Karla logró escapar de una red de trata después de 4 años
de estar cautiva, dos abortos y una hija. Ahora, se dedica a ayudar a otras
mujeres en situaciones similares dentro y fuera de México
Con sólo 12 años de edad, Karla fue raptada por su novio y
obligada a prostituirse con un mínimo de 30 hombres por día en un hotel del
centro histórico de la ciudad Puebla de Zaragoza, en México.
"Soy sobreviviente de la trata de personas, y me
empezaron a prostituir desde los 12 años hasta los 16. (...) Es algo muy
difícil. Mucha gente cree que muchas de las chicas están ahí por gusto. Y no es
así", comienza su relato.
De acuerdo con una entrevista que le hizo el Periódico
Central de México, Karla vivía en el Distrito Federal cuando su novio, de 21
años, la sacó de su casa con la promesa de una mejor vida. Por ese entonces,
"él no hacía otra cosa que llenarme de elogios, prometerme matrimonio y
una vida de ensueños", relata la víctima.
"SOY
SOBREVIVIENTE DE LA TRATA DE PERSONAS, Y ME EMPEZARON A PROSTITUIR DESDE LOS 12
AÑOS HASTA LOS 16. ES ALGO MUY DIFÍCIL"
"Yo decía '¡Wow, qué vida me espera!'... no podía
creerlo", dice Karla hoy. Pero cuando la sacó de su casa, la llevó a
prostituirse a Puebla y Tlaxcala. En la ciudad de Puebla, vivió varios meses
siendo trasladada intermitentemente entre Zacatelco y el Centro Histórico de la
Angelópolis. Allí, le asignaron un cuarto en el hotel Río.
A partir de ese momento, comenzó su pesadilla. Karla fue
prostituida bajo amenaza de que matarían a su familia. Cada día debía mantener
relaciones con un mínimo de 30 hombres, por poco menos que el equivalente a 7
dólares, que iban para los dueños del negocio.
En el tiempo que estuvo en ese semicautiverio, Karla tuvo
su primer embarazo, con 14 años. "Iba a tener gemelos, pero los perdió en
un aborto", detalla Rosi Orozco, presidente de la asociación Unidos contra
la Trata, con la que Karla colabora como vocera ante otras mujeres y jovencitas
para relatar su caso.
Un tiempo después, Karla volvió a embarazarse de su actual
y única hija. Entonces fue amenazada con que se la quitarían, la matarían o se
la arrebatarían para que cuando creciera también fuera prostituida.
Después de 4 años de martirios, Karla logró escapar
gracias a un cliente de unos 60 años que sólo pagaba para conversar con ella.
Ese hombre era Jorge Calvario Becerra. Pasó un año hablando con Karla y poco a
poco la convenció de salir del hotel un día acompañada por él.
Después de su escape, Karla cuenta su historia para intentar
ayudar a otras mujeres en su situación. Gracias a la organización Unidos contra
la Trata, ha dado charlas en el extranjero, ha visitado el Vaticano -donde se
entrevistó con el Papa en dos oportunidades-, conoció a la reina Rania de
Jordania, a la duquesa de Cornwell, Camila Parker y al príncipe Carlos de
Inglaterra, entre otros.
Redes de trata, una
extendida realidad de maltratos y abusos
Los hombres que se encuentran a cargo del negocio no
tienen piedad de las niñas que captan. Una vez trasladadas a su lugar de
trabajo, no desperdician un solo día. El corredor Puebla-Tlaxcala, según datos
de Unidos contra la Trata, es el segundo con más casos a nivel nacional debido
a que en la zona se capta, se traslada y se prostituye a mujeres de al menos 11
estados de todo México.
A estas mujeres se las obliga a trabajar arduamente y los
fines de semana pueden duplicar sus faenas diarias de trabajo sexual en
servicios de un máximo de 30 minutos.
Las niñas que son captadas para trata de personas se ven
sometidas a todo tipo de ultrajes. Karla narró que le tocó ver cómo niñas no
desarrolladas, de diez años aproximadamente, eran operadas para implantarles
senos y comenzar a ser prostituidas. Niños también, entre los 8 y 10 años, eran
utilizados para satisfacer los deseos sexuales de hombres que pagaban más caro
por esos servicios.
Según datos de Unidos contra la Trata, el 85 por ciento de
las víctimas de explotación sexual son mujeres, mientras que el otro 15 por
ciento son varones. Las edades más comunes entre las rescatadas de la zona
Puebla-Tlaxcala son niñas de entre 12 y 16 años, precisamente la edad que pasó
Karla en los burdeles del Centro Histórico de Puebla.
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