J. F. Alonso/Europa
Gubbio es un pequeño pueblo en el corazón de Italia, uno
de esos sitios a los que raramente iríamos en la primera visita a Italia. Puede
que tampoco en la segunda. Y, sin embargo, tiene muchas cosas interesantes. Es
una ciudad medieval en estado puro. Eso durante todo el año, porque ahora es
famosa por otra cosa.
En Gubbio se encuentra, según el libro Guinnes (1991), el
árbol de Navidad más grande del mundo. En realidad, no estamos hablando de un
tronco de madera, sino de 8,5 kilómetros de cables que trepan por la
ladera del monte Ingino hasta formar un “árbol” de 650 metros de altura y
350 de ancho. La estrella cubre mil metros cuadrados, y en toda esa estructura
parpadean 3.000 luces de diferentes colores.
El año pasado, fue el Papa quien encendió este bosque de
luces desde su iPad, lo que dio visibilidad a la afición por la tecnología de
Benedicto XVI, alimentada por el español Gustavo Entrala, y a este peculiar
árbol en un rincón medieval de la Umbría.
En Río de Janeiro tienen otro árbol de récord: el árbol
flotante más grande del mundo, un abeto de 85 metros de alto situado
en el centro de la laguna Rodrigo de Freitas.
Y, por supuesto, siempre nos queda el árbol “global” de
Rockefeller Center, inaugurado esta vez el pasado 14 de noviembre con 30.000
luces de colores (led), y coronado por una estrella de cristal de Swarovski.
Hay muchos otros árboles de Navidad en el mundo, pero esta
vez hemos elegido el de Gubbio como rincón poco conocido de esa Italia a la que
siempre merece la pena volver, por ejemplo para practicar el bello arte del
agroturismo. Una vez en la Plaza Grande, por ejemplo, lo de menos serán las bombillas
de la ladera. Nos atrapará el ambiente medieval, el olor a pasteles de
almendra, los paisajes barnizados de escarcha del corazón verde de la Umbría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario