Geraldo Fernández/El Autor es
Arquitecto
De 1990 a la fecha hemos crecido un promedio de 1.00 kilómetro cuadrado por
año, en tres décadas hemos quintuplicado nuestro tamaño y población. El 70% de
ese crecimiento se ha dado de manera informal y en áreas no aptas para vivir.
Se han ocupado las orillas de los ríos y cañadas y vamos trepando
rapidísimo por la falda de la loma construyendo viviendas, apartamentos y
urbanizaciones. Todo sin plan ni orden, como por generación espontánea, así por
así, esto ha generado serios problemas medioambientales y de organización
urbana.
Pero, el ayuntamiento entiende la ciudad al revés, de afuera para dentro,
construye en las afueras, abandona el centro, invierte en paradores y
bulevares, abandona los problemas del tránsito, la basura, el mercado. Es como
decorar el desorden, un completo absurdo.
Las prioridades están invertidas y es a propósito, es más cómodo y
políticamente más rentable involucrarse en proyectos de pura estética que den
buenas fotos y permitan constantes publicaciones en Instagram y Facebook. Una
chulería.
Piensen y verán, que en casi tres años de gestión no se ha resuelto un solo
problema importante de la ciudad, se fue el tiempo en banalidades y marketing,
la búsqueda de “likes” perjudicó seriamente el sentido de realidad de esta
administración.
Nuestra realidad exige verdaderas soluciones, técnicas, procedimientos,
consenso, planes y acción efectiva. Ya basta de voluntades ciegas qué haciendo
deshacen, basta de la fuerza aplicada en equivocada dirección.
Ha llegado la hora de la razón...
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