Por Luis José Chávez
La decisión del gobierno dominicano, bajo el liderazgo del presidente Luis Abinader, de establecer un equilibrio entre las urgencias de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 y la necesidad de propiciar un sostenido proceso de reapertura económica, es una medida difícil pero razonablemente necesaria.
Ni
una cuarentena inflexible, como proponen algunos voceros vinculados al sector
salud; ni una flexibilización demasiado liberal, como reclaman diversos
sectores productivos. Más bien, un balance entre la obligación primaria de
cuidar la salud y la necesidad de evitar el colapso económico.
Las
autoridades parecen haber tomado en cuenta que retrasar la reapertura económica
no solo implica la pérdida de miles de empleos formales, sino también la caída
vertical de la pequeña y mediana empresa y de actividad económica informal, que
representa el 55 por ciento de la fuerza laboral del país, lo cual no solo
agudiza las dificultades de supervivencia de un amplio segmento de la
población, sino que podría desencadenar una rebeldía social que anularía
cualquier esfuerzo del gobierno para imponer las medidas disciplinarias necesarias
para contener la pandemia.
Afortunadamente
el Gobierno ha tenido un margen de relativa holgura para manejar una estrategia
que permite clavar el clavo sin rajar la tabla, como a menudo proponía José
Francisco Peña Gómez cuando planteaba una salida no convencional para asegurar
el objetivo más importante.
Fortalezas de República Dominicana
Si
bien es cierto que el relajamiento adoptado por la población durante el feriado
navideño ha generado una nueva ola de contagio y un aumento moderado de la tasa
de mortalidad, la República Dominicana ya cuenta con la estructura sanitaria,
la experiencia y probablemente la disciplina social para mantener bajo control
el impacto de la pandemia, como ya lo hizo en el último tramo del 2020, después
de haber encabezado la lista de los países con mayor promedio de contagio y
letalidad por Covid-19.
Actualmente
RD sostiene una tasa de mortalidad, medida por millón de habitantes, cinco
veces menor que Estados Unidos, y cuatro veces menor que Reino Unido, España,
Italia, Francia, Holanda, Bélgica, Suiza y Suecia, países con un sistema de
salud muy superior al nuestro. También mantiene un índice de letalidad por
debajo de Costa Rica y Paraguay, que junto a Cuba y Uruguay estuvieron entre
los principales referentes de buena gestión de la pandemia en América. (ver
https://datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus)
Entre
los factores que se asocian al buen desempeño del país hay que destacar no solo
la vigorosa respuesta del sistema oficial de salud a partir del cambio de
gobierno en el pasado mes de agosto, sino también al desarrollo de un modelo de
participación comunitaria que ha contribuido a promover una disciplina de
responsabilidad social frente al Covid, con
excelentes
resultados en reducción de contagio y mortalidad, según ha reconocido el propio
Ministerio de Salud.
También
ha sido un factor altamente favorable, según evidencias registradas en el país
y no refutada hasta ahora, el generalizado uso de la Ivermectina por
prescripción de la mayoría de los médicos dominicanos o por el simple
conocimiento de la población respecto a un producto inocuo aplicado a más de 2
mil 500 millones de personas desde hace 40 años, principalmente en África,
India y muchos países del tercer mundo, incluyendo Haití.
https://doctor-jose-natalio-redondo-presenta-informe-sobre-siete-mil-casos-covid-19/
Coincidencialmente,
entre los países de América Latina que han registrado la mayor reducción
muertes por Covid en los últimos meses resaltan El Salvador, Honduras,
Guatemala y República Dominicana, donde ya sea por decisión oficial de las
autoridades o por las prácticas de la clase médica o de la población
empoderada, se ha extendido de manera amplia el uso del reconocido anti
parasitario.
Ahora
tenemos por delante el reto de afianzar la respuesta social del país para
mantener la situación bajo control hasta el inicio de la campaña nacional de
vacunación, considerando que la responsabilidad de actuar frente a la actual
pandemia y sus terribles consecuencias sanitarias, económicas y sociales, no
puede ni debe ser una tarea exclusiva de las autoridades del sector salud y de las
fuerzas del orden público, sino de toda la sociedad dominicana. Hoy Digital
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