Hediberto
Pichardo. MA
La historia de la
Republica Dominicana que se inició el 27 de febrero de 1844 y no antes de esa
fecha, está llena de interesantes episodios que han llenado de gloria a este
pueblo luchador que ha pasado por diferentes vicisitudes hasta llegar a
consolidar su soberanía.
En esas luchas del pueblo
dominicano, no solo han participado hombres, que son los que más se reconocen
por injusticia de muchos historiadores, también lo han hecho mujeres, que
aunque ciertamente no estuvieron en los campos de batalla su decidida
participación resulto ser decisiva para la consecución de la emancipación
nacional.
Gracias al aporte de
Vetilio Alfau Duran tenemos un interesante libro titulado: Mujeres de la
independencia, en donde encontramos alrededor de más de 15 mujeres que participaron
de una u otra manera para la proclamación y consolidación de la libertad frente
al pueblo haitiano.
Una de las mujeres más
mencionada y recordada lo fue María Trinidad Sánchez, cuyo nombre lleva esta
provincia por disposición del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo Molina, cuando
el 1 de enero de 1959 decidió sustituir el nombre que tenía nuestra provincia,
el de Julia Molina en honor a su madre,
por el de la heroína de febrero como fue llamada por el ilustre historiador y
director del archivo general de la nación Roberto Cassa.
Pero es importante tener
en cuenta que durante el siglo XIX la
vida pública tal como establece Roberto Cassa en su libro Heroínas nacionales
estaba reservada para una minoría sobre todo gente de ciudad y en el caso de
las mujeres, estas se encontraban siempre ausente de los hechos que tenían que
ver con la historia.
Incluso para reforzar lo
antes señalado por el reputado intelectual, en la época en que vivió María
Trinidad solo los varones podían estudiar fuera del hogar, mientras que las
jóvenes solo recibían una educación elemental en el seno de su hogar por parte
de la madre.
María Trinidad Sánchez
nació el 16 de junio de 1794 en la ciudad de Santo Domingo, fue la segunda de 3
hermanos. Es decir que este viernes
estaremos celebrando su 223 aniversario. Su padre fue Fernando Sánchez, quien
tenía antepasados que habían sido esclavos y su madre Isidora Alfonseca, aunque
en los registros de la iglesia católica aparece como Isidora Ramona, por lo que
su apellido no le fue registrado.
Trinidad, como les
llamaban, era hermana de Narciso Sánchez, padre del patricio Francisco del
Rosario Sánchez del Rosario (su verdadero nombre completo), por lo que nuestra
heroína era tía de este último.
Su padre se dedicó a
administrar fincas de ganados y otras propiedades que habían sido abandonadas
por algunos criollos, que se habían marchado de la colonia de Santo Domingo
cuando esta había pasado a manos de Francia por la firma del tratado de Basilea
firmado en 1795.
María Trinidad fue una mujer
de una profunda convicción religiosa católica, al extremo de que le sugirió al
padre de Sánchez (Narciso) que se casara con la madre del padre de la patria
Olaya del Rosario, con el fin de que su hijo fuera legítimo y no natural. Ella
poseía un semblante dulce y tenía un humor especial.
Según Juan Francisco
Sánchez (hijo de Francisco del Rosario), ella nunca abandono la ciudad y el la
consideraba como una beata. Trabajo arduamente en la iglesia dedicada a la
virgen del Carmen. Fue una mujer humilde económicamente hablando. Su casa era
un bohío de tablas. Se dedicó a coser y llego a ser una costurera de prestigio
reconocida en la ciudad de Santo Domingo.
Nuestra valiosa heroína le
tuvo un aprecio especial a Sánchez y este era visto como su sobrino favorito.
En su vida religiosa llego
a tener una estrecha relación con las monjas del convento de Santa Clara y fue
amiga del obispo Tomas de Portes.
Como mujer al fin y
viviendo en la época en que le toco vivir no tenía interés en la política. Pero
debido a que hermano Narciso si se sentía atraído por la política, se acercó a
esta actividad.
Como sabemos, ella tuvo
una destacada participación la noche del 27 de febrero de 1844 por ser tía de
Sánchez, que culminó con la fundación de la república. Debemos recordar que su
sobrino sustituyo a Duarte en la ausencia del padre de la patria, cuando este
tuvo que salir hacia el exilio antes de la proclamación de la independencia.
