Hediberto
Pichardo. MA
En la mayoría de los
periódicos de los países de América Latina se puede leer sobre la marcha o
caravana de miles de centroamericanos que se dirigen hacia los Estados Unidos,
el país donde se cumplen los sueños de lograr un mejor futuro para ellos y sus descendientes.
El fenómeno de la migración,
el traslado o desplazamiento de personas de un lugar a otro, es tan antiguo
como el origen del ser humano. El hombre apareció en África y debido a que este es el continente más
caliente por encontrarse en el centro del planeta y debido al escaso nivel de
desarrollo de los primeros pobladores, estos emigraron hacia mejores lugares,
estableciéndose sobre todo en Europa.
El drama de las migraciones
ha continuado a través de la historia y nunca se detendrá, porque el ser humano
en su afán de supervivencia es lógico y natural que se desplace de un lugar a
otro buscando mejores condiciones de vida.
Es así como podemos ver que
los africanos emigran hacia Europa, cruzando el mar Mediterráneo en frágiles
embarcaciones, donde muchos de ellos pierden la vida, según informaciones en
este año más de 2 mil han perecido ahogados.
En los actuales momentos se
dirige hacia Estados Unidos una gran cantidad de centroamericanos, miles según
los informes noticiosos, que huyen de sus países de origen porque allí no
encuentran trabajo, educación de calidad, un sistema de justicia justo, ni
respeto a sus derechos humanos. Se dirigen hacia Estados Unidos, el país que
sin lugar a duda es responsable en parte de la miseria en que viven muchos
países latinoamericanos porque han apoyado gobiernos corruptos que han
asfixiados esos países, gobernando para su provecho personal y el de un grupito
sin crear las condiciones elementales para las grandes mayorías.
Por suerte los dominicanos
tenemos un país bendecido por Dios con recursos naturales ricos y a pesar de
que hemos tenidos gobiernos corruptos, todavía podemos vivir en él, gozamos de
cierta libertad y estabilidad.
Esos inmigrantes
centroamericanos están expuestos a gravísimos problemas e infortunios en su
odisea, pues todos sabemos que para ingresar a un país es necesario tener
documentos y visados y toda aquella persona que ingresa a un país sin cumplir
con estos medios pues lo hace de manera ilegal, pudiendo ser detenido y
deportado a su país de origen.
Además, el país hacia donde
se dirigen los emigrantes es gobernado por un presidente muy nacionalista, que
rechaza la migración ilegal y que acusa a los latinos de ser delincuentes, que
llego al poder y seguirá en el más allá del 2020 sin contar con el voto latino,
también ha decidido enviar miles de policías a la frontera para impedir el
ingreso de esos pobres individuos a los Estados Unidos.
Visto todo lo anterior,
nadie sabe a ciencia cierta lo que les ocurrirá finalmente a los integrantes de
esta marcha cuando se coloquen en la frontera entre México y Estados Unidos.
Llama la atención que ningún presidente de los
países centroamericanos ha intentado contactar a esos emigrantes ni mucho menos
ponerse en contacto con Trump para que por lo menos se les garantice la vida a
sus paisanos.
Esperamos que prime la
sensatez por parte del gobierno de los Estados Unidos y que los países
centroamericanos con sus respectivas autoridades tomen carta en el asunto a fin
de que se llegue a feliz término.
Esa situación debe llamar
poderosamente la atención a los demás gobiernos de América Latina incluyendo al
nuestro a fin de que corrijan sus
actuaciones para que los ciudadanos no se vean obligados a tener que dejar sus
países de origen.
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