La mayoría de la gente no se siente cómoda sacándose la
ropa en público, pero para Mark Haskell Smith, fue una forma de vida.
El escritor estadounidense superó la vergüenza y pasó un
año inmerso en el mundo del nudismo para experimentar en primera
persona lo que escribiría en su próximo libro.
"Así como en los aeropuertos no
se bromea con bombas, con nudistas no se hacen bromas sobre pechos. Y si tienes una erección, lo más probable es que te
pidan que te vayas", dice Haskell Smith.
Esas son solo dos de las muchas cosas que aprendió
mientras visitaba lugares nudistas alrededor del mundo.
De California al sur
de Francia
Su primera parada fue el Desert Sun Resort en Palm
Springs, California.
"Yo estaba aterrorizado. Estaba allí, incómodo y
ansioso en la habitación de mi hotel, poniéndome capa tras capa de bloqueador
solar hasta que finalmente, cuando salí, parecía una baliza altamente
reflectante".
"Todas las personas en la piscina me miraron,
hicieron un gesto como de vergüenza y se cubrieron el rostro", le contó el
escritor al programa Newshour de la BBC.
"Me sentí realmente insultado. Pensé: 'Oigan, yo
tengo 20 años menos que ustedes'", hasta que me miré para abajo y me di
cuenta del efecto del bloqueador solar… pensé: 'Ay, Dios'".
Luego del impasse con el bloqueador solar, el escritor visitó varios
centros turísticos nudistas en Europa. Cap d'Agde, en el sur de Francia, es uno
de los más conocidos.
Una vez pasada la valla de seguridad, que impide la entrada
de transeúntes curiosos o paparazzi, se encuentra todo lo que se esperaría
encontrar en cualquier otra ciudad.
"Excepto que todo el mundo está desnudo", dice
Haskell Smith. "Incluso hay una lavandería, aunque no sé qué lavan en
seco", cuenta el escritor.
"Ir de compras o pasar por un croissant y un café en
la mañana desnudo se me hacía tan raro que en realidad era una especie de
diversión".
"Cuando fuiste a la tienda
de vinos a hablar de las bondades del rosé local sin ropa, entonces, prueba
superada".
Paseo por los Alpes... sin ropa
El escritor se fue de senderismo por los Alpes austríacos
por una semana, con 19 nudistas de toda Europa, también resultó ser
sorprendentemente agradable.
"El aire es muy limpio y el ejercicio es muy duro
porque estás subiendo en altitud, pero no transpiras, por lo que no se siente
incómodo. La
piel es un gran termostato para el cuerpo".
Pero cuando el viento se puso frío y la nieve comenzó a
caer, el escritor no resistió ponerse algo de ropa.
Otros miembros del grupo, en cambio, continuaron igual.
Recuerda a una pareja escocesa. "Simplemente siguieron caminando por el
sendero como 'Mira, esa laguna cubierta de hielo ahí'".
Si un grupo de "textiles" (personas que usan
ropa) se encuentra con los excursionistas desnudos, la mayoría de ellos sonríe
y toma sus cámaras.
"Pero un día nos encontramos con un grupo de
excursionistas cristianos y su líder hizo que todo el mundo girara la cabeza y
mirara hacia el otro lado mientras pasábamos. Yo no lo podía creer. Luego, más
tarde, cuando estábamos haciendo un picnic junto a un lago, los vimos de nuevo
y oraron por nosotros".
Estereotipos
A pesar de irse relajando poco a poco respecto de estar
desnudo en público, Haskell Smith siempre tuvo nervios de último minuto a la
hora de despojarse de su ropa y entrar en un entorno nudista.
"Estos temores están dentro de tu propia cabeza. A
los nudistas realmente no les importa. La
gente que en general uno ve desnuda son actores o modelos, en la televisión o
en la publicidad, así que nos han lavado el cerebro para que pensemos que es
así como hay que verse desnudo".
"Pero la gente desnuda en realidad se ve como
cualquier otra persona. Creo que la idea de aceptar tu cuerpo y los cuerpos de
otra gente como son es realmente saludable. Nuestra sociedad necesita todo tipo
de tolerancia y este es un buen lugar para empezar", dice.
Lo que encontró fue un fuerte sentido de comunidad entre
los diversos grupos de personas que conoció: desde médicos hasta bomberos,
pasando por oficinistas y profesores universitarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario