Santo Domingo RD
Señoras
y señores.
Permítanme, antes de iniciar mi intervención que les
pida que se pongan en pie para rendir homenaje y recuerdo a las víctimas del
Covid-19 y a sus familias.
No están solos en este terrible trance y cuentan con la solidaridad y el afecto de todo el pueblo dominicano aquí representado, así como con el aliento fraterno de las naciones hermanas y amigas cuyos representantes nos honran hoy con su presencia.
Y tributemos también un aplauso que sirva de apoyo
para todos los que están hospitalizados, así como los que se recuperan en sus
casas y, en especial, para el personal sanitario que nos cuida y cura en un
esfuerzo de solidaridad y profesionalidad sin precedentes en nuestra historia.
Muchas
gracias, señoras y señores.
Pueblo
dominicano.
Esta mañana comparezco ante esta Asamblea Nacional
para recibir la Banda presidencial honrado por la confianza ciudadana
depositada en las urnas y muy consciente de los desafíos actuales, pero también
lleno de fe respecto al porvenir.
Como corresponde a nuestra tradición cívica y
política, este acto se celebra el 16 de agosto, 157 años después de que, en el
Cerro de Capotillo, catorce hombres al mando del coronel Santiago Rodríguez
izaran la bandera nacional bajo el grito de ¡Viva la República Dominicana!
Con aquella acción valiente se inició un camino, duro
y a veces amargo, pero también guiado por la esperanza que, más de ciento
cincuenta años después, nos ha traído hasta un nuevo momento solemne de relevo
y continuidad en la más alta magistratura de la República Dominicana.
Hoy damos un paso más hacia ese futuro de libertad,
prosperidad y justicia con el que soñaron aquellos héroes y cuya memoria
honramos haciendo coincidir la fecha de su epopeya con el acto de toma de
posesión del Presidente de la República.
Cuando aquellos bravos patriotas protagonizaron El Grito de Capotillo sabían que la senda por la que tenían que transitar estaba llena de obstáculos. Sin embargo, ni les temblaron las piernas ni flaqueó su ánimo para enfrentar la tarea histórica que tenían por delante.
Casi un siglo después y en circunstancias también
sombrías para nuestra patria, al pintor Aurelio Crosiet no le falló el talento
y, con sus pinceles, dejó en los muros de este venerable salón un mapa
simbólico de la que, —anuncio ahora— será nuestra travesía durante los próximos
años; un periodo en el que no van a faltar las dificultades ni los retos, pero
tampoco la determinación para solucionarlas ni el trabajo para superarlos.
Los murales de Crosiet que ahora podemos contemplar,
nos muestran enseñanzas de libertad, de justicia, del valor de la ley, de la
patria y de la fe.
Pero a pesar de la inspiración y el orgullo que nos
producen estas pinturas, no voy a engañar a nadie con palabras dulces, promesas
huecas ni horizontes falsos porque, ni la altísima magistratura que hoy asumo
ni la decencia me permitirían semejante irresponsabilidad, porque vivimos una
de las horas más difíciles de nuestra historia para la que no contamos con precedentes
ni disponemos de recetas probadas porque, sencillamente, no existen.
Aun así, en este día solemne, ofrezco trabajo y
diálogo ilimitado para, entre todos, salir adelante más fuertes, más unidos y
cargados de esperanza.
Como preámbulo quiero advertir que este discurso no
será un programa de gobierno, ni un listado de obras a emprender, que ya hemos
detallado a lo largo de la campaña, y en la transición. Tampoco un inventario del penoso legado en
muchos de los ámbitos del Estado, del que se ocuparán de informar los
funcionarios que integrarán el equipo de trabajo de este gobierno. Porque este
será un gobierno de sistemática comunicación y rendición de cuentas.
Señoras
y señores:
El Covid ha puesto al desnudo la grave situación
estructural que atraviesa nuestra patria. Una pandemia global nos ha mostrado
como nuestro país tiene debilidades que la hacen muy vulnerable a la situación
actual y a sus consecuencias económicas y sociales. Llevamos décadas de
inacción y mala política, pero hoy ya no tenemos más tiempo que perder.
