Cecilia Barría/BBC
News Mundo
Con
la expansión de las restricciones de circulación para mitigar el contagio del
coronavirus, casi un tercio de la humanidad está actualmente en cuarentena.
Aunque
la pandemia tiene en estos momentos su epicentro en Europa, los casos de
personas con Covid-19 proliferan exponencialmente en América Latina, al tiempo
que avanza la imposición de medidas de aislamiento y cierre de fronteras.
"Quedarse
en casa" es la nueva consigna que recorre la región.
El
problema es que no todos pueden hacerlo. En Latinoamérica cerca del 50% de los
trabajadores está en el sector informal y para ellos, la restricción de salir a
la calle es económicamente devastadora.
Personas
como Noelia Flores, una inmigrante venezolana de 39 años que vive en Perú junto
a dos hijos, una nuera y cuatro nietos, quedó sin ninguna fuente de ingresos
luego que el gobierno impusiera la cuarentena.
Ya
no puede hacer labores de limpieza ni buscarse la vida como vendedora
ambulante.
"Yo
como madre y como abuela me preocupo porque tengo niños pequeños. ¿Cómo les voy
a decir que no van a poder tomarse su tetero (biberón)? No podemos, tenemos que
buscar la manera de dárselo".
Para
Noelia la cuarentena es una cuestión de sobrevivencia.
En
BBC Mundo conversamos sobre éste y otros temas con Rubén Lo Vuolo, economista y
director del Centro Interdisciplinario de Estudios de Políticas Públicas,
CIEPP, en Argentina.
¿Qué consecuencias
puede tener la pandemia en América Latina y cómo afectará a la gente?
El
impacto económico y social va a ser muy fuerte, aunque depende de la situación
en que se encuentra cada país.
Los
países con sistemas públicos más expandidos, tendrán probablemente una mayor
capacidad de asistir a los sectores de bajos recursos.
Y
los países que han desarrollado servicios privados que apuntan a la clase media
y alta, y que tienen una infraestructura sanitaria muy débil para los sectores
vulnerables, enfrentarán serios problemas.
Si
en países más desarrollados estamos viendo que los sistemas no pueden dar
respuesta, claramente en América Latina estamos mucho más debilitados.
Además
tenemos un enorme sector informal. La paralización de las actividades
económicas por las cuarentenas tiene un impacto mucho más potente en los
sectores que no pueden acogerse a los beneficios que tienen los empleados
formales.
Nadie
les va a decir "usted permanezca en cuarentena que le seguiremos pagando
el salario".
Y
habrá que ver cómo reacciona la población más vulnerable. América Latina tiene
serios problemas de hacinamiento en los tejidos urbanos.
¿Cómo
se enfrenta una cuarentena en condiciones de hacinamiento? La idea de aislarse
y mantener distancia social no es realmente efectiva en esas circunstancias...
Es
muy difícil para la gente que vive en condiciones de hacinamiento.
Son
personas que para proveerse de recursos básicos tienen que salir a la calle. En
muchos casos no les queda otro camino.
Lo
que pasa es que en América Latina hay países con un sector informal, o de
trabajo precario, muy extendido, particularmente en las megalópolis.
No
es solo un problema de que los informales no pueden salir a la calle. El
problema es que incluso sus clientes, de sectores más acomodados, están
encerrados.
Por
ejemplo, está el caso de los feriantes aquí en Argentina. Antes había mucha
gente vendiendo frutas y verduras en la calle. Pero hoy la gente con recursos
está encerrada en su casa comprando vía internet.
Incluso
los sectores que no son los más vulnerables, como aquellos que prestan
servicios en el hogar, tipo plomería, electricidad, pintura, son todos trabajos
que están paralizados.
En
algunos sectores más acomodados están señalando con el dedo a las personas que
no se quedan en la casa, aunque no tengan cómo comer...
Lo
peor que podemos pensar es que la pandemia se expande porque alguien sale a la
calle en una situación de necesidad.
