Edilí Arias
Santo
Domingo.- «Los padres no son amigos de los hijos». Cuando esto pasa, los roles
pueden confundirse, por lo que es necesario establecer límites.
La función de los padres es una de las más difíciles y exigentes a las que alguien puede enfrentarse, pues está llena de retos y situaciones
novedosas para las que no siempre hay una respuesta clara, explicó el psiquiatra infantojuvenil Luis Ortega a El Día.Ortega señaló
que la línea divisoria entre padre y amigo se difumina, lo que puede llevar a
solapar funciones dentro de la familia.
El experto en
conducta destacó que con los amigos establecemos una relación de igual a igual,
pero con los padres no es así.
También
resaltó la suma importancia de que los padres tengan canales de comunicación
con sus hijos, que hablen el mismo idioma (las jergas), compartan sus
actividades y conozcan a sus amigos, tanto físicos como virtuales.
Como criar en
esta época
En cuanto a la
crianza, Ortega mencionó que en la actualidad hay dos tipos de padres: los que
presionan mucho a los hijos y los que los complacen en exceso, y ambos extremos
son peligrosos.
Ambos tipos de
crianza pueden acarrear consecuencias como depresión, ansiedad o algún tipo de
trastorno mental en la adolescencia o la adultez temprana.
«Tenemos que
aprender como padres a criar, entendiendo que las formas en las que nos criaron
en los años 90 no son las mismas. Debemos adaptarnos a las nuevas formas de
interacción con los adolescentes», señaló el psiquiatra.
Estadísticas
Según datos de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que uno de cada siete
adolescentes de 10 a 19 años (14%) padece algún trastorno mental (1), estas
enfermedades siguen en gran medida sin recibir el reconocimiento y el
tratamiento debidos.
Los
adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir
exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a
la disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de
riesgo, mala salud física y violaciones de derechos humanos.
Si un niño
parece estar bien, va bien en la escuela y tiene una buena relación con sus
padres además de contar con todo lo que necesita, y no muestra signos de tener
algún problema, ¿por qué se deprime?, es una de las interrogantes que a diario
se hacen los padres.
«Las personas
suelen confundirse con la depresión, buscando siempre una causa económica,
social o familiar para atribuirle como desencadenante de la depresión».
El experto
mencionó que la depresión tiene una base biológica y cerebral, por lo tanto,
una persona que tiene bienestar económico, social y familiar también puede
padecerla.
Se puede
experimentar desánimo, anhedonia (falta de placer); estas personas pueden
llegar a sufrir depresión, a pesar de que aparentemente todo en su entorno esté
bien.
El experto
destacó la necesidad de desmontar la idea de que una persona con bienestar no
puede deprimirse.
También señaló
que la depresión biológica o endógena, como se conoce en términos científicos,
es bastante común.
Educar a los
maestros en salud mental
El acoso
escolar o bullying el siquiatra señaló que siempre ha existido, solo que, ahora
continúa en las redes sociales más usadas por los jóvenes, como WhatsApp,
Instagram y TikTok, donde se comunican con violencia verbal.
«Educar a los
maestros es crucial. Los niños reflejan en la escuela lo que ven en casa, por
lo que todos los involucrados en el proceso educativo deben recibir
capacitación en salud mental», explicó Ortega.
El psiquiatra
recordó que los niños pasan entre cinco y ocho horas diarias en la escuela.
«Dado el
desconocimiento en materia de salud mental, los maestros a menudo piensan que
la solución para un niño con problemas de conducta es sacarlo del aula, tanto
en el sector público como en el privado. Lo correcto es abordar la causa y
corregirlo, lo cual es casi siempre posible, en lugar de aislar al niño»,
añadió.
«La evidencia
muestra que la intervención más efectiva es la que se realiza dentro del
colegio, no fuera»
Explicó que no
hay un equipo de salud mental en las escuelas desde el ámbito de la salud
pública, y además, los psicólogos en las escuelas son psicólogos escolares, no
clínicos, por lo tanto, no pueden proporcionar la asistencia adecuada.
Y los
videojuegos
Respecto a los
videojuegos, desde el primero de enero entró en vigencia la nueva edición de la
Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la
Salud (OMS). En dicha revisión, la institución fija que, a partir de ahora, el
uso compulsivo de videojuegos es considerado un trastorno adictivo.
El gran
problema de los videojuegos -frente a la televisión– es que, como consecuencia
de su estructura repetitiva y de recompensa, podrían generar una dependencia de
los mismos que llevaría a los niños a estar constantemente pendientes del
videojuego a lo largo del día.
Todo esto
acarrea una gran pérdida de tiempo, dificultades para llevar a cabo
adecuadamente los deberes escolares, falta de atención y concentración durante
las horas de clase y un comportamiento de aislamiento en la propia escuela.
La edad, el
ambiente familiar, la madurez del niño son básicos en el comienzo, tiempo y
organización de la relación del niño con los videojuegos.
En julio del
año 2021, el Ministerio de Salud, a través de su Departamento de Salud Mental,
advirtió sobre el aumento del uso de juegos electrónicos por parte de niños de
diez años, lo que representa una preocupación, ya que además de la adicción,
implica un problema económico debido a que el vicio lleva a usar las tarjetas
de crédito de sus padres para comprar juegos.
Fuente:
https://eldia.com.do/
No hay comentarios:
Publicar un comentario