando al igual que Danilo
se vio tentado y presionado por un grupo de los que le acompañaban en el tren
de gobierno, resistiéndose en una y otra oportunidad ante tan tentadora
propuesta que con el tiempo luce indecente,
¿Y por qué pedirle a
Leonel que abandone sus principios?... ¿No debe ser lo contrario, que los
abrace ahora más que nunca por ser éste el presidente de todos los peledeístas,
y por lo tanto, el líder de todos ellos, incluyendo a Danilo?... ¿Cómo creer en
un líder que hoy dice una cosa y mañana otra?... ¿Cómo respetarlo, cómo
valorarlo?
Euri, tú eres cristiano y
sabes mejor que yo que Jesús, el líder más grande de toda la humanidad y de
todos los tiempos, fue fiel a sí mismo y a sus principios y a los de Dios, antes
que salvar su propia vida...
Pedirle a Leonel cambiar
de parecer o a los legisladores “insubordinados” que voten porque así lo manda
el CP, por algo en lo que él y ellos no creen es una falta de consideración a
ese afecto que dices tener a uno de tus líderes. La política y nuestros
políticos deben dar un ejemplo a la sociedad de que no podemos seguir dando
tumbos, todo según la conveniencia de uno o de otro. Y esta pobre sociedad
esperando ver desprender alguna migaja de lo que como derecho fundamental,
según lo establece nuestra Constitución, le pertenece.
Lo que se observa en el
panorama político dominicano es una admonición para nosotros, que estamos
acomodándonos siempre a todos los vientos, con tal de evitar consecuencias o
seguir sirviéndonos cómodamente con la cuchara grande.
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