Por Hediberto Pichardo. MA.
Hay
personas que ante las injusticias establecidas por un régimen que no tolera la libertad,
dan un paso al frente y cambian de planes para con su vida; personas que aunque
sus progenitores lo proyectan como individuos preparados para vivir su vida
desempeñando una función que les granjearía benéficos personales, su amor al
prójimo los hace cambiar de rumbo.
Una
de esas personas descritas anteriormente lo fue Eugenio María de Hostos, nativo
de Mayagüez, Puerto Rico, pero que por sus innumerables aportes a muchos países
de América, ha sido llamado el ciudadano de América.
El
pasado 11 de Enero se celebró el natalicio de este gran hombre que había nacido
en 1839, a cuatro años de que los dominicanos proclamaran su independencia.
A
la edad de 13 años, en 1852, sus padres deciden enviarlo a Bilbao, España donde
completa sus estudios básicos y medio e ingresa a la universidad donde estudia derecho,
filosofía y letras.
Note
el amigo lector que para el año en que Hostos viene al mundo, 1839, la gran
mayoría de los pueblos de América Latina, que habían sido colonias de España,
para ese entonces habían proclamados sus independencias y se habían
constituidos en republicas, quedando en poder de la nación hispánica solo los
territorios de Cuba y Puerto Rico.
Hostos,
estando en Europa es influenciado por los aires de libertad y de lucha que se
vivía en el viejo continente y es por ello que decide darle un rumbo a su vida
y dedicarse a luchar por la independencia de su natal Puerto Rico.
Como
era de esperarse, debido a su loable lucha, tiene que tomar el camino del exilio,
pasando un periplo que lo llevaría por varias naciones de América, en donde en
cada una sembró una semilla a favor de la libertad y los derechos humanos.
Visito Venezuela, Colombia, Panamá, Perú, Chile,
Argentina y Brasil.
Como
fue un fecundo escritor, utilizó la pluma para expresar sus ideas a favor de la
libertad de la isla del encanto. Un ejemplo de esto lo fue la novela La Peregrinación
de Bayoan en 1863, en donde le enrostraba a España la terrible situación en
la que se encontraba su patria al estar sometido al yugo explotador de ese,
para ese momento degastado imperio colonial.
Lo
que más nos interesa en este artículo para ustedes en la estadía y fructífera permanencia
de Hostos en nuestro país.
Hostos
llego a Santo Domingo con su familia en 1875, siendo recibido y apoyado por el
héroe restaurado Gregorio Luperón y el partido azul. Aquí realizo una brillante
labor, pues fundó y dirigió el periódico las Tres Antillas. No podemos olvidar
que el aspiraba a la unidad antillana. Pero la labor más reconocida en este
hombre lo fue el hecho de haber fundado la Escuela
Normal para maestros, pues en esa época la tasa de analfabetismo en este
país era muy alta, rondando probablemente más de un 80%.
Debido
a su gran visión decidió formar esta institución para la formación de maestros
que lucharan para erradicar el analfabetismo en la nación dominicana. También Hostos,
influyó en Salome Ureña de Henríquez para la fundación del Instituto de señoritas.
En
la época en que Hostos residió en nuestra amada nación, la educación formal no
estaba al alcance de todos los dominicanos, pues solo aquellos que contaban con
los recursos suficientes podían pagar los estudios de sus hijos en escuelas
particulares o privadas, debido a que la oferta del Estado en materia educativa
era muy limitada. Solo los varones podía estudiar, pues las mujeres recibían
una instrucción domestica que les preparaba para cuando se casaran, salvo
algunas excepciones de aquellas cuyos progenitores contaran con recursos para
pagarle una educación. La iglesia católica era la responsable de dirigir la
educación, lo hacía desde la época colonial, es decir que la filosofía
educativa imperante aspiraba a formar individuos respetuosos de los valores
cristianos, sumisos al gobierno y con escasos conocimientos científicos, donde
el dogma católico era obligatorio, se implementaban castigos físicos y se usaba
el método de la repetición y memorización. La educación dogmática no impulsaba
el desarrollo de las ciencias, por lo que el país no podía avanzar hacia el
desarrollo.
Hostos
en Europa recibió influencias del positivismo, aquella corriente filosófica que
entiende que el único conocimiento verdadero es el científico. Esta corriente
tuvo en Augusto Comte a su máximo representante.
Cuando
Hostos enarbola los postulados del positivismo en este país, plantea una educación
laica, es decir una educación sin religión. Este planteamiento lo va a
enfrentar irremediablemente a la iglesia católica que era la que controlaba la educación
y cuyo mayor representante lo era Fernando Arturo de Meriño, quien enfrento al
antillanista en el plano intelectual, pues entendía que con su forma de pensar
afectaba los intereses de la institución religiosa.
El
gran maestro entendía que la razón era la esencia del ser humano y que el
objetivo de la enseñanza es contribuir al desenvolvimiento de las fuerzas
intelectivas, poniendo a funcionar los órganos de la razón. Propuso una
metodología pedagogía basada en el método subjetivo.
Hostos
defendía la participación de la mujer en la educación, pues él consideraba la
igualdad del hombre y la mujer.
Anteriormente
hemos dicho que Hostos fue un defensor del antillanismo y que dirigió el
periódico las tres Antillas, lo señalamos debido a que el abogaba por la unidad
de Cuba, Puerto Rico y la Republica Dominicana.
Su
estadía aquí no fue todo de color de rozas, pues para la época histórica de su
permanencia en suelo tricolor gobernaba el partido Azul, formado por héroes de
la restauración, entre los que se encontraba Ulises Heureaux (Lilis), el cual
llego a ser dictador durante el periodo 1887-1899 y en su gobierno no se
admitían las ideas de Hostos, por lo que tuvo que ausentarse del país.
Hostos
falleció en nuestro país en 1903 y sus restos descansan en el panteón nacional,
su deseo fue que lo sepultaran aquí y que lo regresaran a su patria, Puerto
Rico, cuando la isla fuera totalmente libre, sueño que aún sigue siendo un
sueño.
Dentro
de sus obras cabe mención: La educación científica de la mujer, Moral social, La
peregrinación de Bayoan, entre otras. Un municipio del país (en la provincia
Duarte) lleva su nombre y calles y avenida.
Concluimos
señalando que el aporte de Hostos a nuestro país es incalculable así como el
que hizo en los países de América que visito, es tanto así, que nuestro Bosch
escribió un libro titulado Hostos: el
sembrador. Su escuela normal permanece abierta, aunque enfrento los embates
de la tiranía trujillista y de la iglesia católica y de ella han salido
incontables maestros, para mí, los mejores con que cuenta la nación.
Aspiramos
a que su lucha por la liberación de Puerto Rico sea retomada y que sus
postulados educativos sean rescatados, hoy precisamente que la calidad de la educación
dominicana es tan deficiente según las últimas mediciones internacionales y
para que finalmente sus restos puedan descansar en paz.
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