Las múltiples estrategias gubernamentales puestas en marcha por el actual Gobierno para mitigar los efectos devastadores de la pandemia covid-19, válidas todas; parecen no animar a la sociedad dominicana.
Los
objetivos buscados no se logran, las metas planteadas no se alcanzan y los
efectos deseados no se perciben por más persistencia y consistencia que se le
impriman para vencer la amargura que vivimos todos y todas.
El
ánimo público está decaído, menguado, impotente; acorralado por una realidad
económica y social, fundamentalmente, que no le da tregua y parece estar
decidida aniquilarnos lentamente a todas.
Todo
es oprobio y escarnio por más que se diga, lo logrado hasta ahora en términos
material y espiritual en esta media isla caribeña, está amenazado, a punto de
diluirse o camino a eso; el aliento desfallece y la sonrisa se pierde.
Entonces
en medio de todo este torrente de maldad que vivimos, no es menester, por el
amor de Dios, adicional un cruel y malvado aumento de precios de los
principales artículos comestibles y de consumo, como son carne, arroz, plátano,
habichuelas, gas, gasolina, entre otros. ¡A dónde es que queremos llegar!.
Y
que no me vengan con el cuento de que esto obedece única y exclusivamente a los
altos precios que están experimentando las materias primas en los mercados
internacionales, porque no es verdad. Ahí hay otros elementos especulativos,
institucionales y gubernamentales que influyen más para que esa situación este
aconteciendo.
El
Gobierno debe ponerle atención a eso, lo hecho hasta ahora no es suficiente, el
pueblo no merece eso, los sectores pobres y la clase media ya no aguantan una
carga más, ya le son suficientes los problemas emocionales, psicológicos y de
hastío que padece.
Esto
no debe permitirse en el actual contexto que vivimos, hay que hacer conciencia
de que no es sólo la paz social de millones de dominicanos que se pone en
peligro, sino también, la permanencia del sistema democrático dominicano que
tanta sangre y lágrimas le ha costado a este pueblo.
El
autor es periodista y magister en derecho y relaciones internacionales. Reside
en Santo Domingo.quezada.alberto218@gmail.com.
Vigilante
Informativo
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