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¿Qué será lo que quiere Miguel Vargas?

miércoles, 30 de marzo de 2011

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Por Franc Quezada Salas/ Ciudadoriental.com
No pensaba escribir ni una cuartilla más sobre el impasse derivado de la convención del Partido Revolucionario Dominicano; pero percibo que la cosa se torna a castaño oscuro. Esto no parece un pataleo normal.
El equipo ganador, habla de humildad ante la victoria; de no atizar los ánimos y de esperar con ramas de olivo que las aguas turbulentas retornen a su nivel. Una posición correcta. Mientras tanto, del otro lado se habla de fraudes, se descalifica a los compañeros que organizaron la convención y se amenaza con asambleas para auto proclamarse. En una palabra: División.
En otro escenario se gestionan mediaciones poco entusiastas.
Confieso que no poseo la paciencia de Job.
Por tal razón, ante el derrotero liquidacionista que transita Miguel Vargas, y con la mejor de las intenciones, me permito refrescar aquí algunas situaciones que determinaron el resultado final de este proceso convencional. Discúlpenme por favor la extensión.
Vayamos por parte.
Miguel Vargas Maldonado debe reconocer sus problemas de gerencia política: Como autoridad máxima, no fue capaz de organizar al PRD en sus organismos superiores ni en los inferiores. Hoy no sabemos con exactitud cuál es la matrícula del Comité Ejecutivo Nacional (CEN); ni de la Comisión Política y para colmo, no existen organismos de base en la estructura partidaria.
Los comités zonales y lo regionales no se reúnen; muchos carecen de locales; no existe el calor partidario, solo el grupal. Todos los principios están guardados en un baúl y solo se promueve el clientelismo y el elitismo.
En estos dos años Miguel no dotó al PRD de un padrón oficial.
Como presidente del partido, el compañero se convirtió en juez y parte a la hora de escoger las autoridades institucionales y luego a los candidatos para las elecciones de medio término.
A resultas de ese manejo, el PRD se quedó sin un solo senador y el presidente del partido acumuló más enemigos al interior del PRD, que en los partidos contrarios. Peor aún, se rodeó de un anillo de paniaguados que lo aislaron completamente de la base perredeista.
De cara a la convención del pasado 6 de marzo, Miguel se confió en su “control” de las estructuras alta y media (colocadas de dedo por él). Repetía que contaba con los síndicos, los diputados, los regidores… Además, sobrevaloró las virtudes de su millonaria propaganda y de las pomposas concentraciones masivas, aunque subestimó el sentir de las bases.
Miguel tampoco contó conque la verticalidad y honorabilidad de la Comisión Organizadora abortaría las bellaquerías programadas por su equipo de campaña.
El llamado “padrón semi abierto” fue idea del propio Miguel cuando aventajaba a Hipólito en el sector externo. Pero la cosa cambió sin que pudiera evitarlo.
Llegó un momento en que los números no le daban y las encuestas lo presentaban bajando, mientras “Papá” subía. Entonces MVM se apoyó en sus recursos económicos inconmensurables. Si Leonel compra elecciones, se pueden comprar convenciones. La desesperación mandó los principios al carajo.
Horas antes del día cero, Hipólito y Miguel firman, por fin, el Pacto de Compañeros.
Los perredeistas acuden masivamente a votar en la XXIX Convención Extraordinaria, la que se desarrolla mucho mejor de lo esperado a pesar de que la Junta Central Electoral se echó a un lado. Fue una verdadera hazaña de la Comisión Nacional Organizadora.
Al finalizar la tarde de ese día, cuando los miembros de las tres mil y pico de mesas comenzaron a contar los votos, los voceros del compañero Miguel difundieron una confusa información dando cuenta del supuesto triunfo de su candidato.
Como se anunció que tenían el triunfo, los delegados de Miguel no ejecutaron las impugnaciones previstas para aquellas mesas donde los resultados fueran adversos.
Cuando se percataron de que en Santo Domingo Oriental recibieron una verdadera pela, y que también perdieron en el Distrito Nacional, en Santiago, en San Cristóbal y otros grandes municipios; triunfos que determinaron una sustancial ventaja de Hipólito Mejía, entonces comenzaron a patalear.

El Pacto de Compañeros: ¡Al carajo!
El principal argumento para no aceptar la derrota es que votaron más de 200 mil peledeístas. Sin embargo, no se sabe si en esa cantidad de peledeístas están contados los 25 mil que aportó Serrulle en Santiago, o los 70 mil de Peña Guaba.Tampoco aclaran si ahí se incluyen los 100 mil reformistas de Ángel Lockward, Gómez Casanova, Ángel Acosta y Petruska. ¿Y los votos que llevó Mondesí?¿Y los miles de peledeístas disgustados que se juramentaron con Miguel en todo el país?En cuanto a la extensión de una hora en las votaciones, todos sabemos que fue producto de las peticiones hechas por altos responsables del miguelismo desde varios puntos del interior del país; además, esa medida se aplicó solo en algunos lugares.
A partir de todos estos elementos y situaciones, la opinión pública acepta cien por ciento la victoria de Hipólito Mejía como un hecho consumado.
Entonces, qué persigue MVM? ¿Qué es lo que quiere?
Si lo que se busca es negociar cargos, ¿Por qué mantener al partido y al país en ascuas?
Acaso quiere alzarse con un pedazo del PRD?
¿Será, como aseguran mis amigos del exterior, que Miguel tiene un acuerdo secreto con Leonel Fernández para destruir al partido del jacho?
¿O será que su filosofía es: “Si no yo, que entre el mar”?
Miguel Vargas tiene que acoplarse ya a la realidad. Cada día transcurrido en medio de este “tranque” desminuye su figura política.
Si no resuelve ya, entonces no habrá duda: sus intereses políticos y personales son extraños y están por encima de los del PRD y la nación dominicana.
Si es así, no lo necesitamos. Adiós y que le vaya bien, Don Miguel.

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