Por Lito Santana
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) llegó al
punto que no debió llegar.
Las contradicciones que parecían fintas de artes
marciales, se convirtieron en guerra entre samuráis y las heridas son tan
profundas que por buenas que sean las suturas serán difíciles de curar. Y si se
curan, las cicatrices se verán a leguas sin importar la intervención de
cirujanos plásticos por reputados que sean.
Muchos creen que el problema ha venido por las ganas que
tiene Danilo de repetir en el Palacio Nacional cuatro años más “y nunca jamás”
y otros tantos piensan que la fisura está por el deseo de Leonel Fernández de
sentarse en la Silla Presidencial. Pero no. Esa situación de confrontación
viene desde 2007 cuando Fernández aspiró de nuevo a la Presidencia cuando
Danilo creyó que era a él que le tocaba. De esos días para acá la vieja amistad
y alianza estratégica entre estos dos colosos del PLD quedó lastimada. Y no
hubo forma de curarla. Sólo que para ese tiempo las circunstancias fueron un
tanto distintas.
Los leonelistas justificaron que la Constitución le
permitía aspirar y los danilistas afirmaron que fueron derrotados por el
Estado. Ahora “es lo mismo, pero distinto”, como dice Don Quimedes allá en mi
campo. El Estado es Danilo. Y Leonel el aspirante. La unidad del PLD pende de
un hilo y los danilistas acusan a Fernández de sublevarse ante la resolución de
su Comité Político que procura la reelección de Medina. Los leonelistas acusan
a Medina de imponer de manera mecánica esa resolución tras agenciarse el apoyo
de la mayoría de ese organismo.
El tranque ya es inocultable y quienes afirmaban que el
éxito del PLD, entre otras cosas se debía a que sus jefes sabían lavar sus
trapos sucios y tenderlos donde nadie los vea, se han sorprendido por la facilidad
con que la brisa y el sol sacuden esas prendas.
Cuando ya sea tarde y llegue el momento del desguañangue
total, habrá que salir a buscar a quién dividió el PLD, no sólo para destruir
ese partido, sino para perjudicar al país que le necesita, no necesariamente en
el poder, sino como un instrumento de sustento de la democracia. La pregunta
entonces será, ¿quién dividió al PLD, los que se impusieron por las razones que
sean en el Comité Político o los que se declararon en rebeldía?.
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