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Con qué excusa me presentaré

lunes, 20 de abril de 2020

Publicado por prensalibrenagua.blogspot.com

Por: Marcos Zabala Sánchez
Paradigma soy
Sé que soy paradigma cuando me presento a vuestros ojos, vosotros jóvenes míos dulce esperanza de una tierra en cierne, que espera de ustedes sus semillas, para hacerla producir.  Markus Zabalus
Vivimos en un mundo diferente, en constante cambio, donde el conocimiento es obsoleto y hay que estar en una búsqueda constante de nuevos paradigmas y formas más eficientes de hacer las cosas.

Pensando en esto, mientras mis vecinos disfrutan de una canción de Bruno Mars, me pregunto: ¿Con qué excusa me presentaré ante aquellos estudiantes que he dejado abandonados a su suerte por la crisis de la pandemia del COVID-19? ¿Cómo explicarle que soy docente con quizás veinte, treinta o cuarenta años en ejercicio docente  y que sufro de fobia tecnológica? ¿Qué les diré? ¿Que soy excelente en filosofía, que tengo la capacidad de hablar de física y astronomía, que soy todo un erudito en los diferentes indicadores económicos, que no existe campo del saber del cual no tenga al menos alguna referencia… pero que en conocimiento de informática “solo sé que no sé nada”?
¿Será válida mi excusa? ¿La aceptaran mis estudiantes? ¿Comprenderán ellos que solo soy funcional si estoy de frente a ellos en un espacio de tiempo establecido, con mis herramientas indispensables mi texto de diez años, mi crayón para el pizarrón, mis pulmones y voz…? ¿No debería pensar en una mejor excusa? Qué tal si decimos “miren estudiantes tenemos tanta carga de trabajo docente, que no nos da el tiempo ni de ir al baño, son cuarenta créditos, eso no es un juego, no hay tiempo ni de leer, mucho menos de estar buscando capacitación en esos de la internet y sus herramientas, entiendan estudiantes”… Oh, oh, creo que esta no es tampoco una excusa aceptable, sobre todo si me preguntara sobre el modelo de la Jeepeta que tengo, eso ni pensarlo.
Sobre todo cuando pienso en mis antepasados que desconocían muchos hechos y cosas que luego pasaron a ser parte de su cotidianidad. Cuando pienso en como los aviones surcan los cielos, cómo los carros circulan por las calles y avenidas de las ciudades modernas, los avances de las técnicas aplicadas a la agricultura, las imponentes maquinarias empleadas en la agropecuaria, si mis abuelos no hubiesen aprehendido, si no se hubiesen adaptado al cambio de paradigma, a la nueva y más eficiente forma del trabajo en el campo, ¿qué sería de ellos? Recuerdo cuando pasaron de la lámpara a la bombilla y de cómo cada día el uso de la electricidad se fue extendiendo por todas las ciudades y campos del país. El uso del teléfono de cable y luego del celular se extendió por todo el planeta a tal grado que existen diez aparatos de teléfono celular por cada habitante del planeta. Dios mío, ¡Cómo aceptar ante mis estudiantes que soy inexcusable por abandonarlos a su suerte en un momento tan necesario, en medio de tanta angustia y desasosiego, en medio de tanta oscuridad, cómo yo, docente llamado a brindar la luz del conocimiento he dejado solos a mis estudiantes cuando más necesitaban de mis orientaciones y consejos!
Cuando pienso en la maravilla de la comunicación inalámbrica, hecho que ya no maravilla a nadie, como todo el mundo la acogió; el cine, la radio, la televisión, el cable, la internet, son cosas de las que todo el mundo tiene un conocimiento básico, en los barrios más pobres de la ciudad encuentra usted la nueva modalidad del cotorreo por medio de las redes sociales, a propósito, cómo explicarle a mis estudiantes el hecho de que ni siquiera tengo perfiles en esas dichosas redes… Así me atrevo asegurarles a mis alumnos que soy un científico, científico apartado de las maravillas que los nuevos inventos que la ciencia y la tecnología apoyadas en la industria nos proporcionado.
Siendo honesto debería pedir perdón por ser desconocedor de unos conocimientos científicos tan generalizados y tan básicos como son el uso de las herramientas digitales aplicadas a la enseñanza, sí, me excuso porque yo que educo, no me educo a mí mismo, yo que vivo diciendo dentro del aula a los alumnos “la formación es un proceso para toda la vida”, sin embargo, yo necesito innovación. Tanto hablar de que todas las aplicaciones que la ciencia ha ido introduciendo en nuestra cotidianidad de modo claro y sencillo son para sus usos en la vida diaria de las personas comunes, y yo un docente universitario, un profesional formado, simple y llanamente no domino.
Pido excusas a mis estudiantes por abandonarlos a su suerte en tiempos de crisis, las tecnologías nos unen pero yo siempre me rehusé a integrarlas a mis actividades, con la vaga excusa de que “loro viejo no aprende a hablar”, obviando mi responsabilidad como científico, aun sabiendo que la ciencia es algo más completo y más profundo que un estudio cuyo objetivo sea viajar a la velocidad de la luz, tener mejores comunicaciones y nuevos modos virtuales de entretenimiento…  Por todo lo anterior me acuso inexcusable.

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