Por
Esther Balac / El Tiempo, Colombia / GDA
Pero
muchos no se atreven a decirlo.
Aunque afortunadamente la
cama es cada vez más un territorio en donde hombres y mujeres se expresan por
igual, lo cierto es que aún persiste la tendencia a que sean ellos los que
lleven la iniciativa, al punto de que muchos quisieran que sus parejas tuvieran
otra actitud y les quitaran “la responsabilidad” de proponer a riesgo de ser
rechazados.
Sin ánimo de agotar el tema
y más bien basada en algunos estudios, me atrevo a sugerir algunas cosas que
los machos quisieran sobre el catre, pero que no se atreven a pedirlas
directamente a la mujer; razón por lo que no está de más proponerlas por si
algunas de ustedes quieren sorprenderlos.
Dicen los que saben que a
los señores los priva que sus parejas, así sea alguna vez, los inviten a la
cama sin necesidad de que ellos sean los que propicien el encuentro; en otras
palabras, sentirse seducidos y ser arrastrados bajo las sábanas, por iniciativa
femenina, les aumenta las ganas. Así que piénselo.
Y si se trata de excitarlo,
al parecer, las malas palabras les endurece hasta la última fibra. Escuchar
gemidos, groserías, lenguaje sucio –en plena faena– es un gusto que pocos se
atreven a manifestar pero que quisieran experimentar. De hecho, si algunas
actrices porno se deshacen en medio de vulgaridades durante sus escenas, por
algo será.
Quién lo creyera, pero dejar
la luz encendida y no cubrir el cuerpo les resulta simplemente arrebatador. Sobre
la base de que los hombres son visuales y que las fórmulas, los contrastes y la
desnudez son dardos que hacen diana en el centro del placer.
Esto, sin contar que si bien
les gustan las buenas formas, a la hora del aquello no entran en detalles y
dejan de lado cualquier asimetría, o aumento de volumen que las señoras quieren
disimular. Así que a dejar la vergüenza y el foco encendido.
Por supuesto que ellos se
sienten muy atraídos si los invitan a experimentar nuevas posturas, juegos
previos, herramientas, artículos y todas las cosas diferentes. Aunque no lo
digan, lo cierto es que estas sorpresas les remueven gratas sensaciones.
Y, por último, hay que saber
que ellos, cuando no tienen confianza, pocas veces pedirán movimientos para
acompasar los polvos. En otras palabras, les molesta, de manera seria, la
quietud, porque la proyectan como insatisfacción y respuesta al bajo
rendimiento de sus astas. Por eso, el movimiento –que no exagerado– es algo que
ellos agradecen, y mucho más cuando se hace sin pedir.
En fin, son cosas simples
que ellos esperan y que nos cuesta poco ponerlas en práctica, si el objetivo es
pasarla bien.
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