Reynaldo Hernández
Ante la divulgación de la
dolce vita que
lleva el potentado ministro Administrativo de la
Presidencia, el todo poderoso
hombre del Ajo, Jose Ramón Peralta,
claro está, con la connivencia
del presidente Medina, es que
uno colige el
por que aun
cientos de ex
empleados no se les paga
sus prestaciones económicas
como lo establece la
Ley 41-08 de Función Publica.
A sabiendas de los gastos enormes que en la
buena vida se
da el flamante funcionario, donde,
según lo publicado, en un
solo mes ingirió, gasto más
de un millón
de pesos en finas bebidas
etílicas, almuerzos, regalos para
los mismos empleados de
esa dependencia.
Solo en una nación
dirigida por camorras, donde
los recursos del erario
son manejados al antojo
y orden de
quienes están llamados a ser
guía del gasto público, empero, el
lujo de este ministro
contrasta con la maldita
pobreza de millones
de ciudadanos que ,
de seguro saldrán a
sufragar por este tinglado
de mal agüero.
Revela el Defensor del
Pueblo, otra entelequia
con rango constitucional, que en
el despacho de José Ramón
Peralta duermen cientos de expedientes en materia de
pago de prestaciones económicas a
ex servidores del Estado, cancelados desde hace
años, empero, los organismos
donde fueron despedidos alegan
que no cuenta con los recursos
para saldar dichos pagos,
remitiendo al ministro
Administrativo de la
Presidencia proveer los fondos, en tanto, el
millonario funcionario vive, gracias
a los dineros del pueblo
como todo un jeque petrolero,
de cuyo lujo, su
despacho lo evidencia, por
encima del primer
mandatario.
A la
fecha, según la dirección
jurídica del Defensor
del Pueblo, el ministro
Administrativo de la
Presidencia ni responde, ni
le importa eso, el
apoyo de Danilo Medina le da
fuerza para ello
Ex empleados del
INDRHI, Migración, Obras Públicas,
Salud Publica, Portuaria,
Comedores Económicos, entre otros,
llevan años esperando
sus prestaciones, en momentos
que todo el tinglado del
gabinete observan fortunas, todas, luego
de llegar a
la dirección de los
fondos públicos.
Con el tiempo,
en esta nación de
fasto, no harán falta
diálogos, encuentros,
entendimiento, no, harán falta
domadores de insurrecciones.
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