Las parejas modernas desafían las antiguas normas tradicionales en búsqueda de un amor verdadero y libre de prejuicios (Imagen ilustrativa Infobae)
El amor romántico se transformó bajo la influencia del
feminismo y la equidad de género. Cómo disfrutar la sexualidad y el placer
lejos de los mandatos antiguos
Por Dr Walter Ghedin/INFOBAE
En el día de los Enamorados no solo se festeja la importancia del amor, es la oportunidad para que las parejas recuerden que mantener la “llama encendida” es una grata tarea a tener en cuenta.
En ese sentido, el feminismo trajo cambios a este día,
recordando por sobre todo que el amor de pareja es una unión simétrica, de
igualdad y no como nos han hecho creer por siglos que está basado en la
complementariedad, esa antigua creencia de dos piezas que se ajustan pero cuyo
mecanismo lo manipula el hombre.
Si bien en estos tiempos la mujer agradece los gestos
de caballerosidad, las sorpresas, las invitaciones y los regalos, prefieren que
las decisiones se tomen en conjunto. No quieren ser las invitadas a un evento
que el hombre digita a su gusto o supone que con la salida la va a sorprender.
En el escenario de una cita, una pareja se sumerge en la magia del amor y la conexión. Un encuentro lleno de significado que va más allá de las palabras, tejiendo vínculos profundos e inolvidables. (Imagen ilustrativa Infobae)
La mayor sorpresa será entonces que juntos puedan
programar qué se hace para festejar, dónde, si estarán solos o con otras
parejas. Y estoy hablando de aquellos que están bien dispuestos al festejo,
porque hay cada vez más personas que se resisten a una festividad importada con
un toque de cursilería y artificio.
En los tiempos que vivimos hacerse un espacio para
estar juntos y disfrutar del encuentro suele ser complicado. La vida es urgente
y los actos románticos también lo son.
El día de los enamorados reflota la idea romántica del
amor y la incondicionalidad de los vínculos afectivos (comprende también la
amistad). Sin embargo, el amor romántico de pareja está sujeto a los cambios de
las estructuras de género. Ya no se sostiene que el amor de pareja es
complementario (la media naranja), hoy en día la autonomía personal es regla,
por lo tanto “nos amamos en la medida que se respetan los espacios y las
decisiones personales”.
En amor no hay falta que el otro debe completar, por
el contrario, los amantes son personas completas, cada una con su historia,
intereses y niveles diferentes de compromiso. Y aunque todavía perdure la idea
machista que señala la diferencia en desmedro de la mujer, hoy en día hay
resistencia y cuestionamiento de estas posturas rígidas.
En este nuevo contexto amoroso son ellas las que toman
la iniciativa para que la decisión sea consensuada. Es frecuente que el hombre,
condicionado por las pautas de masculinidad, sea quien se adelante a la
invitación o a gestionar la cita, sin embargo, será ella quien defienda su
deseo de expresar sus deseos y realizar las acciones necesarias para el
encuentro.
Esto puede significar alguna decepción para los
caballeros deseosos de brindar una atención a su dama, sin embargo, la acción
de compartir, teniéndose en cuenta mutuamente, libera de presiones, volviendo
más libre la unión. Aun así, hay hombres que se resisten a estos cambios, no
entienden cómo la mujer no acepta sentirse agasajada por ellos; se enojan, lo
viven como un desprecio, o se juran no volver a intentarlo para no quedar como
anticuados.
Las parejas de las nuevas generaciones no tienen
tantas complicaciones a la hora del festeja el día de los enamorados, la
equidad es la regla y está “todo bien” con solo reunirse y hacer la cosa más
simple.
"En los tiempos que vivimos hacerse un espacio para estar juntos y disfrutar del encuentro suele ser complicado. La vida es urgente y los actos románticos también lo son", destaca el doctor Ghedin (Imagen ilustrativa Infobae)
Tampoco las parejas homosexuales dan tanta vuelta
alrededor de este día de San Valentín. Es el modelo Heteronormativo quien
define los roles femeninos y masculinos condicionando las acciones según el
género. Y dicho modelo asienta en un sistema cultural que en cada evento de
este tipo refuerza con multiplicidad de imágenes el amor como producto de
consumo.
La figura del amor romántico ya no es un valor social
ni cultural dado que estanca al sujeto en una trascendencia emocional que no es
real, sino que está sujeta a las reglas de lo ideal.
La fantasía romántica nutre a los amantes y los
encierra la fantasía que se resiste a lo racional y concreto de lo cotidiano.
Es posible entonces que la lucha de las mujeres por la igualdad y el
reconocimiento de sus potencialidades como mujeres libres (empoderamiento),
rompa con la idea ilusoria del amor, teñida de rosa, con corazones explotando
de pasión, volviéndola más real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
PrensaLibreNagua se reserva el derecho de no publicar comentarios de contenido ofensivo.