Sin embargo, lo urgente no debe hacernos olvidar lo
importante. La premura con la que hemos de arbitrar medidas no debe ser excusa
para no acometer las reformas profundas que precisa nuestro país para contener
los estragos que agrava la pandemia en el corto plazo, y también para superar
nuestras carencias estructurales.
Por ello, esta presidencia que hoy comienza, será la
de los cambios urgentes. Pero también la
de los cambios irreversibles.
COVID
Y SALUD
El Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de
una manera tan silenciosa como especialmente cruel porque castiga la necesidad
que, como seres humanos tenemos de vivir juntos.
Un adversario tan terrible que nos obliga a tomar
medidas excepcionales para defender la vida y nuestra forma de vivirla.
El virus está poniendo a prueba toda nuestra
estructura social, con consecuencias para nuestra salud y nuestro sistema
sanitario, pero también para la actividad económica, educativa, cultural y
social. Por eso debemos actuar ahora y con contundencia.
El actual sistema público de salud, pese a sus buenos
profesionales, no ha tenido suficientes medios para paliar la pandemia, o para
articular políticas de prevención ante esta u otras crisis sanitarias.
Quiero anunciarles hoy, que nuestro gobierno pondrá en
marcha un plan nacional de detección, aislamiento, rastreo y tratamiento de
contagiados a una escala sin precedentes en nuestra historia, con el compromiso
de garantizar el acceso a la vacuna contra el virus a toda la población dominicana
tan pronto como esté disponible.
Aumentaremos el presupuesto de salud hasta llegar
a más de 66.000 millones de pesos en los
primeros 4 meses de gobierno para atender a esta emergencia pero, a la vez,
para transformar para siempre nuestro modelo de atención sanitaria, bajo
criterios de desconcentración, descentralización y empoderamiento de las
comunidades, así como el refuerzo de la atención primaria.
Hoy me comprometo a dedicarme en cuerpo y alma a
situar nuestro sistema sanitario donde los dominicanos merecen que esté: entre
los mejores de América Latina.
Por ello, sirva este acto de recepción de la Banda
Presidencial para adquirir aquí un compromiso solemne: Nadie va a quedar
desatendido ni abandonado a su suerte porque de esta crisis vamos a salir,
todos y juntos.
Bajo mi presidencia el sistema sanitario no colapsará.
Pero es importante que entendamos que después de casi seis meses de la
aparición de la pandemia en el país, recibimos la conducción del gobierno en
plena expansión del virus, ya con mil 400 fallecidos y más de 85 mil
contagiados.
En los próximos meses aumentaremos el número de camas
donde sea necesario, duplicaremos nuestra capacidad de camas en las unidades de
cuidados intensivos, pondremos en marcha 12 hospitales temporales, y formaremos
a más de 1.000 médicos y enfermeras en un gran programa nacional para ser más
eficaces en la lucha contra la Pandemia.
Tal empeño será posible porque vamos a reestructurar
la arquitectura institucional del Estado para eliminar los organismos e
instituciones innecesarias o con duplicidad de funcionesy destinaremos esos
fondos a la inclusión de más de dos millones de ciudadanos al seguro familiar
de salud de forma que para diciembre de este año, la salud pública dominicana
será, UNIVERSAL Y GRATUITA.
ECONOMÍA
Pueblo
dominicano:
La pandemia es global. Y la crisis económica que ha
traído consigo también lo es. El daño causado ya es el mayor desde la II Guerra
Mundial. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización
para el Desarrollo y la Cooperación Económica proyectan un crecimiento global
negativo, por lo que la recuperación no llegará ni rápida ni fácilmente.
La reducción de la economía global significará
intercambios comerciales dramáticamente inferiores entre los países. La
revolución tecnológica que permitió que lo global se convirtiera en local
provoca también que la reducción de la demanda mundial tenga consecuencias para
el sector externo de nuestra economía y repercusiones en la producción, el
empleo y el consumo interno.
Las prohibiciones y el temor a viajar reducen el
número de turistas en nuestra isla; nuestras exportaciones sufren la depresión
de la demanda mundial. Cierran pequeñas y medianas empresas, se pierden empleos
y se consumen ahorros sin que nadie sea capaz de predecir el impacto ni el fin
de la pesadilla.
