Por
Stanislaw Peña
1-En un Estado de derecho,
en el crecimiento de las inversiones (tanto públicas como privadas) deben
incluirse reformas viables que impliquen el desarrollo de los sectores
marginados.
2-El Gobierno dominicano
debe garantizar la permanencia de un fondo crediticio destinado a la pequeña y
mediana empresa.
3-Las clases no se
suicidan. La oligarquía es indiferente ante todo programa de reforma que vaya
encaminado al desarrollo y crecimiento de los sectores marginados.
4-Las reformas económicas
deben coexistir con las instituciones democráticas a fin de garantizar el logro
de un Estado de derecho.
5-Las reformas económicas
son una ineludible utopía en las dictaduras y/o tiranías. Por eso, toda nación
debe evitar a toda costa la implementación de tales formas de gobiernos. Nunca
hubo ni sombra de verdaderas reformas económica en los gobiernos Trujillo,
Batista o Pinochet, por solo mencionar algunos monstruos estadistas de la
historia en hispanoamericana y el Caribe.
6-Cuando se habla de
reforma económica, se alude de automático la reforma política y la reforma social.
Y es que, lo económico, lo político y lo social son elementos inherentes a una
realidad de progreso participativo donde tales elementos no pueden
desarrollarse plenamente por sí solos.
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