En silencio dejó de limpiar y recoger lo que sus hijas
adolescentes tiraban por la casa
LONDRES. (BBC Mundo). La de Jessica Stilwell es
la historia de millones de madres en todo el mundo, que quizás por cuidar su
salud mental nunca se paran a contar cuánto tiempo al día dedican a limpiar y
recoger lo que sus hijos adolescentes dejan tirado por la casa.
Esta mujer de Calgary, Canadá, resolvió a principios de
mes que ya no recogería más toallas húmedas del piso, ni lavaría los platos, ni
prepararía almuerzos para llevar, hasta que sus hijas recordaran que las tareas
domésticas se comparten entre todos los miembros de la familia.
El 1º de octubre, Stilwell se declaró en huelga.
La suya fue una huelga silenciosa, no declarada, y pactada
en connivencia con su marido. Y el blog en el que recogió su historia de
supervivencia se volvió inmediatamente viral.
El objetivo era lograr que sus hijas cayeran en la cuenta
por sí mismas de que "su madre no era su empleada", y que alguien
tenía que ocuparse de la estela de suciedad y destrucción que dejaban detrás.
"El fin de semana miré a mi alrededor y me di cuenta
de que mis hijas no estaban cumpliendo con los encargos que tienen desde que
eran pequeñas", le explicó Stilwell a la BBC.
"Me di cuenta de que estaba haciendo todo por ellas
porque me resultaba más fácil, así que cuando mi esposo volvió de jugar al golf
le dije: 'Ya está. Mañana empezamos una huelga'".
Durante seis días, Stilwell se limitó a limpiar y recoger
lo que ella utilizaba. Sus hijas se ofuscaron.
Stilwell y su marido no les dijeron nada a sus hijas, pero
las niñas, dos mellizas de 13 años y la pequeña de 10, sospecharon que algo
ocurría.
Su madre, que con gran sentido del humor registró en el
blog el esfuerzo que le supuso ver su casa convertida en un caos, se define a
sí misma como "obsesiva", y en general suele mantener la casa en
orden y limpia.
"Desde el primer día se percataron de que algo raro
ocurría, pero simplemente les dije que estaba muy ocupada, y que no tenía
tiempo", explicó.
Stilwell y su esposo se limitaron a lavar la vajilla que
ellos mismos utilizaban y a meter en el lavarropas su propia ropa sucia.
La mugre empezó a apilarse y endurecer. Al cuarto día
descubrieron queso dentro de un vaso de leche abandonado.
Como las niñas no se ocupaban de vaciar y limpiar las
bolsas térmicas donde suelen llevar el almuerzo al colegio, su padre les
proporcionó las bolsas de plástico que utilizan para recoger los excrementos
del perro.
Llevar su almuerzo en esas bolsas les supuso una enorme
humillación, y las chicas empezaron a ponerse nerviosas. Es que habían planeado
una fiesta con sus amigas y el estado de su casa solo empeoraba a medida que se
acercaba el fin de semana.
Luego de seis días de tolerar su propio desorden, Quinn,
Olivia y Peyton se pelearon entre sí, se echaron la culpa unas a otras, y
finalmente se pusieron manos a la obra para "recuperar su hogar".
Stilwell y su marido vieron cómo su experimento doméstico
dio frutos, y recibieron los aplausos de padres en circunstancias similares en
todas partes del mundo.
La cocina, post-huelga. Stilwell afirma en su blog que se
siente muy orgullosa de su logro.
Algunos lectores, sin embargo, criticaron su estilo
educativo, señalando que nunca deberían haber dejado que la situación llegara a
este extremo.
La mayoría, de todos modos, se sintió identificada y
felicitó su iniciativa.
Una vez acabada la experiencia, Stilwell reflexionó en su
blog:
"Estoy muy orgullosa de mis hijas. En muchos sentidos
son unas privilegiadas. Tenemos una casa hermosa y un buen estilo de vida, y me
gustaría darles el mundo entero."
"Pero me di cuenta de que estaba haciéndoles un flaco
servicio. Las estaba programando para el fracaso. Me da miedo pensar que
estamos educando una generación de jóvenes cuya actitud de vida será 'y tú,
¿qué estás haciendo para mí?'".
Desde hace un par de semanas, Stilwell se dedica a
conversar con los medios sobre su blog, y disfruta más seguido de una copa de
vino, ya que otros miembros de su familia recogen la mesa y sacan la basura.
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