Esta crisis amenaza con tensionar al máximo las
políticas fiscales y nos obliga a un manejo adecuado del gasto público para
paliar los daños que ya sufren los sectores generadores de divisas. Y todo esto se desencadena en un contexto en
el que los niveles de deuda pública —incluso antes de la pandemia— habían
llegado ya a los límites de la imprudencia. La deuda consolidada de todo el
Estado fue duplicada en la última década, y solo esta semana el déficit ha
crecido en 25.600 millones de pesos.
En el pasado no hubo un aumento del bienestar de los
ciudadanos, pero si un aumento de la deuda y de nuestro déficit. Este es el
escenario al que nos enfrentamos. Este es el balance que nos hemos encontrado.
Un balance que estamos firmemente comprometidos a revertir.
Mejorando la calidad del gasto y eliminando dispendios
y corrupción que durante años solo han aumentado el déficit y consecuentemente
la deuda pública sin mejorar la calidad de vida de los dominicanos. Que no
pierdan su tiempo los auspiciadores de la malversación. Nada ni nadie nos hará
variar este compromiso.
Jamás, gobierno alguno, enfrentó semejante combinación
de retos y amenazas.
La crisis y sus efectos nos traen muchos meses de
sacrificio y disciplina, pero siempre conservando la esperanza en un porvenir
mejor. Por ello, la prioridad es la de crear las condiciones para recuperar la
producción y el empleo utilizando todos los mecanismos que estén a nuestro
alcance para lograr dicho objetivo, por eso les anuncio que:
Continuaremos
los programas de ayuda FASE, Quédate en Casa y Pa’Ti para lo que queda de este
año 2020
Extenderemos las facilidades tributarias en especial
para las pequeñas y medianas empresas e implementaremos un Programa de
Garantías y Financiamiento dirigido a
los sectores afectados por la pandemia por más de 100.000 millones de
pesos.
Iniciaremos un plan de reparación y construcción que
impactará a más de 30.000 viviendas para reactivar las economías locales en
todo el país.
Impulsaremos que el Banco de Reservas de prioridad a
los proyectos del sector turístico, industrial y de exportaciones que creen
empleo y que estén detenidos por la falta de financiamiento.
Presentaremos el próximo lunes 24 el Plan de
relanzamiento del Turismo con el objetivo de impulsarlo y recuperar la
afluencia de visitantes previa a la pandemia.
Vamos a disponer, por medio del Banco Agrícola, de
5.000 millones de pesos de financiamiento a tasa de interés cero para la nueva
siembra. Y prestará apoyo a la comercialización y asistencia técnica para
garantizar la seguridad alimentaria.
Para lograr
todos estos objetivos será necesario recurrir a fuentes de financiación
internas y externas que permitan atender las necesidades extraordinarias, lo
que implicará un aumento del endeudamiento más allá del que teníamos programado
antes de la pandemia.
La magnitud de la crisis es tan descomunal que este
nuevo gobierno hará lo que sea necesario, cuando sea necesario y el tiempo que
sea necesario para rescatar la economía y proteger a las personas y sus
empleos.
Una
vez superada la crisis sanitaria y económica tendremos que tomar las medidas
para cambiar la trayectoria de nuestra deuda pública.
Las limitaciones fiscales nos impulsan a ser creativos
y utilizar al máximo las alianzas públicas y privadas para generar inversiones
en áreas que supongan creación de empleos formales y obras estratégicas.
Algunas que iniciaremos la planificación y asignación de inmediato son:
La construcción de la Autopista del Ámbar, que
permitiría llegar de Santiago a Puerto Plata en tan solo 25 minutos y de Santo
Domingo a Puerto Plata en dos horas.
El desarrollo turístico de Pedernales, que
desarrollaría su propio aeropuerto asi como la construcción de 3.000
habitaciones hoteleras en varios hoteles.
El puerto de Manzanillo que nos permitirá dar salida a
las exportaciones de banano y las zonas francas de Santiago y la línea
noroeste.
Quizás ahora el sector privado tenga sus lógicas
reservas para iniciar nuevos proyectos dada la delicada situación internacional.
Pero este gobierno les quiere decir a los empresarios nacionales e
internacionales que este es el momento de invertir en la República Dominicana.
