Por Reynaldo Hernández Rosa
Estadísticas oficiales revelan que dentro de las cuarenta cárceles que tiene el país, veinte mil quinientos están recluidos en dichos centros, empero, pese a los escándalos de robos en el tren estatal, no hay un solo de los nuevos millonarios en el listado.
Pese a las satinadas revistas, caras, para vender los rostros caprinos de sus incumbentes, inoperantes, pero finos desfalcadores, se vanaglorian de los logros obtenidos en el nuevo modelo penitenciario, elaborando excusas y ocultando la realidad, cacareado por las bocinas festivas del periodismo corporativo que cubren esas alcantarillas.
En momentos que muchas naciones de Centro y Sur América cierran cárceles, dado la baja que observan en materia delictiva, los funcionarios nuestros, con expresión facial vacilante, como todos unos filántropos con lo ajeno, anuncian nuevos infraestructuras para albergar mas internos, como ellos les llaman a los delincuentes.
Empero, si viviéramos en una sociedad transparente, donde se respetara la institucionalidad, las ergástulas que estos anuncian que se construirán, sin dudas, ese orfeón de fámulos, los primeros inquilinos serian todos los que conforman el gabinete presidencial, con ligeras excepciones, al igual, los hoy millonarios del Comité Político y Central, que a juicio del dirigente morado, Luis Inchausti, solo tres de estos últimos, no han logrado el caudal millonario que obstentan los demás.
Los 20 mil 500 que guardan prisión en las cuarenta cárceles del país, por diferentes delitos, serian una ligera muestra, si por los desfalcos y robos, se iniciaran sometimientos a las hordas desenfrenadas que hacen del erario todo un filón.
Si lo dudan, tomen como parámetro a los dirigentes municipales de cada uno de sus comunidades, donde el rabioso nepotismo, con dos, tres y cuatro salarios en diferentes entidades del Estado es la práctica usual de estas carpantas de mal agüero.
El municipio que esté libre de esto, que tire el primer millón, dado que no es percepción como nos quieren vender la prosa tribunicia de los nuevos jeques petroleros del Estado, carajo.
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