Juan Carlos cuenta con la amistad del primer ministro, el jeque Mohamed bin Rashid Maktoum, gobernante del emirato de Dubái.
Emiratos Àrabes Unidos(EFE).- La Casa Real española confirmó este lunes que el rey emérito Juan Carlos I se encuentra en Emiratos Árabes Unidos desde el 3 de agosto, un anuncio que despeja dudas sobre su paradero, pero que abre interrogantes sobre dónde está exactamente en un lugar rico, con palacios, islas y hoteles de lujo.
Dividido en siete emiratos y con seis
familias reales (los Al Qassimi gobiernan Sharjah y Ras Jaimah), Emiratos
Árabes Unidos (EAU) asoma sus costas al Golfo Pérsico donde tiene un sinfín de islas
e islotes, muchas dedicadas a la prospección petrolera y otras como lugar de
recreo.
Aquí el Gobierno y la prensa, toda
vinculada de una u otra manera con el poder, guarda silencio sobre la presencia
de Juan Carlos I. La imposibilidad de reportar desde cualquier parte sin un
permiso hace prácticamente nula la posibilidad de que se pueda rastrear al
monarca.
Emiratos cuenta con islas artificiales
paradisíacas creadas en el golfo Pérsico, condominios fastuosos con membresía
selectiva, palacios de la realeza, villas reservadas y hoteles de hiperlujo, el
más importante de ellos el Emirates Palace.
Más importante, Juan Carlos cuenta con
la amistad del primer ministro, el jeque Mohamed bin Rashid Maktoum, gobernante
del emirato de Dubái. El escándalo después de que su esposa, la princesa Haya
Bint al Hussain, le denunciara por secuestro y torturas en un tribunal de
Londres saltó a las primeras páginas de los diarios de medio mundo hace unos
meses.
Más discreta es la vida del gobernante
de Abu Dabi y de facto del país, el poderosísimo Mohamed bin Zayed al Nahyan,
el príncipe heredero emiratí conocido popularmente como MBZ, con el que Juan
Carlos tiene infinidad de fotografías en los números eventos en que han
coincidido por su pasión por los coches de lujo.
El EMIRATES
PALACE
Uno de los nombres que han sonado como
posible destino de Juan Carlos I es el del Emirates Palace. EFE visitó este
gran hotel erigido para representar el esplendor árabe, un laberinto lleno de
detalles, lujos y guiños con los que retratar la opulencia de este país al que
el petróleo ha convertido en uno de los más ricos del mundo, pero no pudo
constatar la presencia del emérito.
El hotel se levanta al final de un
malecón en el oeste de Abu Dabi. Desde allí se aprecia a un lado el Palacio
Presidencial y a la espalda la silueta de los edificios de la ciudad. Es el
lugar perfecto para esconder un rey.
Allí unos dicen que no saben, otros
aseguran que el monarca emérito no está y hay quien lo tiene claro.
"Probablemente está en alguna isla de alguno de sus amigos, pero aquí no”,
afirmó a Efe un empleado del hotel que por razones de seguridad no puede ser
nombrado.
Propiedad del Gobierno de Abu Dabi, el
hotel funciona desde enero bajo la operación de la compañía hotelera de Hong
Kong Mandarin Oriental, una corporación especializada en establecimientos
hoteleros de hiperlujo, que tomó el testigo de otra cadena especializada en
este segmento, la suiza Kempinski.
El Emirates Palace abrió en 2005 y
oficialmente costó 3.000 millones de dólares. Está lleno de oro y mármol; desde
los cubiertos del restaurante hasta los techos de pasillos siempre brillantes y
pulidos tienen detalles del dorado metal. Todo es ostentación.
El palacio mira al mar y tiene una
playa privada en el Golfo Pérsico que va de punta a punta del hotel. Los
interiores son lujosos pero modernos y diseñados para que cualquier huésped se
sienta un miembro de la realeza entre empleadas con batas bordadas con
estampados que los empleados muestran en sus chalecos.
Tiene dos alas: este y oeste con cinco
pisos cada una. En el centro está el palacio principal de ocho plantas, la
última de ellas obviamente reservada como área presidencial. Allí se alojan
mandatarios, presidentes y miembros de la realeza.
UN MUNDO
PRIVADO Y RESERVADO
Según el personal del hotel, cuando
hay un huésped VIP la presencia de guardaespaldas es notable, pero estos días
no hay señales de agentes de seguridad, aunque eso no significa que los
encargados de la protección estén en la parte interior.
Los huéspedes ilustres no entran por
la misma puerta que el resto, hay un acceso especial por el que solamente
acceden vehículos autorizados y a las habitaciones se llega desde un sistema
reservado de pasillos. Un acceso que estos días se puede conocer en uno de los
tours que da el hotel para sus huéspedes más curiosos.
Cuando un huésped VIP está alojado en
el Emirates Palace no le ve el personal del hotel, pues deja la comida y
cualquier otra petición en un lugar específico del pasillo y a partir de ahí
serán los mayordomos de la planta los que hagan llegar utensilios, alimentos,
bebida o cualquier otra solicitud a la habitación.
“Tienen su propio personal, no les
vemos, incluso si hay un rey no lo sabremos”, afirma otro miembro del personal
del hotel.
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