Un ícono que no solo representó el merengue, sino que llevó en su voz la alegría, el orgullo y el alma de todo un pueblo.
Hay artistas que se escuchan… pero Rubby se sentía.
Cada canción
suya era un viaje, una emoción, un pedazo de historia.
Su legado no
termina, porque cuando alguien deja tanto amor y buena música, nunca se
va.
Rubby sigue
sonando en cada fiesta, en cada recuerdo, en cada corazón que bailó con su
voz.
Gracias por
tanto, maestro.
Dominicana y
el mundo entero te llevan en alto".
– Benito
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