Cuando Sánchez era
perseguido, ella les daba refugio y apoyo, además de llevarles informaciones
importantes. Se encargó de fabricar capsulas para las armas de los conjurados;
incluso la noche de la fundación de la república, en sus faldas llevaba pólvora
y en virtud de que Concepción Bona no llegaba a tiempo con la bandera nacional,
ella rápidamente cosió una agregándoles una cruz blanca al pabellón haitiano.
Este último detalle es
importante precisarlo, pues durante mucho tiempo se pensó que María Trinidad
había ayudado a Concepción Bona en la confección de la bandera, por lo que se
ha expresado eso no ocurrió así. También recordemos que el ideólogo de la
bandera nacional lo fue Duarte cuando en su juramento a los trinitarios
suministro la idea de cómo se debía elaborar el lienzo patrio, Bona solo se
guio de las instrucciones del patricio para elaborarla.
Una vez proclamada la
independencia, las mujeres entraron en una especie de anonimato y solo los
hombres brillaron en los campos de batallas.
Los trinitarios no
pudieron disfrutar de la miel del poder tras la independencia, pues la
dirección del Estado fue ocupado por los conservadores encabezados por Pedro
Santana y luego Buenaventura Báez. Estos jóvenes con Duarte a la cabeza fueron
desterrados por Santana y declarados traidores a la patria.
La insigne mujer de la
independencia junto a numerosas personas insistían ante Santana para que
ordenara el regreso al país de aquellos que lo habían dado todo, pero el
presidente hatero señalaba que no lo podía hacer porque esta era una facultad
del consejo de ministro y en el mismo habían individuos que se oponían a la
vuelta al país de los trinitarios.
Dentro del gobierno de
Santana existían ministros que no congeniaban con el presidente y urdían una
conspiración para derrocarlo. Dentro de estos conspiradores se encontraba Tomas
Bobadilla, una especie de súper ministro. Este célebre personaje armaba la
conspiración y de la misma se había comprometido apoyarla Trinidad Sánchez,
pues el conspirador se había comprometido a que una vez depuesto Santana se
podía lograr que los trinitarios pudieran regresar al país.
Mientras esto se tejía, el
propio Santana armo su jugada maestra. Les hizo comunicar por medio de un
militar de su confianza a María Trinidad que si ella apoyaba una manifestación
contra el ministro Bobadilla, se lograría la destitución de este y luego de que
se le aumentarían los poderes al mismo presidente, este lograría permitir el
regreso de los exiliados, incluyendo a su sobrino Francisco del Rosario.
El nativo de Hincha al
analizar junto a sus colaboradores la magnitud de lo que dicha trama implicaba
comprendió que no era buena imagen para su gobierno ni para el sector
conservador del cual era miembro, entonces hábilmente dispuso que una comisión
militar investigara a los conspiradores de la trama para destituir a Bobadilla
y que estos fueran fusilados. Los militares apresados declararon que María
Trinidad, su sobrino Andrés y otros relacionados formaban parte del plan. De
este modo la heroína fue condenada a muerte junto a su sobrino.
Estando en la prisión,
Bobadilla la visita con el propósito de pedirle que revelara los nombres de los
conspiradores principales y que si lo hacía le perdonaría la vida. Ella
sabiendo de antemano los planes de Bobadilla se negó a delatar a sus demás
compañeros.
El día de la ejecución de
la pena de muerte, mientras la gente lloraba y lamentaban su desdicha, ella se
tapaba los oídos para no escuchar los llantos y no flaquear. Les pidió a su
hermano Narciso que la ejecutara el, pues los guardias titubeaban para ejecutar
la orden, pero el obispo Tomas Portes que la había acompañado se negó, entonces
los guardias cumplieron la fatal orden, precisamente el 27 de febrero de 1845,
justamente al cumplirse el primer aniversario de la proclamación de la
república.
Murió la heroína y mujer
de febrero a la edad de 50 años. Sus restos descansan en el panteón nacional,
el mismo lugar donde posan los restos de su verdugo Pedro Santana, cuyos
fósiles fueron trasladados por órdenes del doctor Joaquín Balaguer en una de
sus decisiones más controversiales y que este autor espera que algún día sea
retirado de ese lugar sagrado.
Gloria y honor a nuestra
heroína y mujer de febrero: María Trinidad Sánchez.
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