Crearemos un clima favorable a la inversión
garantizando la seguridad jurídica, la trasparencia y la celeridad en los
procesos de contratación. Y además, a partir de mañana estoy ordenando a todas
las instituciones públicas acelerar el conocimiento y decisión de toda inversión que se encuentre paralizada y
que suponga creación de empleo.
RELACIONES
EXTERIORES
Asambleístas
La política exterior dominicana tiene que situarse
como uno de los ejes de la acción gubernamental. Su peso e importancia en un
contexto tan global se hace hoy indispensable.
Quiero recordar aquí, en este punto y en tan
importante acto, que nuestra nación no se circunscribe tan sólo a los 48.000
kilómetros cuadrados que ocupa.
A la República Dominicana la podemos encontrar también
más allá de las costas azul turquesa del mar que bañan a esta dinámica y
diversa región caribeña. República Dominicana vive también entre los
rascacielos de la Gran Manzana de Nueva York, y en las bulliciosas calles de
Madrid.
Esta República Dominicana de la que hoy quiero
hacerles partícipes, somos todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres que
vivimos en esta isla o que desarrollan sus proyectos de vida en la lejanía. Es
la República de aquellos que llevemos encendida por el mundo la llama eterna de
la patria que nos legaron los Trinitarios, Gregorio Luperón y las Hermanas
Mirabal.
Esa república que vive lejos de esta isla es la que ha
mantenido su esfuerzo en un momento tan duro como este, aumentando las remesas
para ayudar a sus familias. Ellos siguen demostrando su inmenso apego a esta
tierra, colocada en el mismo trayecto del sol y de la luz. Tienen sus cuerpos
fuera, pero su alma y su cultura permanecen entre nosotros. A esta querida
diáspora en el exterior solo podemos decirle: GRACIAS.
La política exterior dominicana ha sido
tradicionalmente ineficaz, y los nombramientos en su servicio exterior
repartidos muchas veces como botín político. Pero esto va a cambiar YA. Desde
hoy habrá un gobierno que atienda a su gente, que se ponga a su servicio y que
ayude a su pueblo este donde este.
Somos plenamente conscientes de que la prosperidad del
país también dependerá de que situemos nuestro servicio exterior donde merece
una nación moderna y decente. Tenemos grandes retos por delante, como su
profesionalización, modernización y la adecuación de sus estructuras, hoy
desproporcionadas e ineficaces.
A través de nuestro Ministerio de Relaciones
Exteriores promoveremos el comercio y las inversiones en un tiempo en el que
serán cruciales para nuestra recuperación. Fortaleceremos nuestras relaciones
estratégicas con EE.UU, nuestro principal socio comercial y el lugar donde
residen dos millones de compatriotas.
Y seguiremos vigorizando nuestras relaciones con todas
las regiones del mundo, incluida la Unión Europea, especialmente con nuestros
socios españoles y por supuesto, redoblaremos los esfuerzos para ser un actor
de trasformación económica y promotor de la democracia y sus valores en toda
América Latina y el Caribe.
La República Dominicana está perfectamente posicionada
para aprovechar al máximo este reto histórico. Contamos con un ecosistema industrial
y de Zonas Francas robusto, y una proximidad envidiable con los principales
mercados de consumo del mundo.
Llegó el momento de maximizar nuestra posición
geográfica en el continente Americano para el restablecimiento de empresas y la
creación de empleos.
Señoras
y señores,
La relación bilateral con Haití es muy importante para
la Republica Dominicana. Somos conscientes de que el éxito en esta relación
depende de la presencia activa, consistente y perseverante de ambos estados. De
ahí que debamos seguir fortaleciendo los instrumentos para una buena vecindad,
fomentar el desarrollo integral de la frontera y diseñar una política de
seguridad efectiva para ayudar al bienestar de las dos naciones.
EDUCACIÓN
Pueblo
dominicano,
La verdadera razón de ser de un gobierno es el
bienestar de su gente. Y no se puede aspirar a grados mayores de bienestar y de
igualdad sin Educación. La auténtica palanca transformadora de la sociedad es
la formación y el conocimiento.
Decía Bertold Brecht aquello de; «Qué tiempos serán estos, que hay que
defender lo obvio». Pues bien, aquí me tienen, defendiendo una vez más una
obviedad tan grande como olvidada: Que la República Dominicana debe tener el
sistema educativo que merece y que no debe ser otro que el mejor.
