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Un hombre que descifra la muerte

sábado, 18 de junio de 2011

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Istra Pacheco / Primera Hora
Edwin Crespo es el único científico en Puerto Rico y el Caribe que puede ayudar a esclarecer un crimen o detallar los que fueron los patrones de conducta de una persona con tan sólo mirar sus huesos y dientes.
Su preparación como antropólogo forense es tan especializada que podría fácilmente ser uno de los protagonistas de una serie de televisión como CSI o Bones.
El único detalle es que su profesión estudiando osamentas no tiene ese glamour que se ve en la pantalla chica.
El experto, que se encarga de descifrar los misterios que entraña un esqueleto o un cuerpo en estado de descomposición, trabaja en talleres que todavía distan de esas instalaciones hi-tec con equipo ultrarrápido que muestra resultados en forma de hologramas.
Sin embargo, eso no ha sido un obstáculo para realizar sus labores como perito en el Instituto de Ciencias Forenses (ICF). O el de profesor en la Universidad de Puerto Rico (UPR), donde ha montado un laboratorio a lo boricua en uno de los muchos apartamentos que servían de residencia de profesores.
Allí hay cajas plásticas estibadas por todas partes, rotuladas con marcadores y llenas de huesos. En el cuarto principal, entre otros instrumentos, destaca un microscopio, cubierto por un plástico para protegerlo de la humedad, y un esqueleto que cuelga de la pared, así como herramientas básicas para la enseñanza.
“Muéstrame tus huesos y te diré quién fuiste”, dice Crespo para resumir su profesión.
¿Cuánto se parece lo que usted hace a lo que se ve en televisión?
“Sin lugar a duda, esos programas han motivado el interés del público general a entender lo que es la ciencia forense. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado porque una cosa es lo hollywoodesco y otra la realidad, sobre todo en cuanto a la expectativa de tener resultados de una investigación de un crimen en 20 minutos. Eso es imposible”, afirmó.
El experto asegura que estar constantemente rodeado de la muerte no le ha cambiado su visión de ese paso natural.
“Yo creo que, más que la muerte, lo que ha cambiado en mí con los años es mi forma de ver la vida. Yo creo que todos aquellos que estamos un poquito más expuestos a ese ámbito de vida y muerte empezamos a ver la vida diferente, a valorarla más”, indicó.
Fascinación de niño
A Crespo siempre le gustaron la historia y la ciencia. Cuando estudiaba en la escuela pública Pedro Albizu Campos en Levittown se interesó por las momias, los sarcófagos y las pirámides.
Curiosamente, la vida lo llevó a estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y desde allí pudo examinar a fondo restos encontrados en el complejo arqueológico de Chichén Itzá en la Península de Yucatán.
En ese punto de su carrera ya sentía que había logrado parte de lo que siempre se propuso.
Posteriormente, terminó su posgrado en Estados Unidos. Y, aunque pudo quedarse allá, decidió aportar a su patria su granito de arena.
Por eso le molesta cuando se busca en el exterior el expertisse que hay en científicos del patio.
“A veces se prefiere traer gente de afuera, y la gente de afuera dice: ‘pero si usted tiene a fulano de tal ahí, en Puerto Rico, ¿para qué me llama a mí?’”, relató.
Con la politiquería le pasa igual.
“Las agencias del Gobierno están desconectadas de la Universidad. Se están desaprovechando tantos y tantos recursos porque a veces se tienen concepciones equivocadas sobre el valor de lo que se enseña y se hace en el recinto”, destacó.
Muchas metas
Y si le parece que ser el único especialista en su rama en toda la zona del Caribe es mucho, sepa que eso no es suficiente para Crespo.
El antropólogo forense tiene muchos proyectos pendientes que, de concretarse, pondrían el nivel de investigación científica de la Isla en la estratósfera.
Primero, quiere establecer aquí una colección completa de esqueletos humanos con todo tipo de condiciones para usarse como referencia más cercana de la que ofrecen los libros.
“Es la mejor forma de enseñar, porque puedes comparar traumas, enfermedades, características biológicas”, explicó.
“Yo lo tengo como una propuesta escrita y espero que se materialice”. La última palabra la tiene la administración universitaria, que no le ha contestado aún, aseguró.
Otra idea, que podría asustar a los puritanos pero que cambiaría el rumbo educativo, es la de crear un body farm o granja de cuerpos. Con el respeto a las osamentas que le caracteriza, podría disponer de esos cuerpos que nunca se reclaman al ICF para fines científicos, y que los estudiantes vean los patrones de descomposición.
“Ahora, yo llego a una escena y un fiscal me puede preguntar a mí cuánto tiempo lleva un cuerpo ahí. Yo no puedo decirle con precisión porque no tengo la investigación científica en mi contexto y eso es bien importante”, señaló.
“A veces se nos pregunta a los que estamos en el ámbito forense si hemos perdido un poquito la sensibilidad, y no. Tenemos sensibilidad, claro que sí, lo que pasa es que una cosa es nuestro trabajo y otra cosa los aspectos sentimentales”, dijo.
O sea, ¿que todavía se le revuelve el estómago?
“Sí, hay casos que a veces le llegan a uno, pero ahí es donde uno tiene que sacarse de prejuicios y trabajar con los métodos y técnicas científicas de las que uno dispone para poder tener la información necesaria”.

 
 


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