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“Mi Testimonio: Una súplica atendida”

lunes, 26 de julio de 2010

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Por: Doctor Julio Escoto Santana/ autor del libro

Nota introductoria: Mercedes Alonso

Este es un trabajo del periódico digital domincanoshoy.com, del cual nos hacemos ecos en prensalibrenagua

Mi Testimonio: Una súplica atendida, se titula el libro que el doctor Julio Miguel Escoto Santana escribió por solicitud de su padre, quien un día le pidió redactar “con estricto apego a la verdad” y describir “con toda su crudeza, las terribles desgracias” que sufrió junto a los apresados militantes del Movimiento Revolucionario 14 de junio “por la osada actitud que asumieron de combatir la tiranía de Trujillo”.


DominicanosHoy agradece al doctor Escoto Santana su autorización para publicar en estas páginas fragmentos de capítulos que integran su libro en proceso de publicación y cuyo contenido pone a la luz verdades históricas, no siempre expresadas con tal profundidad, pormenores y detalles que le hacen aún más valedera por su posición de protagonista y testigo de excepción de tan inolvidables hechos de la historia dominicana.

Como mi intención no es abrumarlos con recordatorios sombríos omitiré señalar con lujos de detalles las bárbaras torturas a que fui sometido en la clandestina cárcel política <> y a los sufrimientos padecidos en las solitarias y conucos de la Penitenciaria Nacional de <<>> a los que me refiero de manera pormenorizada en mi libro; pero si se impone que no obvie y resalte, que en el tiempo que duró la bestial satrapía de Trujillo (1930-1961), parecía que nuestra media isla <> como una consecuencia del difuso terror dirigido por el déspota, e impuesto a sangre y fuego por los rudos y feroces sayones a su servicio; y por los calieses capitaneados por los criminales, Coronel E. N. Jhonny Abbes García y el Capitán de Corbeta de la M. de G. Cándido Torres Tejeda (a) Candito, Jefe y Sub-Jefe del tenebroso Cuerpo de espionaje y represión denominado Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y del Centro de Torturas <> secreta cárcel política donde junto a los malhechores, Cap. P. N. Dante Américo Minervino, los Ttes. de Navío M. de G. Clodoveo Ortíz y José Ángel Rodríguez Villeta (a) Papy, su hermano César Rodríguez Villeta, agente del SIM; el Gral. AMD Tunti Sánchez, los Coroneles AMD Luis José León Estévez (a) Pechito -marido de Angelita Trujillo- y su hermano Alfredo León Estévez y Tavito Balcácer; los Mayores AMD Radhamés Trujillo Martínez, César Báez, Juan Bta. Cambiaso Pimentel (a) Moluco y Tontón Acevedo Burgos, entre otros.
También, los Sgtos. PN, Juan Reyes (a) Mi Sangre y EN Espinal; el cabo PN Carela, el experto en estrangulación Manolo Domínguez, y un tal Guillén -que de día fungía como cocinero y en la noche como torturador, y otros asesinos cuyos funestos nombres en este momento escapan a mi memoria, los que con gran saña y mucho entusiasmo aplicaban a los presos políticos los suplicios más horripilantes y cometían -con absoluto desprecio e impunidad los crímenes más espeluznantes, a los que en Mi Testimonio cito responsablemente por sus nombres, apellidos y apodos, para que en lo que llega el castigo de la justicia de los hombres, la sanción moral sea su anatema; y sus familiares y el pueblo los conozcan como lo que en verdad son: Los componentes de un temible y selecto grupo de malhechores, culpables de que en ese infausto período de nuestra historia se haya derramado tanta sangre joven y dominicana.

Cuando salí de la prisión y retorné a mi casa, a la que en los momentos más aciagos que pasé en <> pensé que jamás volvería a ella con vida; mi regreso produjo alegrías y llantos en mi esposa, mi madre, mis hermanos y demás familiares; y un desdeño momentáneo de mis dos pequeñas hijas que no me reconocieron por los meses que tenían sin verme.

Luego de compartir un buen rato con todos, mi Padre Julio Augusto Escoto Isambert me solicitó que fuéramos a mi habitación porque quería hablar conmigo; y una vez en ella, me pidió que me quitara la camisa, y al ver en mi espalda las profusas huellas de las tremendas torturas que había recibido, se le atestaron los ojos de lágrimas, me abrazó, y con la voz entrecortada me hizo la siguiente súplica:

<<> con estricto apego a la verdad y describe en él, con toda su crudeza, las terribles desgracias que sufriste junto a los apresados militantes del Movimiento Revolucionario 14 de junio por la osada actitud que asumieron de combatir la tiranía de Trujillo, para que los que eran muy jóvenes en aquel tiempo y las generaciones venideras se enteren de las mismas, así como de los suplicios y los asesinatos cometidos por los calieses del SIM en la secreta cárcel política <> contra los Catorcistas, y de los sufrimientos padecidos en la Penitenciaría Nacional de <> menciona responsablemente los nombres de todos tus verdugos; pero te suplico que esperes el tiempo apropiado para hacerlo público; es decir, cuando lo creas conveniente y entiendas que las circunstancias lo permitan, para evitar que por nueva vez, tu vida corra otro peligro.>>

Fundamentalmente, a eso se debe, que esta noche, <> salga de la oscuridad a la luz; y que en este instante sienta, de una manera que no puedo explicar, que mi querido y fallecido Padre en su infinito recorrido espiritual haya hecho un alto para estar presente en este acto, y aunque sea imposible verlo ni abrazarlo, me imagino que me acompaña y que está a mi lado.