No por casualidad, el pueblo dominicano convirtió en
un estandarte la legítima y necesaria demanda de que se destine el 4% del
Producto Interno Bruto a la Educación.
Sin embargo, tristemente, ese 4% no se ha invertido
como debería, hubo más negocio que educación.
Así pues, no empezamos con ninguna ventaja. Según el
Banco Mundial la expectativa de escolaridad de un niño dominicano es de 11.3
años, pero la escolaridad efectiva por manejo de competencias se reduce a 6.3.
El 20 por ciento de nuestro alumnado no completa el
ciclo de enseñanza primaria y el desencuentro entre el modelo de las
instituciones formadoras de educadores y el currículo vigente de nuestros
centros educativos es evidente.
Hemos empeorado en los informes PISA desde 2015,
situándonos hoy en el último lugar de 79 países en matemáticas y ciencias y en
el penúltimo en lectura.
El diagnóstico de nuestro sistema educativo es, sin
duda, grave y no pienso maquillar tal condición, ni voy a consentir que siga
así.
El modelo educativo vigente en nuestro país no
funciona, o al menos no genera calidad en la educación, empleabilidad de los
graduados ni contribuye al desarrollo de la nación.
Por ello, nos proponemos garantizar la incorporación
de todas las dominicanas y los dominicanos a los procesos educacionales: que
nadie se quede sin un cupo escolar, sin una oportunidad de formarse, de
capacitarse, desarrollarse y tener acceso al éxito.
Vamos a impulsar un modelo educativo basado en la
generación de competencias útiles para la inserción social, pero útiles también
para que nuestros jóvenes puedan desempeñar efectivamente un empleo de calidad
-un empleo formal- o crear sus propios negocios, si así lo deciden.
Asimismo, vamos a llenar de competencias y contenidos
útiles la tanda extendida, para que nuestros centros educativos se conviertan
en laboratorios de valores y de ciudadanía.
Para el logro de estos propósitos es indispensable el
compromiso y la participación entusiasta de toda la comunidad educativa,
especialmente de los docentes a quienes vamos a mejorar sus condiciones
laborales como reconocimiento a su capacitación y formación como buenos
educadores y a la calidad de la enseñanza que brindan a nuestros niños y
jóvenes.
La crítica situación que arrastra la educación
dominicana se agrava aún más a causa del Covid-19, que pone en serias
dificultades el año escolar 2020-2021, pautado para iniciarse el próximo día
24, es decir, dentro de ocho días. No podemos correr ese riesgo.
Sin embargo, tampoco vamos a resignarnos a esperar a
que pase la tormenta. La semana próxima,
el nuevo ministro de educación presentará el plan mediante el cual vamos a
enfrentar la situación para garantizar la marcha de la educación preservando la
salud de la comunidad educativa.
Eso nos obliga a recurrir a la educación a distancia y
virtual, para lo cual se requiere de recursos tecnológicos que el gobierno
saliente no preparó.
De ahí que les anuncie hoy que, para el inicio del año
escolar, todos los niños y jóvenes de las escuelas y liceos de la República
Dominicana dispondrán de una Tablet o Laptop para que puedan seguir su
formación independientemente de cómo sea la evolución de la pandemia y su nivel
económico.
Pondremos en marcha también un ambicioso plan para
implicar a todas las operadoras de servicios telefónicos del país y asegurar la
conectividad de todo el sistema educativo en un tiempo mínimo.
También nos hemos reunido con la rectora de la
universidad autónoma de Santo Domingo para proveerla de una ayuda especial, de
tal manera que podamos garantizar su semestre con plena seguridad y de la mejor
manera posible.
Con estas medidas, salvaremos el año escolar y
universitario y eliminaremos de una vez por todas la brecha digital que tan
grande e insoportable es en nuestro país.
Este es un cambio que trasformará de una manera sin
precedentes nuestro sistema educativo para siempre.
Porque, este gobierno que hoy empieza está convencido
de que la apuesta por la educación es la única en la que se gana siempre, pues
estamos hablando del motor transformador de un cambio imparable y sin vuelta
atrás. Apostando por nuestros jóvenes y por su formación estamos apostando por
el talento y el futuro, Si lo
conseguimos, llegaremos a tiempo a la cita histórica del progreso que la
República demanda.
