Riamny Méndez/Clave Digital
Rumbo al mar, los turistas atraviesan en bote la laguna Gri-Grí, guiados por capitanes que les muestran, desde las sombras de los mangles, las raíces marrones y curvas de esos arbustos de agua salada y refugio de peces.
Detrás de esa vegetación -tupida a pesar de antiguas depredaciones- casi escondidas de la mirada de los viajeros, viven las 82 familias del barrio
Para los habitantes de este antiguo barrio de pescadores, la laguna es fuente de vida, pero también cloaca que recibe los desperdicios de los fregaderos y aguas de los baños, a veces de forma directa, sin tuberías.
Algunos hombres del barrio a traviesan la parte más sucia y mal oliente, hacen el mismo recorrido que los visitantes camino al mar, pero a pescar para la venta o la subsistencia.
Ernesto García, quien tiene como patio las raíces de los mangles, vive en una casa de planchas de zinc, con su mujer y sus dos hijas, pesca para sobrevivir y es obrero de la construcción, oficios que heredó de su padre.
Sus hijas juegan en las raíces de mangles, mientras él habla, sin mucho interés, de los planes de reubicación que desde hace años prometen las autoridades para evitar que la laguna se siga contaminando. Las casas del sector están numeradas.
El director provincial de Medio Ambiente en María Trinidad Sánchez, Enrique Duval, confirma que el traslado del barrio
"El barrio -
Tampoco el síndico del municipio, Alberto Alonzo, se siente con capacidad para resolver el problema. Entiende que el Gobierno debe asumir el traslado de las familias y además, la terminación del drenaje sanitario del pueblo, paralizado desde hace unos ocho años.
El biólogo Carlos Perelló enfatiza que la terminación del drenaje sanitario es la única solución a largo plazo para evitar la contaminación, no sólo de la laguna, sino también de otras aguas subterráneas del municipio, que según el ecologista, desembocan en el monumento natural, declarado área protegida mediante el decreto 571-09, según informó el martes
Mientras llegan las soluciones fundamentales, las autoridades ambientales realizan algunas acciones, como la reforestación con mangles y la eliminación de especies invasoras, con el fin de evitar que la laguna se continúe deteriorando, explica Enrique Duval.
Turismo y promesas. En junio de 2005, el presidente Leonel Fernández y el entonces secretario de Turismo, Félix Jiménez, prometieron -según la diputada Ysabel Bonilla- la terminación de la obra, después que los turoperadores y otros sectores plantearan el tema como una prioridad durante un encuentro en un hotel del municipio.
Todavía en el pueblo esperan que cumplan la promesa, cada vez más difícil de asumir.
Unas 40 familias se han mudado cerca de los estanques donde serían tratadas las aguas servidas, explica el director provincial de Medio Ambiente, Enrique Duval.
El funcionario opina que cuando se termine el sistema y se ponga a funcionar la planta de tratamiento, será necesario trasladar a esas familias que estarán expuestas al hedor.
El traslado es sólo una preocupación técnica, mientras los estanques se llenan de hierba.
Para muchos, el principal problema es sobrevivir. Benito García, tesorero del Sindicato de Botes, uno de los capitanes que hace el recorrido con los turistas, cuenta que cada vez llegan menos viajeros para las giras que empiezan en
Benito García señala los 40 botes que pertenecen al sindicato que realiza los paseos y explica que cuando la laguna estaba menos contaminada los turistas hacían cola por un asiento.
Atribuye la decadencia al hecho de que en el país se han promocionado otros destinos turísticos, y también a que la laguna se deteriora cada vez más, lo que impide que el lugar se promocione como un destino “ecológico” o "botón verde".
"Esta laguna era bonita, el agua ‘blanquiiita’ y había una vegetación tan tupida que usted no veía nada a los lados", recalca este hombre que durante 46 años ha estado relacionado a esta laguna y al mar de Río San Juan, como capitán de bote y pescador.
Pero los botes también son parte del problema. El biólogo Carlos Perelló explica que en
Esta contaminación se podría disminuir cambiando los motores por otros de "cuatro tiempos", o por eléctricos. El problema es de costo: los motores de dos tiempos cuestan entre RD$80 mil y RD$85 mil, y el de cuatro tiempos vale aproximadamente RD$115 mil.
A juicio de Carlos Perelló, la decisión de cambiar los motores depende de los dueños de botes y del Gobierno, que puede exonerar de impuesto a los motores de las 40 embarcaciones.
Mientras se debaten soluciones, Félix Silverio, propietario de Campo Tours, uno de los cinco turoperadores que componen el Consejo de Tour Operadures de Río San Juan, sufre la decandencia. De 50 empleados que tenía su empresa, apenas 14 personas trabajan organizando excursiones de aventura.
Cuenta que los turistas se hicieron cada vez más exigentes y la laguna cada vez menos limpia, hasta el punto que a Silverio ya le resulta imposible promocionarla como un destino "verde".
Dice, con nostalgia, que en los años 90 el municipio era uno de los principales polos turísticos intermedios (de paso) del país, y en esa época los negocios locales prosperaron. Ahora, sin el atractivo de
DUEÑOS DE
Durante el “tour” que parte de
El director provincial de Medio Ambiente en María Trinidad Sánchez, Enrique Duval, confirma que además de estas edificaciones hay otras que posiblemente también estén a menos de
Sin embargo, indica que existe la posibilidad de que sus propietarios hayan conseguido permiso de instituciones no relacionadas con
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