La
pandemia se expande por motivos que son ajenos a la persona que vive en un
barrio marginal y sale a la calle porque necesita ir a buscar agua o a buscar
su sustento.
No
podemos culpar a la gente que tiene que salir a la calle para subsistir por no
quedarse en casa.
¿Qué
le parece la respuesta de los gobiernos de la región frente a la crisis?
Hay
gobiernos que están haciendo transferencias extraordinarias de ingresos, pero
no es fácil, porque los programas asistenciales requieren un buen manejo
administrativo.
Y
en condiciones de pandemia, se vuelven difíciles de operar.
Además,
muchos de estos programas dependen de una burocracia especializada que, en
muchos casos, opera con mecanismos de clientelismo político o depende del
contacto directo con las personas.
Más
a fondo, lo que veo es que está avanzando en distintos países de la región un
debate sobre la necesidad de tener un ingreso universal incondicional de
cobertura, que sea independiente de las condiciones de las personas en el
mercado del empleo, en el nivel de ingresos.
Este
debate se está empezando a dar acá, como también se está dando en otros países
de Europa o Estados Unidos.
Frente
a situaciones de este tipo no está preparado el sistema de protección social
para dar las coberturas necesarias.
¿Por dónde deberían ir
las medidas de los gobiernos para enfrentar esta crisis?
Honestamente
no tengo respuesta. América Latina no se caracteriza por tener políticas
públicas muy potentes.
La
clase política va a tener que extremar mucho la imaginación, que hasta ahora no
se la ve.
Lo
que se ve hasta ahora es la implementación de mecanismos prohibitivos,
mecanismos de aislamiento.
Incluso
vemos municipios que toman medidas por su propia cuenta. Hay descoordinación de
gobiernos nacionales y locales. El ejemplo de Brasil es más que evidente.
A
eso se suman los mecanismos de restricción de las libertades públicas en
sociedades que tienen una tendencia muy particular alautoritarismo político,
que levantan otro tipo de preocupaciones.
Aunque
no todos los países están tomando medidas de restricción de las libertades
públicas para frenar la propagación del virus…
Hay
casos extremos como el de México, donde consideran que la situación no es tan
grave y el poder político está ignorando las medidas que se han tomado en otros
países latinoamericanos.
Espero
que los gobiernos reaccionen porque hay que salir muy rápidamente, como se
pueda, sin tener mucha preocupación por cuál va a ser el impacto fiscal.
Hoy
por hoy hay que salir con medidas rápidas, de transferencia de ingresos lo más
amplias posibles, lo más incondicionales posibles, de acceso prácticamente
universal para dar asistencia a los sectores golpeados.
En
lo personal, antes de esta crisis, incluso en épocas de bonanza, creo que hay
que moverse hacia sistemas de entrega de ingresos que se independicen de la
situación de empleo.
Pero
los presupuestos fiscales son muy distintos en países desarrollados en
comparación con los países de la región...
Es
que hay que juntar los dos debates. América Latina tiene un serio problema de
recaudación de tributos en los sectores de mayor riqueza.
El
grueso de los ingresos latinoamericanos están basados en impuestos indirectos y
en algunos países, sostenidos por ingresos de las exportaciones de commodities.
Este
tipo de tributos no solo soninjustos y regresivos, pero ahora se verán
afectados porque se está frenando el comercio mundial.
Están
cayendo los precios de las materias primas y al mismo tiempo los impuestos
indirectos también se van a ver impactos, como el Impuesto al Valor Agregado
(IVA), porque está cayendo seriamente la actividad económica.
No
solo hay que activar la redistribución directa lo más rápido y simple posible
que llegue a la mayor cantidad de gente, sino también avanzar a un sistema con
impuestos sobre la riqueza, sobre la herencia, sobre los ingresos de los
sectores más altos.
Estamos
frente a una crisis generalizada del capitalismo democrático mundial y del
capitalismo no democrático, como es el caso de China.
Y
en América Latina no solo somos receptores del virus, sino también de la crisis
económica y de la incapacidad del manejo de estos problemas por parte de los
países centrales.
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