De ahí que en este instante, con la <> llame a mi querido Padre donde quiera que se encuentre, para informarle con gran satisfacción, que esta noche de manera pública, estoy dando cumplimiento a su súplica.

Quiero dejar bien claro que en mi testificación no hay mitos ni invenciones; en ella aparecen acontecimientos de los que solamente pueden dar fe de su ocurrencia aquellos que fueron sus protagonistas; ofrezco relatos impávidos sobre los diferentes tipos de suplicios que aplicaban los calieses en la secreta cárcel política <> y los sufrimientos padecidos en las jaulas de la injusticia de la Penitenciaria Nacional de <> que doblegaban física y espiritualmente a los presos políticos; igualmente, cito los nombres de los calieses y militares que cometieron masacres en dichas mazmorras; los instrumentos que utilizaban para torturar; los tormentos que recibí cuyas huellas indelebles han quedado incrustadas en distintas partes de mi cuerpo, tal y como lo acreditan las hoy apagadas pero imborrables y orgullosas cicatrices que se conservan en el mismo.

Reseño también, una dramática odisea en la que abundaron tremendas calamidades que forman parte de una historia odiosa, demasiado trágica para no ser contada, y mucho menos olvidada; y por último, indico los nombres de mis contactos, y de éstos, quienes fueron apresados, y el de los que nunca mencioné; los que ahora cito.

Es útil apuntar, que las descripciones que hago de esos episodios atroces ocurridos durante el lastimoso vía crucis que recorrí desde el momento de mi secuestro no obedecen a que esté hurgando de manera morbosa en un pasado candente, ni que tenga la intención de hostigar ó denostar a alguien en particular, aunque se que no habrá manera de evitarle cierta contrariedad al ó aquellos que se sientan aludidos. Me he limitado, pura y simplemente, a reseñar lo que realmente ocurrió sin añadir ni quitar cosa alguna, por lo que no es mi responsabilidad ni mucho menos mi culpa, que lo acontecido haya sido malo ó inconveniente para alguien. Y como sé que la verdad siempre se abre paso por que es la conformidad de la palabra con el hecho, y que por tanto, tiene la calidad de lo que es cierto y que por eso duele, pica y mortifica; que decirla te aparta, procrea malquerencias, ocasiona irritaciones, produce molestias, engendra odios y provoca animosidades dejo constancia de que al expresarla no me he guiado por el impulso de un deseo postergado de avivar una justa y razonable venganza subyacente no ejecutada.

Me imagino que los calieses que todavía viven y que ayer cometieron tropelías, aplicaron horrendas torturas y asesinatos en la cárcel política secreta <> contra los apresados Militantes del Movimiento Revolucionario 14 de junio quisieran que hoy, la historia fuese distinta a como en verdad es; y hasta pretenderán que uno haga relatos complacientes a su favor; que mutile, distorsione, almidone y aligere la carga de sus fechorías cometidas en aquel tiempo en el que ellos, voluntaria y gustosamente fueron los protagonistas satánicos.

Sé muy bien, que cuando esos mismos calieses conozcan <> dirán que soy un elocuentísimo embustero; que he escrito una fábula, y que con la más singular desfachatez tratarán de forjar evaluaciones favorables en su defensa ó pedirme, como ya lo hizo el familiar de uno de ellos, <> o sea, que yo perfumara, adornara y disfrazara sus iniquidades, embelleciera su vida anterior y maquillara sus terribles hechos cometidos; ó como el torturador Sargento P.N. Juan Reyes (a) Mi Sangre ó Manota, a quien ví en el tribunal, previo al juicio que se le siguió por Asociación de Malhechores, con una biblia en sus manos me dijo: <<> las realicé cumpliendo órdenes de Jhonny Abbes y Candito Torres: Perdóneme;>> y le contesté: <>

Me asalta la sospecha de que los calieses que me secuestraron y torturaron también se atreverán a decir, que <> está hecho especialmente para indisponerlos frente a la sociedad dominicana; pero yo no puedo claudicar ni pasar por alto mi responsabilidad de ofrecer con veracidad los hechos abominables que ellos cometieron, porque si falto a mis deberes, me haría cómplice de esos pecadores, y tan sólo imaginar esa transigencia inaceptable, me produce un colosal estremecimiento.

Por otro lado, me alegra que hayamos sido tildado como <> por los calieses, los acólitos, los paniaguados del déspota y los que se han empachado con la lectura de un <> recopilado por el connotado trujillista Luís Henríquez Castillo, lleno de lambonismos al sátrapa, y con un contexto que no tiene nada de originalidad ya que es una burda transcripción de las declaraciones arrancadas a través de los tormentosos interrogatorios a que fuimos sometidos los Catorcistas en <> puesto que nunca el Juez de Instrucción nos interrogó.

Asevero también, que es una verdadera falacia la afirmación de Jhonny Abbes de que <> Y como un desmentido a esa mentira grosera, revelo por primera vez, los nombres de las personas que indico más adelante, los cuales no mencioné a pesar de los varios tempestuosos interrogatorios a que fui sometido en <> quienes conocían la existencia del Movimiento Conspirativo Clandestino que luego se denominó 14 de junio, por lo que me ufano en expresar, cuánta razón tuvo el ciudadano de a pié que compuso con las primeras letras del <> el siguiente acróstico:

Siempre

Investigando

Mierda

(Continuará…)

(Primera parte)

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