Cuando
navegas, medir la velocidad a la que lo haces a ojo puede resultar muy
complicado. Fue en el siglo XVI cuando se empezó a utilizar una herramienta
para estimar la velocidad de los barcos. Los marineros hacían uso de un
instrumento que recibía el nombre de «corredera de barquilla». Así se empezó a
utilizar el nudo a modo de unidad de medida.
¿Qué
era la «corredera de barquilla»? Una herramienta compuesta por una placa de
madera con forma de arco y un peso en uno de los extremos. Dicha placa se ataba
a una cuerda de poco grosor con varios nudos a lo largo de ella.
Hace
varios siglos los navegantes temían caerse por los bordes de la Tierra ya que
creían que era plana. Para poder navegar por mar abierto de forma segura
necesitaban conocer el punto de partida del buque, así como el rumbo y la
velocidad.
En
mar abierto un marinero se encargaba de lanzar al agua la madera y la cuerda,
al tiempo que otro hacía uso de un reloj de arena. De esta manera, medían
cuántos nudos discurrían en un determinado periodo de tiempo. ¿Cómo se medía la
velocidad del barco? ¡En nudos!
Ya
en el siglo XVIII se introdujo una medida estándar: los nudos de 1/120 de una
milla cada medio minuto. Desde aquel entonces todos los barcos utilizan la
milla náutica (1,852 kilómetros). Por lo tanto, dicho de un modo sencillo, un
nudo es el equivalente a una milla náutica por hora, es decir, 1,852 kilómetros
por hora o 0,514 metros por segundo.
A
día de hoy el nudo es la unidad de medida de velocidad que se utiliza para la
navegación en todo el mundo.
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