Por Reymi Jhon
Desde hace años tengo por cierto, que la vieja ley de Gresham de la economía “la moneda mala expulsa a la buena” (La colega Teonilda Gómez conoce muy bien esta frase, porque sabe de economía), donde efectivamente se cumple es en la política: los políticos malos expulsan a los buenos. Las condiciones
establecidas en nuestra muy encomiada Constitución y en sus leyes de desarrollo han generado un sistema político y electoral que termina expulsando a todos los que conciben la política como una actividad noble y la abrazan guiados por una ideología en la que creen de verdad. Antes o después, desengañados, convencidos de que las reglas de juego están trucadas, terminan retirándose llenos de melancolía.Por el contrario, los otros, los trepadores, los
aprovechados, los que consideran la política como una profesión capaz de
conducirles a un nivel social que de otra manera tendrían totalmente vedado,
los tramposos, los reyes del tráfico de influencias, se encuentran como el pez
en el agua y permanecen. ¿Por qué extrañarnos de lo que ha ocurrido en muestra
provincia María Trinidad Sánchez? Que el cieno salga a la superficie sólo en
algunas ocasiones no quiere decir que no esté en el estanque.
Pero tampoco criminalicemos a la política. En
realidad, las reglas del juego en ella no son muy distintas que las que parecen
regir en el sector privado. La diferencia estriba en que en el ámbito privado
la publicidad es menor, se puede pasar más desapercibido y los ciudadanos
estamos más propensos a disculpar todo. Ingenuamente tendemos a pensar que el
éxito va unido a la inteligencia, cuando tiene que ver más bien con la
capacidad de navajeo y de manipulación. Es más, gran parte de los males que
afligen hoy a la política a nuestra provincia vienen de los aprovechados, de
los importados. Es la imbricación entre la política y los intereses económicos
y empresariales la que engendra todos los vicios y perversiones.
La historia de la democracia es ante todo el intento
de separar el poder de la propiedad privada. En otras formas de gobierno,
feudalismo o monarquía absoluta, el poder radica en quien posee las riquezas.
La democracia, incluso en la antigua Grecia, constituye ante todo una
transferencia de poder de las oligarquías al pueblo. Bien es verdad que el
concepto pueblo no siempre ha sido homogéneo. En Grecia, estaban excluidos del
pueblo, y por lo tanto de la democracia, los esclavos, los metecos (que eran los
extranjeros) y las mujeres. En épocas más recientes, la emancipación de la
propiedad privada fue también un proceso lento. El voto se restringía a los que
tenían un mínimo de bienes (sufragio censitario) y por supuesto las mujeres
quedaban también relegadas.
Pero es que incluso una vez que el sufragio se
convirtió en universal, no por ello la propiedad privada quedó totalmente
separada del poder político. Muy pronto surgieron voces que alertaron del
peligro de que, en un Estado liberal, presidido por el “laissez faire”, las
fuerzas económicas utilizasen sus ingentes y múltiples medios para transformar
la democracia en una cáscara vacía y carente de todo contenido. El surgimiento
del Estado social obedece a la necesidad de paliar este riesgo.
El problema que se plantea, en fin, no es otro que el
de la credibilidad de nuestra democracia, y hasta qué punto nuestro sistema
político no está siendo esclavo del mundo del dinero, de los trepadores que
vienen ganan una candidatura con el voto popular y luego se creen dueños de los
votantes y del pueblo, incluso a muchos se le ha escuchado decir “Este cargo me
salió muy caro”.
LOS POLÍTICOS SINCEROS, LIMPIOS, DECENTES
Esas mayorías manipuladas, antiguamente desde los
púlpitos, están despertando de su letargo, para echar al basurero de la
historia a los condotieros, aventureros políticos sin escrúpulos, de profesión,
ladrones de cuello blanco, traficantes de la esperanza, engendros de parásitos.
La Provincia María Trinidad Sánchez tiene personas de
prestancia honradez acrisolada, vida ejemplar, honesta dispuesta a dar lo mejor
de su pensamiento y acción bajo la condición de que en estos no se hagan
componendas, cabildeos, negociados, conciliábulos.
Ahora como pueblo no necesitamos candidatos
arribistas, oportunistas, logreros, no hay sitio para quienes buscan prebendas,
cargos, candidaturas, funciones públicas a pretexto de espacios ganados, aquí
ya no caben los buscas candidaturas para largarse de aquí y luego volver como
si estuviéramos en la etapa precolombina todavía.
Contamos con políticos sinceros, limpios, decentes,
desprendidos, que no aspiren réditos económicos y personales.
A QUIEN LE SIRVA ESTE SOMBRERITO QUE SE LO PONGA…SIN
PALABRAS.
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