Del
padre Oscar sigo diciendo lo mismo
Por:
Rafael Chaljub Mejía
Mi lugar, Las Gordas,
Nagua, se dispone a celebrar los treinta y cinco años del ordenamiento
sacerdotal de uno de sus hijos más insignes, el padre Oscar Peña Paredes. A
propósito, repito lo que he dicho muchas veces. Oscar no es bueno por ser
sacerdote, sino que es sacerdote porque es bueno.
El sacerdocio puede
haberlo mejorado, pero me consta que fue bueno desde niño.
Lo vi nacer y crecer en el
hogar de doña Nena y don Sarito, Rosario Peña, por su nombre de pila. Gente
honesta, discreta, de buen vivir, de sólida militancia católica. Cabezas, no
simplemente de una casa, sino de un hogar en el que levantaron una familia
numerosa que se educó en valores, en principios y virtudes que siempre
prevalecieron y pesaron más que los pecados y defectos que, como humanos al
fin, debieron tener.
Oscar fue uno de ellos y
lo recuerdo perfectamente. De poco hablar, respetuoso, comedido, con una sonrisa
amistosa en el semblante, dedicado al estudio. Se inclinó hacia el sacerdocio,
sus padres y lugareños lo vimos ordenarse y aquí lo tenemos con nosotros.
Presta sus servicios en
San Francisco de Macorís, pero la gente de Las Gordas y sus contornos lo considera
con razón como su sacerdote.
Nadie se lo imaginará como
un provocador ni un insolente, pero el padre Oscar milita y se compromete con
las buenas causas sociales. Cuando esas causas lo reclaman, responde como
ciudadano y como sacerdote. Sus fieles y conciudadanos lo saben.
De él fue la idea de
formar un club deportivo y cultural en mi lugar y fue también el que sugirió
que ese centro se llamara Club Amor y Vida Jorge Chaljub. Fue uno de los
iniciadores del Comité de Homenaje a Tatico Henríquez, aquella celebridad del
merengue típico que, junto a Bartolo Alvarado, puso a Nagua en el mapa
artístico y cultural del país.
Son muestras sencillas de
la relación del padre Oscar con las cosas de su pueblo.
Junto a mi familia
adelanto mis felicitaciones, y espero que el día de la celebración, la gente y
las instituciones del lugar, con la Junta Municipal a la cabeza, lo premien muy
merecidamente. A él le pido que siga siendo como ha sido y le deseo que viva
muchos años, para alegría y orgullo de quienes lo queremos. EL DIA
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