INSTITUCIONALIDAD
Pero no existen transformaciones sin las reformas
institucionales necesarias que garanticen que somos un pueblo de leyes y no una
comunidad sometida a la cambiante voluntad de sus gobernantes. La Historia no
es lineal y en la República Dominicana hemos aprendido esa lección por las
malas demasiadas veces.
El inventario de trágicos retrocesos desde nuestra
Independencia así lo confirma. Nada sin esfuerzo está garantizado para siempre.
Por eso, la vigilancia para mantener la democracia no termina nunca.
Los aquí reunidos en la Asamblea Nacional, desde
nuestras distintas responsabilidades institucionales, somos los guardianes del
legado democrático y, como tales, no podemos fracasar en el objetivo de
conciliar la libertad con la Justicia.
Porque
sin Justicia no puede existir la democracia.
No se ha de malograr la herencia histórica de cientos
de miles de dominicanos y dominicanas que, en el devenir de más de siglo y
medio, han marchado exigiendo justicia y que, en demasiadas ocasiones, han
derramado su sangre en el empeño. Si olvidáramos esos sacrificios, no seríamos
dignos ni de mirarnos al espejo sin sentir vergüenza.
Tampoco podemos olvidar a todos aquellos que lucharon
con determinación por garantizar el respeto a la Constitución y nuestras leyes. No los defraudaremos.
Por ello, uno de los primeros decretos que firmaré hoy
será para designar un Procurador General políticamente independiente capaz de
hacer lo justo, incluso si todos están en contra, y de evitar lo injusto,
incluso si todos están a favor.
SEGURIDAD
Asambleístas,
Sin ley no hay seguridad, sin seguridad no hay
libertad y sin libertad no hay democracia. Y el que tenga la tentación de
sacrificar alguno de estos valores para preservar otro, los perderá todos.
En una sociedad libre, moderna, democrática y avanzada
como la que aspira ser la dominicana todos merecemos desarrollar un proyecto de
vida sin violencia.
La inseguridad afecta a miles de dominicanos y
dominicanas. El 77% de la sociedad considera la delincuencia como su principal
preocupación.
Creo que este problema debe ser solventado superando
el viejo concepto de orden público, porque las causas de este mal son mucho más
complejas y profundas.
Por ello, debemos mejorar y atender la prevención,
creando oportunidades que cierren la puerta al recurso a la delincuencia a la
vez que llevamos intensos programas educativos sobre el impacto negativo del
alcohol y las drogas entre los más jóvenes. También fortaleceremos las acciones
de disuasión estrechando la colaboración de la policía con la sociedad a la
cual debe servir y proteger. Esto
requiere un esfuerzo colectivo tan grande como la meta que queremos alcanzar:
un país sin violencia.
Para este gran objetivo sabemos que necesitamos
implicar a todo el pueblo dominicano, pero en especial a aquellos que velan por
nuestra seguridad y libertad: al cuerpo de policía nacional.
El servicio de policía, tiene encomendadas tareas tan
vitales para el desarrollo de nuestra nación, como proteger la vida, la
integridad física de las personas, preservar el orden público o promover la
convivencia ciudadana. Nuestra deuda con este servicio es tan grande como la
obligación que tenemos para mejorarlo.En este nuevo tiempo que comienza
emprenderemos una reforma integral de la policía nacional que promueva cambios
en la cultura institucional, impulse la profesionalización y tecnificación del
servicio, mejore las condiciones laborales de nuestros agentes y dé una mayor
eficacia de los servicios policiales.
Una batería de medidas y propósitos que son cruciales
para la calidad democrática de nuestro país. Pues afecta de lleno a su gente y
condiciona nuestras vidas.
TRANSPARENCIA
Y
LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Asambleístas,
Una democracia de calidad, a las puertas de la tercera
década del siglo XXI, requiere una rendición de cuentas vertical. Esto supone
un sistema de frenos y contrapesos entre los poderes del Estado, para que
ninguno prevalezca sobre otro. El gobierno debe estar sometido a una
fiscalización ciudadana permanente y transparente. Eso también es democracia y
no sólo la emisión puntual de la expresión ciudadana que representa el
depositar una boleta en una urna cada cuatro años.
