Un científico de la
Universidad de Wageningen señala que los mosquitos se guían por la huella
invisible de dióxido de carbono presente en el aire alrededor de los humanos.
Por Sergio Suárez
Algunas
personas pueden pasar todo el verano a la intemperie y no sufrir las picaduras
de mosquitos. Otras, por más que se bañen en repelente y mantengan conectados
dispositivos eléctricos contra insectos, simplemente se vuelven un desastre
debido a la picazón.
Según
una publicación de Live Science, estos insectos usan sus órganos sensoriales
para detectar a sus víctimas desde una distancia de hasta 50 metros. De esta
forma, van siguiendo la huella invisible de dióxido de carbono que se encuentra
en el ambiente alrededor de los humanos.
En
concreto, los mosquitos dependen del dióxido de carbono para encontrar a sus
huéspedes. Y son nuestros pulmones los que expulsan ese gas, que aunque termina
diluido en el aire, tarda un tiempo en mezclarse, lo que provoca una especie de
“migas de pan” que los mosquitos aprovechan para seguir y localizar a sus
víctimas. Así lo explicó el entomólogo Joop van Loon, de la Universidad de
Wageningen en los Países Bajos:
Los
mosquitos comienzan a orientarse a esos impulsos de dióxido de carbono y
continúan volando contra el viento mientras perciben concentraciones más altas
que las que contiene el aire del ambiente normal.
El asunto cambia en
espacios reducidos
Las
cosas se vuelven personales cuando los mosquitos se encuentran aproximadamente
a un metro de distancia de un grupo de posibles blancos. En este caso, los
insectos tienen en cuenta múltiples factores como la temperatura corporal, la
sudoración o incluso el color de la ropa.
A los mosquitos les
encanta el color negro
Van
Loon afirma que la principal razón por la que los mosquitos pican más a ciertas
personas que a otras, tiene que ver con la cantidad de compuestos químicos —que
cambian según las variaciones genéticas y el entorno de cada persona— generados
por las colonias de bacterias que habitan en nuestra piel.
Las
bacterias convierten las secreciones de nuestras glándulas sudoríparas en
compuestos volátiles que son trasladados por el aire al sistema olfativo en la
cabeza de los mosquitos.
Estos
paquetes de productos químicos son complejos e incluyen más de 300 compuestos
diferentes que varían de persona a persona según los genes y el entorno.
Según
un estudio publicado en 2011 por la revista PLOS ONE, las personas con una
mayor diversidad de microbios en la piel son menos propensas a sufrir picaduras
de mosquitos (y viceversa). Incluso los científicos pudieron establecer que
quienes portaban las bacterias Leptotrichia, Delftia, Actinobacteria Gp3 y
Staphylococcus eran menos picados que los demás. Por el contrario, las personas
con las bacterias Pseudomonas y Variovorax en su piel resultaban atrayendo más
a estos insectos.
Por
cierto, los expertos también aseguran que “a los mosquitos les encanta el color
negro”, así que considera usar ropa clara en tu próxima salida al aire libre.
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