El presidente lleva
prometiendo una reforma migratoria desde que era candidato, =
SILVIA AYUSO/El
Pais/ Washington 20 NOV 2014
¿Qué tienen en común cerrar Guantánamo y la reforma
migratoria? Los dos son proyectos que Barack Obama prometió en los primeros 12
meses de su mandato pero que, transcurridos casi seis años en la Casa Blanca,
siguen aún con el sello de “pendientes”.
Con el anuncio de acciones ejecutivas que protegerán de la
deportación, aunque sea solo temporalmente, a hasta cinco millones de
indocumentados, el presidente demócrata trata al menos de paliar la falta de
acción legislativa en uno de los pilares en que habría querido que repose su
legado cuando, en 2016, concluya su mandato.
“Los votantes latinos apoyaron a este presidente no una,
sino en dos ocasiones”, recuerda Maribel Hastings, de America’s Voice, una de
las organizaciones que más fuerte venía pidiendo una acción unilateral de
Obama. “La comunidad latina e inmigrante ha sufrido en carne propia los efectos
de la maquinaria de deportaciones bajo esta presidencia y en tanto puede
concretarse una reforma migratoria, lo justo es que se gire una orden ejecutiva
que los beneficie a ellos y al país”, sostiene. Al fin y al cabo, añade, “una
promesa es una promesa”.
Y promesas no faltaron con Obama. una promesa es una
promesa”
Maribel Hastings, America's Voice
“Puedo garantizar que tendremos, en el primer año, una
propuesta de ley migratoria que pueda apoyar de forma decidida”, proclamaba en
2008 el entonces todavía candidato demócrata a la presidencia de Estados
Unidos.
Cuatro años más tarde -y cero reforma migratoria después-
volvía a colocar este tema como su principal prioridad legislativa de cara a su
segundo mandato, igual que la reforma sanitaria en la que tanto capital
político gastó lo fue en el primero.
“Arreglar nuestro quebrado sistema migratorio es una alta
prioridad. presentaré legislación durante el primer año para lograrlo”,
prometía una vez más Obama tras lograr la reelección en noviembre de 2012. Una
victoria que obtuvo, en buena parte, gracias al voto hispano que reaccionó muy
bien a su decisión -el precedente de este paso que da ahora- de conceder unos
meses antes un permiso temporal a algunos jóvenes indocumentados, los
denominados dreamers.
Dos años después, seguía sin embargo sin una iniciativa
legislativa migratoria sobre su mesa en el Despacho Oval. Harto, en junio Obama
anunció que actuaría por su cuenta para paliar con medidas ejecutivas la falta
de movimiento en el Congreso. “Antes del final del verano”, fue la nueva fecha
límite prometida, que sin embargo acabó por retrasar hasta después de las
elecciones legislativas de noviembre que acabaron poniendo las dos cámaras del
Congreso en manos de la oposición republicana.
“Frustrado” es el adjetivo que más usan los que han
trabajado de cerca con el presidente en este campo cuando se les pide que
definan cómo se siente Obama respecto a sus intentos de lograr cambios en el
sistema migratorio de un país donde más de 11 millones de personas viven sin
papeles.
La gran frustración
de Obama
Frustrado por confiar en que el Congreso actuaría cuando
todavía los demócratas tenían la mayoría en las dos cámaras (hasta 2011).
Frustrado por haber visto cómo la ambiciosa propuesta de ley migratoria que el
Senado aprobó con apoyo bipartidista en junio de 2013 acabó languideciendo en
la cámara baja donde los republicanos impidieron su votación. Frustrado por las
presiones de los activistas que le exigían el tipo de acción ejecutiva que
ahora ha hecho, pero que durante años aseguró que no estaba en sus manos
ordenar. Y frustrado por las recriminaciones de estos grupos, que lo llegaron a
llamar “deportador en jefe”, algo que quienes lo conocen dicen que le dolió
profundamente.
Sobre todo porque, para Obama, resolver la cuestión
migratoria es algo que va más allá de la política, asegura Luis Miranda, que
fue su portavoz ante los medios hispanos desde el comienzo de su mandato hasta
2013.
“Él siente esto a un nivel muy personal”, asegura. Obama
“es, en cierta manera, inmigrante, porque su padre era un estudiante extranjero
(de Kenia) y él vivió en Indonesia varios años”, recuerda Miranda. Vivir en el
extranjero y regresar a EE UU cuando aún era un niño le hace “entender lo que
sienten los inmigrantes”.
“Eso es importante, es una experiencia distinta, él tuvo
que ajustarse a volver a vivir aquí después de estar en otro país durante tanto
tiempo. Y siente muy a nivel personal ese impacto”, asegura quien vivió en
primera persona las negociaciones migratorias.
Como muestra de ese nivel de compromiso, Miranda, que
llegó a EE UU como menor indocumentado desde Colombia y obtuvo la ciudadanía
gracias a la reforma de Ronald Reagan, apunta a la experiencia personal tanto
suya como de otros miembros del equipo del presidente.
En reuniones para discutir con activistas la reforma
migratoria, “yo les decía: miren de quién se ha rodeado el presidente, yo, que
soy ciudadano hace no mucho, (la exactivista y ahora asesora de Obama en
política interior) Cecilia Muñoz, que ha estado luchando por los inmigrantes
más de dos décadas… Es importante ver la gente de la que se rodea, porque le
muestra a uno un poquito la perspectiva que tiene él”, afirma Miranda.
Inmigración, un tema
"personal" para Obama
“Claramente no logramos todo lo que queríamos lograr, pero
no fue por falta de intentarlo”, subraya.
Dicho lo cual, Miranda reconoce fallos en la estrategia
del presidente, el último de ellos, en su opinión, no haber explicado bien -y a
tiempo- el motivo de retrasar la acción ejecutiva hasta el jueves. Pese a ello
sin embargo, está seguro de que el paso dado ahora por Obama ayudará a su
legado -“para cualquier presidente sería difícil revertir las acciones
administrativas que (Obama) está tomando ahora”, sostiene- ante los hispanos.
Además de que no le vendrá mal al aspirante demócrata a sucederle en la Casa
Blanca dentro de dos años.
Algo en lo que coincide Hastings. “Las órdenes ejecutivas
de 2014 pueden resultar no solo en buena política pública, sino en una buena
estrategia política que sin duda puede rendir frutos en los esfuerzos
demócratas de consolidar el voto latino de cara a las presidenciales de 2016” .
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