Muchos lloramos al ver a la que fuera cantante de La Oreja de Van Gogh volver a escena junto a la colombiana en uno de sus conciertos recientes de Madrid. Hablamos con una psicóloga sobre por qué nos emocionamos tanto, y sobre los efectos que tiene la música en nuestro bienestar.
Han pasado
días desde que Karol G subiera a Amaia Montero al escenario en uno de los
cuatro conciertos que ofreció en Madrid a propósito de su tour Mañana será
bonito. Han pasado casi dos semanas, pero cada vez que vuelvo a dar al play a
los vídeos de ese momento se me sigue poniendo la piel de gallina. La que fuera
la cantante de La Oreja de Van Gogh no actuaba en público desde hacía dos años
para prestar más atención y cuidados a su salud mental. Amaia se priorizó y
decidió distanciarse, todos la entendimos. Pero el único tarareo que pudimos
hacer junto a ella en este tiempo fue el que acompañaba su voz en las
plataformas de streaming.
Sin embargo,
de repente, la “bichona”, que es una de las artistas que más voz dan a la
importancia de cuidar la salud mental, nos sorprendió invitándola al escenario.
Nos hizo llorar a muchos, cantar a voz viva a otros, y hasta tapar por momentos
la voz de Amaia sobre el escenario. Porque, aunque continúa teniendo un
vozarrón, no hay micrófono que pueda con la emoción de 60 mil personas viendo
salir a escena a la que fuera una de las mujeres que más le acompañaron en su
infancia o adolescencia.
´´La música es
un estímulo que genera una experiencia auditiva capaz de influir en nuestro
estado de ánimo´´. Sílvia Dal Ben, psicóloga.
Yo, que me he
pasado al mundo oscuro de la electrónica y el techno y nunca he sido demasiado
de pop, todavía siento un cosquilleo por el esófago cada vez que escucho
canciones como Rosas, Puedes contar conmigo o París. Lo siento porque me
recuerda a trayectos con mi familia en coche hacia la playa, a coreografías de
final de curso en primaria, a esa reina del pop por la que hacía a mis padres
gastar dinero en sus discos y que, definitivamente, estuvo a mi lado en muchas
de las etapas más vitales de mi vida sonando en las emisoras más escuchadas del
momento.
“La música es
un estímulo que genera una experiencia auditiva capaz de influir en nuestro
estado de ánimo”, nos cuenta la psicóloga de la plataforma de Psicología online
Unobravo, Sílvia Dal Ben, a propósito de ese momento que todos recordaremos
siempre, y profundiza incluso más: “Cada
estímulo musical puede activar una
cadena de recuerdos, experiencias y preferencias, lo que puede cambiar nuestro
estado psicológico. La música tiene el poder de evocar emociones y recuerdos,
creando una respuesta emocional única en cada persona”.
Desde que Amaia Montero se fuera de La Oreja de Van Gogh, han sido muchas las especulaciones que han proliferado sobre ella en redes sociales. Cada aparición de la cantante dejaba tras sí un aluvión de comentarios que la enjuiciaban, pero esta vez, tras su reaparición, las plataformas online se llenaron de halagos, aplausos y vídeos abrazando su vuelta a escena. Su historia, al fin y al cabo, ha sido también la nuestra. En un momento en el que la salud mental parece estar a la orden del día, y despojarse cada vez de más tabúes, ver a la guipuzcoana volver nos conmueve tanto como nos alegra: “Amaia Montero representa un ejemplo humano de alguien que ha atravesado momentos emocionales muy difíciles. Ahora, no solo está mejor, es que se ha subido de nuevo al escenario y muestra ante el público ese éxito personal”, comenta la experta.
´´Amaia
Montero representa un ejemplo humano de alguien que ha atravesado momentos
emocionales muy difíciles. Ahora no solo está mejor, es que ha subido al
escenario y muestra ante el público ese éxito personal´´. Sílvia Dal Ben,
psicóloga.
Nos ha
sucedido con otros muchos artistas que, después de años de parón, han vuelto a
la carga. La conexión entre aquellos a quienes admiramos y nosotros, su
público, puede ser tan profunda que a veces, incluso, transforma nuestras
vidas. Si admiramos a alguien es porque nos inspira. Y si nos inspira, es
porque empatizamos con su historia. Como detalla la psicóloga, la cantante es
solo un ejemplo más de esa resonancia emocional que sentimos, tanto con la música, como con las historias personales
de nuestros artistas preferidos: “Cuando recibimos un estímulo emotivo,
activamos la empatía, un proceso mental que comienza al ser expuestos a la
experiencia del otro. Sentimos y reconocemos su emoción, llegando a
identificarnos con su estado emocional. Puede pasar que lo que siente Amaia
mientras está en el escenario es lo mismo que sentimos nosotros, todos podemos
sentirnos ella”.
Escuches la
canción de escuches, siempre hay una emoción consecuente que se despierta.
Puede ser alegría, nostalgia, pasión, o aburrimiento. A veces tropezamos de
casualidad con melodías que marcan un antes y un después en nuestra vida, y las
volvemos a reproducir buscando, aunque sea de manera inconsciente, revivir esa
emoción que nos provocó.
¿Quién no se
ha puesto una canción animada para amenizar su ducha o antes de salir una noche
de fiesta? Seguro que también, alguna vez, le das dado al play a ese título que
te hace llorar o te recuerda a alguien que echas de menos. Es completamente
normal, porque incluso hay ocasiones en las que nos ayuda a calmarnos:
“Podríamos decir que la música puede tener un efecto beneficioso y regulador de
las emociones, actuando de manera relajante, similar a otros estímulos
sensoriales y algunas prácticas corporales. Esto sucede porque todo lo que
influye en nuestros sentidos y cuerpo también afecta inevitablemente nuestra
mente”, explica Sílvia Dal Ben. “La música puede tener un efecto terapéutico
cuando es utilizada por expertos, como musicoterapeutas en sesiones
profesionales, donde se emplea de manera específica para apoyar el bienestar
emocional y psicológico”.
Cuando se
pretende paliar un problema de salud mental, o se busca una consecuencia que
mejore notoriamente nuestro bienestar, recurrir a profesionales expertos en
musicoterapia es una opción eficaz. Mientras tanto, queda claro que gracias a
Karol G y Amaia Montero, todos hemos desbloqueado alguna emoción que llevábamos
dentro. Sea un recuerdo de la infancia, una frase que nos recuerda a algún
amor, o, simplemente, admiración hacia ese coraje que requiere plantarse frente
a 60 mil personas tras dos años de cese laboral y cantar Rosas por sorpresa
ante un público que no te espera. Una lección de superación y valor que nos
deja tras de sí un mensaje: para reproducir las melodías de una vida y
prestarles la atención que merecen, a veces se necesita pulsar el pause. Solo
así se valora la música.
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