La institución
reconoce que el impacto de la pandemia ha sobrepasado todas las previsiones de
los test de estrés realizados al sector
María Cuesta
MADRID.-
La banca ha logrado hasta ahora observar desde la barrera la crisis provocada
por el Covid-19. Pero puede convertirse en un peligroso «amplificador» si los
efectos de la pandemia en la economía se prolongan, lo que nos llevaría a
reeditar una crisis financiera de magnitud similar a la de 2008. Es el mensaje
lanzado hoy por el FMI en su informe de Estabilidad Financiera Global, en el
que la institución recuerda cómo en aquél momento las fuertes pérdidas que
sufrieron las entidades debido a la crisis de liquidez se tradujeron en una
sequía de crédito que multiplicó el impacto de un terremoto exclusivamente financiero
en la economía real. Ahora, «corremos el riesgo de que esto se repita»,
advierte el FMI.
El
Fondo reconoce que los bancos parten de una posición de partida más fuerte,
pero alerta también de que inevitablemente deberán afrontar pérdidas por la
fuerte desaceleración provocada por la pandemia, lo que podrá generar el temido
«cierre de grifo». En concreto, la institución espera que las caídas en la
valoración de los activos deriven en «pérdidas en las carteras de los bancos».
Y como ejemplo, el FMI señala las tensiones que ya han surgido en el mercado
inmobiliario de Estados Unidos, donde los seguros de impagos de las hipotecas
se han disparado en 400 puntos básicos desde mediados de febrero, lo que
inevitablemente despierta los temores de la «crisis subprime». También alerta
de la posibilidad de que se reavive el círculo vicioso entre la deuda soberana
y la bancaria -que llevó a España al borde de la asfixia financiera- si
aumentan los rendimientos de los bonos para «algunos Estados altamente
endeudados».
La
clave de la resistencia de los sistemas financieros está, como para el resto de
la economía, en la duración del confinamiento. «Cuanto más dure el paro
repentino en la actividad económica, más probable será que los bancos afronten
pérdidas en sus préstamos a hogares y empresas». El Fondo alerta de varios
focos de riesgo: tanto por la importante exposición a los inmuebles
comerciales, como por las pérdidas que podrán aflorar en los préstamos a
empresas energéticas por la fuerte caída del petróleo, y por las pérdidas
directas derivadas de hogares que trabajen en los sectores más expuestos a la
crisis.
Los
colchones de capital construidos desde la pasada crisis financiera ayudarán a
absorber pérdidas, al igual que la mejoría en las supervisión bancaria y la avaluación
constante de la salud de los bancos a través de los test de estrés juegan ahora
a favor de la estabilidad del sistema. Sin embargo, la pandemia ha llegado en
un momento en que la banca luchaba por superar una crisis derivada de la falta
de rentabilidad debido al largo periodo de bajos tipos de interés. Algo que
ahora pasará factura: «El bajo nivel de rentabilidad bancaria en algunas
economías avanzadas se traducirá en que los bancos tendrán menos ingresos que
en el pasado disponibles para compensar las pérdidas», advierte el FMI.
No
obstante, el tsunami económico sobrevenido por la crisis sanitaria está muy
lejos de los escenarios a los que se ha sometido hasta ahora al sistema en las
pruebas de resistencia. El cambio en las perspectivas macroeconómicas que ha
realizado hoy mismo el FMI, y que somete a España al mayor recorte al
crecimiento, es notablemente mayor en el plazo de un año que los «shocks»
económicos a los que generalmente se somete a la banca en los test de estrés,
lo que supone una verdadera prueba de fuego para el sector y sus supervisores.
No obstante, estas pruebas sí que son más exigentes en un escenario a dos años
vista de lo que prevé el Fondo y, además, estos modelos no tienen en cuenta el
importante paquete de ayudas movilizado a nivel mundial.
«Los
grandes descensos en los precios de las acciones bancarias desde mediados de
enero sugieren que los inversores están preocupados por la rentabilidad de los
bancos y posiblemente por su resistencia», reconoce el informe, que detaca cómo
los precios de los títulos han caido en torno al 35% de media en estos meses,
cifra que asciende hasta el 60% en algunos países.
De
hecho, el Fondo señala que si se utilizara la valoración del mercado para
calcular el capital de los bancos en lugar de su valor en libros, muchos de los
bancos tendrían una capitalización similar a la de la crisis financiera,
situación de la que únciamente se salvaría el sector estadounidense. Todas
estas razones conducen, en opinión del FMI, a una misma dirección: «Es necesaria
una acción política decisiva para evitar problemas en los bancos que conduzcan
a una fuerte reducción del crédito en un momento en que la actividad ya es
débil», concluye.
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