Janet González Bolívar / Primera Hora
Sentir celos de una forma moderada es algo que prácticamente todos hemos experimentado. Ese miedo a que nuestra pareja prefiera a alguien por encima de nosotros, o el coraje que nos invade cuando un extraño se fija atentamente en nuestra media naranja, nos demuestra que estamos más que expuestos a sentirnos celosos.
De hecho, los expertos en conducta aseguran que estos sentimientos son normales y hasta sanos, siempre y cuando no excedan los límites. Los celos comedidos, por ejemplo, pueden ser estimulantes cuando provocan que ambos estén atentos al otro. Éstos, como resultado, representan un complemento más para demostrar el interés que se tienen y sienten hacia la otra persona.
El psiquiatra Douglas Romero, del Centro de Mejoramiento Personal, afirma precisamente que los celos “pueden ser beneficiosos en forma limitada”. De acuerdo con el experto, se trata de emociones que “permiten que la pareja cree lazos más profundos y protegen de amenazas a la relación”. Además, “ayudan a definir qué es lo que esperamos de una relación, así como lo que es aceptable y qué no”.
El lado oscuro
Los celos excesivos, por otro lado, son otra historia. Estos sentimientos atormentadores son los aparecen cuando se experimenta un deseo exagerado de poseer -de forma exclusiva- a la persona amada. No son, bajo ninguna circunstancia, sinónimo de querer más o apasionadamente.
Muy por el contrario, los especialistas afirman que el celoso enfermizo -ése que no tiene paz ni tregua- rara vez logra algo bueno para la relación. Su desconfianza, incredulidad y sospecha permanente sólo consiguen desgastar los sentimientos de la pareja. Al final, muchas relaciones terminan por convertirse en una prisión.
La sexóloga Carmen Valcárcel explica que “el celo surge de la idea de que somos los dueños de algo o alguien”. Se manifiestan cuando aparece “un miedo de perder a alguien que consideramos nuestro y del coraje de que esa persona puede seguir con su vida aún sin nuestra intervención”.
Al igual que el psiquiatra Romero, la experta en sexualidad coincide en que “esas emociones son normales y parte de la experiencia humana”. Aclara, no obstante, que “cuando se pierde el control de la respuesta a esos sentimientos se convierten en enfermizos”.
“Los celos enfermizos son aquellos donde se acaba haciendo daño a la persona u objeto que nos pertenece (‘si no es mía, no es de nadie’). También son aquellos que nos hacen actuar hacia otros de forma viciosa”, precisa la Dra. Valcárcel
El celoso patológico, por ejemplo, le exige a su pareja que no esté con nadie más bajo ninguna circunstancia, le impone que no debe relacionarse con personas del otro sexo, y siempre está viendo detalles o signos de infidelidad.
De ahí que el celoso viva en una angustia constante, sufriendo toda clase de consecuencias destructivas como nerviosismo, tristeza, aislamiento y falta de confianza.
“Cuando no se logra ese control de nuestros sentimientos y se es inmaduro emocionalmente, se intenta compensar controlando las acciones de la pareja. Esto fomenta un ciclo de violencia emocional que puede llegar a toda clase de actos”, advierte la sexóloga.
En la cama
Los celos exagerados pueden, asimismo, acabar con la pasión entre las sábanas. Éstos son un gran enemigo de la energía sexual, pues la persona afectada se siente angustiada, hostigada y hasta deprimida, limitando así su entrega total.
“En una relación plagada por los celos, se desarrolla un ciclo de chantaje emocional y coerción física para obtener gratificación sexual”, asegura la Dra. Valcárcel.
“Para alguien con celos enfermizos, negarse a tener relaciones sexuales puede verse como el signo de que hay ‘otro’ u ‘otra’. Pueden desarrollarse disfunciones sexuales donde el o la integrante de la pareja que resiente los celos deja de tener deseo o excitación sexual”, revela.
De hecho, el celoso patológico no sólo puede estar desechando una oportunidad de enamorarse aún más de su pareja, sino que entabla una competencia ciega contra alguien que -muy probablemente- no exista.
Como regla básica, los expertos en la conducta aconsejan a las personas que se encuentran en estas situaciones buscar ayuda profesional. Para modificar conductas, es importante reflexionar sobre los comportamientos negativos y aprender a controlarlos. La meta debe ser trabajar hacia una relación sana, respetuosa y feliz.
“Lo más importante para manejar los celos es estar claro que los celos excesivos llevan a que trates mal a tu pareja. De esa forma, vas a alejar a la persona que quieres que esté contigo”, concluye el psiquiatra Romero.
Aprende a superarlos
Los celos pueden vencerse si sabes qué hacer para lograrlo.
1. Evita los pensamientos destructivos. Sustitúyelos por otros que te den confianza en ti mismo.
2. Esfuérzate por ser positivo. Diferencia los hechos reales de los que son producto de tu imaginación.
3. Confía en tu pareja. Evita ese deseo impulsivo de interrogarla sobre dónde y con quién está cada cinco minutos.
4. Comunícate. Habla con tu pareja de lo que te sucede en un momento en que te sientes intranquilo.
5. Busca tu crecimiento personal. Explora alternativas para trabajar a favor de tu autoestima e independencia.
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