Un reconocimiento pleno de los derechos fundamentales
de la ciudadanía exige también la existencia de un régimen justo de
consecuencias para aquellos que violen la Ley, sin ningún tipo de privilegio o
impunidad, y de una distribución socialmente equitativa de los frutos del
crecimiento económico y de la riqueza nacional.
Y
hoy, aquí, les digo que nuestra democracia ha sido dañada.
En este punto quiero ser muy claro, preciso, y
contundente. En el gobierno que iniciamos hoy, no se permitirá, bajo ningún
concepto, que la corrupción del pasado quede impune, el que robó dinero del
pueblo, tiene necesariamente que pagar en la justicia por sus actos.
De igual manera quiero hacerles una advertencia a los
nuevos funcionarios que me acompañarán en el gobierno del cambio: No voy a
tolerar ningún acto de indelicadeza y mucho menos de corrupción en mi gobierno.
El funcionario que se equivoque con el dinero del pueblo, será inmediatamente destituido
y puesto a disposición de la justicia. Estamos convencidos de que la corrupción
de arriba incentiva la de abajo, que es la delincuencia, que se traduce en
inseguridad. Y ambas tienen que ser combatidas sin tregua.
Quiero reiterar para que nadie se confunda, que no
habrá impunidad para la corrupción del pasado, ni tampoco para la que se cometa
en el futuro.
Estoy comprometido con el pueblo dominicano, con mi
familia y con la memoria de mi padre a encabezar un gobierno trasparente y
ético, donde el dinero del pueblo se maneje con total y absoluta pulcritud.
Como ven, los retos son difíciles y habrá quien sienta
que su ánimo flaquea ante la colosal magnitud de la tarea. No es el caso de los
dominicanos y dominicanas y, gracias a su inspiración, tampoco el de su
presidente.
Aunque los recursos materiales son siempre limitados,
las capacidades de las que depende el éxito —la creatividad, la persistencia,
la disciplina, la solidaridad, el valor y la fe— son infinitas y constituyen el
mejor patrimonio que tiene este país.
Sin embargo, estos dones no servirán de nada sin
unidad de acción. Una unidad que nos concierne a todos, por encima de siglas,
ideologías y partidismo.
El camino es largo y oscuro y quien tenga la tentación
de recorrerlo solo y sin luces, no llegará a ninguna parte. Por ello, en los
próximos días me reuniré con todo el liderazgo nacional para abordar y discutir
juntos las soluciones que requiere nuestro país.
La emergencia sanitaria y sus tremendas consecuencias
en el tejido económico y social nos exigen estar a la altura de las
circunstancias como pocas veces ha ocurrido en la Historia de nuestra nación.
Tenemos un examen con la Historia y con las próximas
generaciones que nos pedirán cuentas de nuestras acciones. Hemos de mostrar al
mundo lo que somos capaces de hacer unidos en nuestra diversidad y fuertes en
nuestra lucha.
Con ese ánimo asumo esta investidura como presidente
de todos los dominicanos y dominicanas, como su primer servidor y con el
compromiso de que este gobierno sea recordado como el que comenzó un nuevo
tiempo de cambio, unidad, y verdadero desarrollo económico y social.
Este gobierno no será de unos contra otros. Soy el
presidente de todos en una nación de ciudadanos libres e iguales que tienen
como objetivo histórico proteger y reconstruir nuestro país.
Somos
mucho más que diez millones de personas que viven en esta parte del mundo.
Somos una forma de ver la vida con los valores de la
paz, la convivencia, la solidaridad y el progreso, como corresponde a un país
que quiere ser construido y disfrutado tal y como quiere su gente. Nuestra
gente. Nosotros. Un «nosotros» que no excluye a nadie porque es expresión de un
espíritu colectivo de libertad y justicia que siempre ha guiado a nuestro
pueblo.
Y que fue la bandera que izaron hace 157 años aquellos
14 hombres, en el cerro de Capotillo.
La bandera con la que hoy me visto.
La bandera de la libertad.
La bandera de la esperanza.
La bandera del progreso.
La bandera de todos los Dominicanos.
¡Viva la Republica Dominicana!
¡Muchas gracias y que Dios bendiga nuestro pueblo!!
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