Por Maria Alt.
Mercedes De la Rosa. M.A
En el mundo
actual hay dos términos que están a la sazón de todos y los dos son de suma
importancia “Competencias Y Tecnología”. En esta ocasión veremos algunos
aspectos sobre las competencias a nivel educativo.
Una educación
basada en competencias busca responder al mundo laboral, quien exige cada vez
más un egresado que domine las áreas principales del trabajo que realiza y para
el cual fue contratado. Las universidades buscan capacitar un estudiante que
cuando llegue a la realidad del trabajo sea capaz de realizar bien su tarea.
Los centros educativos, en sus diferentes niveles, por su parte, buscan
desarrollar en los alumnos aquellas competencias humanas, intelectuales y
físicas que les preparan para su ingreso en el nivel superior. Educación basada
en competencias hace referencia a todas aquellas acciones educativas que buscan
desarrollar todas las capacidades del alumno, que es al mismo tiempo asegurar
la calidad académica. No se trata de competir, sino de desarrollar y mostrar en
hecho, de lo que se es capaz como persona y como profesional.
Sin embargo dicho
modelo presenta sus dificultades frente a una educación humanística integral,
pues el objetivo de desarrollar las competencias profesionales, podría olvidar
las capacidades de la persona como un ser humano, no un autómata repetidor de procesos. Según la UNESCO, toda
educación debe capacitar para aprender a ser y a convivir. Estos valores son
necesarios e imprescindibles en todo proceso educativo, el objetivo es
desarrollar las competencias del ser y del saber convivir.
El ser hace
referencia directa a la persona, pues solo el hombre es capaz de tomar
conciencia y hacer conciencia de si mismo. Y por naturaleza, por su ser persona,
el hombre es capaz de convivir en armonía consigo mismo, con los demás, con la
naturaleza y con Dios.
Pero nos
preguntamos: ¿Cual espacio deja al desarrollo de los valores una educación
basada en competencias? ¿Es posible una educación en valores en el mundo
competitivo?
Un currículo
basado en competencias se hace responsable de responder a las necesidades
laborables como a los de la ciudadanía, en este último aspecto, se hace
responsable de unos resultados que vayan acorde al deseo innato de la persona
de vivir en armonía en un planeta habitable, por lo tanto se trata de buscar un
profesional que sea bueno para el mercado laboral pero responsable de sus actos
sociales. El concepto ciudadanía en un currículo basado en competencias es un
respaldo al miedo pedagógico humanista de caer en la tecnocracia o una
formación puramente profesionalista.
El currículo
basado en competencias verifica los logros de la educación basándose en
observaciones del desarrollo conceptual, procedimental y actitudinal, ya que el estudiante deberá demostrar su capacidad
de conceptualizar lo aprendido, llevarlo a cabo por medio de un proceso y
mostrar una actitud frente a lo producido.
Los defensores de
una educación profesionalizante tendrían sus dudas frente a la afirmación de
una evaluación de los logros del aprendizaje actitudinal, sin embargo para los
humanistas está claro que el aprendizaje actitudinal, si bien no es medible
visiblemente, éste es captable por medio a las sensaciones que tocan lo
visible, esto es, lo actitudinal se vive y se deja ver por medio a la actuación
social de la persona.
Ahora bien, si
entendemos que para cada aprendizaje se necesita la utilización de estrategias
de aprendizaje para la adquisión de un saber determinado, entiendo que una
estrategia de aprendizaje consiste en “actividades u operaciones mentales
empleadas para facilitar la adquisión de conocimientos” (Beltran, J., Procesos,
estrategias y técnicas de aprendizaje, Madrid: Síntesis 1993),
cuáles son las actividades utilizadas para adquirir las competencias en
el grado del ser?. En primer lugar hay que decir que la persona humana es en sí
un ser pensante, no puede existir si no es pensando, por lo tanto, todo su ser
se convierte en una continua operación mental que va formando en ella las
categorías propias del ser, de tal modo, que toda su existencia está basada en
un proceso de aprender a vivir, sentir y actuar en interacción con otros. Los
recursos de aprendizaje de las competencias del ser se encuentran en el ser
mismo, y no hay que salir a buscarlo fuera del ser. Si se olvida esta dimensión
del ser, se estaría actuando en contra del mismo ser y el resultado a medir, no
se correspondería al producto esperado, pues se obtendría una persona
despersonalizada, fuera de si misma, e incapaz de interactuar con otros.
Para lograr
estudiantes con marcadas competencias en el orden del ser, es necesario conocer
no sólo las estrategias cognitivas, sino sobre todo, dar importancia a las
estrategias motivacionales (conf. Pozo J.I.; Monegro, C. El aprendizaje
estratégico: enseñar a aprender desde el currículo, Madrid: Santillana 1999),
dado que en el mundo marcado por el mercantilismo, las grandes decisiones se
toman, no por el grado de conocimiento que se tanga sobre las mismas, sino por
el grado emocional encerradas en ellas. Esto último es bien manejado por el
mundo del marketing, explotan lo emocional dejando a un lado lo cognitivo.
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